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Geologia Aplicada


Enviado por   •  27 de Enero de 2014  •  2.571 Palabras (11 Páginas)  •  264 Visitas

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República Bolivariana De Venezuela

Ministerio Del Poder Popular Para La Defensa

Universidad Nacional Experimental Politécnica

De La Fuerza Armada

Núcleo- Bolívar

Ingeniería Civil

Sección “1”

Profesora: Bachilleres:

Ciudad Bolívar, 22 Enero 2014.

Introducción

El suelo en si mismo es un ecosistema donde ocurren una serie de relaciones de alimentación, muerte, degradación, y convivencia. Las propiedades del terreno dependen en gran parte del correcto mantenimiento de sus ciclos biológicos. Su complejidad es notable, y difícil de estudiar debido a la escala de trabajo y a la multitud de aspectos parciales. En las investigaciones no debe olvidarse esta parcialidad del objeto estudiado, recordando que pertenece a un sistema mayor. Por ello, en el caso de las alelosubstancias (según la definición de Putnam y Tang), es adecuado situarlas en el contexto de la rizosfera, obteniendo así una idea más adecuada de su acción.

En un sentido estricto, la rizosfera es la parte del suelo inmediata a las raíces, tal que al extraer una raíz, es aquella porción de tierra que resta adherida a la misma. Se considera así dado que las características químicas y biológicas de la rizosfera se manifiestan en una porción de apenas 1 mm de espesor a partir de las raíces. .

Sin embargo, debido a la densidad de raíces que emiten las plantas, se puede considerar la rizosfera de una forma más amplia, como la porción de suelo que en la que están las raíces de las plantas. En esta zona se dan toda una serie de relaciones físicas y químicas que afectan a la estructura del suelo y a los organismos que viven en él, proporcionándole unas propiedades diferentes.

Se pueden destacar dos características de la rizosfera. Una de ellas es la presencia de numerosos organismos en mayor densidad que en el suelo normal. Organismos como bacterias, hongos (micorrícicos o no), y microfauna, como por ejemplo nematodos. La otra característica notable es la estabilidad de las partículas de suelo, tanto por la acción mecánica de las raíces, como por la acción agregante de los exudados de los diferentes organismos presentes (plantas y microorganismos).

La concentración de raicillas, y por tanto la superficie absorbente, varía bastante según las condiciones del medio o el estado vegetativo de la planta. La deficiencia alimenticia incide en el desarrollo de la planta, y por ello también de sus raíces. Por ejemplo, una baja presencia de calcio en el suelo limita el desarrollo radical. Otro ejemplo es la respuesta negativa ante condiciones de sequedad o de saturación del suelo. También indicar que la distribución de las raíces también varía según la fructificación.

En una experiencia con manzanos de Crimea con deficiencias minerales, se comparó su rizosfera con la de árboles sanos. Los investigadores observaron que en la rizosfera de los árboles con problemas había mayor cantidad de bacterias desnitrificadoras, así como actinomicetos y hongos. También se indicó una mayor actividad alelopática.

Origen del suelo

El suelo constituye la interface entre las rocas del sustrato continental y la atmósfera, formándose como consecuencia de los fenómenos físicos, físico-químicos y biológicos de intercambio que ahí se producen. El concepto de suelo es, por tanto, un concepto evolutivo. Este se forma como consecuencia de un proceso dinámico, que implica un cambio progresivo desde que la roca se pone en contacto con la atmósfera como consecuencia de la erosión, hasta su desarrollo completo.

Un concepto muy relacionado es el de regolito, que constituye lo que podríamos llamar el “protosuelo”, es decir, una capa no estructurada de materiales que se acumula sobre la superficie del terreno como consecuencia de procesos diversos. Por su parte, el suelo es un regolito evolucionado, que ha adquirido la estructuración en capas u horizontes que le caracteriza. Por ejemplo, la superficie de la Luna está cubierta por el regolito lunar, formado por fragmentos de rocas y polvo que han resultado de los impactos de meteoritos, y de la acumulación de polvo cósmico, sin que se forme un suelo debido a la ausencia de una atmósfera, agua, y una dinámica superficial que permita su desarrollo.

El regolito lunar (NASA).

También las zonas de alta montaña, por encima de determinadas altitudes, en las que ya no llega a desarrollarse vegetación, tenemos un regolito formado por los restos de la meteorización del sustrato.

Ejemplos de regolitos en zonas de altura del desierto de Atacama, note el alisado del relieve. Región de Copiapó, Chile.

En condiciones normales, cuando eliminamos el suelo de una porción de terreno, al cabo de unos meses o unos pocos años observamos que comienza a implantarse vegetación, que se forman acumulaciones de tierra, y que los fragmentos de rocas comienzan a redondear sus formas, liberando fragmentos menores. Es decir, se está formando un regolito, que constituye el punto de partida de la edafogénesis, es decir la formación de un suelo.

En la edafogénesis, el primer proceso que tiene lugar es la diferenciación de dos horizontes:

El más superficial, u “Horizonte A” que se forma como consecuencia de la implantación de vegetación sobre el regolito: la actividad de las raíces, la acumulación de los restos vegetales, la actividad animal (lombrices, insectos u otros animales excavadores), así como por la acumulación en esta zona de los productos de la meteorización superficial (arcillas, cuarzo).

• El otro horizonte que se forma es el denominado “Horizonte C”, más profundo, en contacto directo con la roca más o menos meteorizada del sustrato, y compuesto mayoritariamente por fragmentos de ésta, acompañados por productos poco evolucionados de su meteorización.

Estos suelos primitivos AC

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