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Lecturas Comprensivas


Enviado por   •  28 de Abril de 2012  •  1.830 Palabras (8 Páginas)  •  775 Visitas

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LA PRINCESA DEL MAR

Califucura se sentó sobra la arena tibia y amarilla de la playa a esperar a su padre Pedro Cayupán, mientras éste iba al pueblo cercano a vender sus ovejas.

La niña, cuyo nombre en su lengua significa Piedra Azul, pasó mucho rato haciendo y deshaciendo cerros de arena húmeda.

Cuando el mar empezó a golpear con la fuerza que caracteriza al Pacífico, la pequeña acercó a la orilla a jugar con las olas.

-¡No me mojarás! – gritaba la niña, cuando vio que el mar había abandonado algo en su recogida: una gran caracola blanca.

Califucura la tomó y se fue a sentar a un sitio seco donde estuvo observándola por largo rato.

Luego, la acercó a su oído para escuchar el canto del mar; tal como había visto hacer a sus mayores. Pero, cuál sería su sorpresa, en vez de rumor de olas, escuchó su propio nombre.

-Califucura, amiga de las trenzas negras.

Muy asustada, soltó la caracola. Pero, su curiosidad pudo más que su temor y volvió a ponerla en su oído.

-Califucura, Califucura… La voz que la llamaba era clara y dulce.

-Califucura, ¿Te gustaría conocer a nuestra princesa? –preguntó la voz. Ella está muy triste y ya no sabemos cómo entretenerla.

-¿Qué debo hacer para verla? –pregunto la niña.

-Sólo debes cerrar tus ojos, desear ver a la princesa y respirar profundamente en el hueco de la caracola –respondió la voz.

Así lo hizo la niña de las trenzas negras y, como por encanto, se encontró al pie de una larga escalinata.

Dos hermosas niñas la estaban esperando y le señalaron la puerta de entrada a la Gran ciudad de Nácar.

Califucura entró y vio pequeñas casitas ordenadas y brillantes, construidas en Nácar, naturalmente.

Al fondo, estaba el palacio de Nácar gris, cuyos reflejos encandilaban al mirarlos. Tras abrirse las puertas del palacio, se vio el trono colocando en lo alto. Sentada en él, una bella niña, sostenía con la mano su cabeza y en su gesto se veía, en verdad, que sufría de un hastió enfermizo.

-Es la princesa Brisa Marina, dijeron a dúo las acompañantes.

-¡Hola! –saludó la pequeña visitante, me llamo Piedra Azul.

-Hola Piedra Azul, ¿Puedes contarme algo entretenido?

-Bueno, -dijo Califucura -¿Qué te parece si te hablo del lugar en que vivo?

Califucura le contó de su pueblo mapuche, la playa, la escuela, pero nada parecía motivar a la princesa. Otros niños habían visitado el lugar e intentaron alegrar a Brisa Marina, pero nada daba resultado.

Califucura sintió tanta pena al verla sentada en su trono de perlas que decidió retirarse derrotada.

De pronto, se le ocurrió una gran idea…

1.- Compara lo que pensaste antes de leer el cuento con lo que sabes ahora:

 ¿Qué hizo Califucura con la caracola?

2.- A partir del fragmento del cuento responde:

 ¿Qué significa el nombre Califucura?

 ¿Cómo llegó la caracola a los pies de Califucura?

 ¿Qué debió hacer Califucura para conocer a la princesa del mar?

 ¿Cómo intentó Califucura entretener a la princesa?

LA FLOR DEL TAMARINDO

En una ciudad no muy lejana, vivía una niña cuyo mayor deseo ara asistir al colegio. En la ciudad, todos los habitantes tenían un árbol llamado tamarindo a las puertas de su casa. Cada año, un tamarindo, sólo uno, daba una flor prodigiosa que tenía la virtud de hacer cumplir un deseo.

La niña se llamaba Iris y también tenía su tamarindo. Su madre trabajaba mucho y ella la ayuda en lo que podía: barría la casa y cosechaba las verduras que su madre tenía en el huerto. Por eso no iba al colegio. Además en su ciudad no había un colegio donde ir. En medio del trabajo, Iris siempre encontraba un hueco para regar su tamarindo.

Ella también deseaba la flor prodigiosa. Si florecía su deseo de ir al colegio se haría realidad. Todos los días, acompañada de su perro Gushú, recorría un buen trecho en las afueras de la ciudad, hasta llegar a un arroyo, y regresar a casa con agua suficiente para regar su tamarindo. Y le hablaba con amor. Pues regar el árbol era lo más hermoso que ella hacía. Le decía:

-Tamarindo, mi bonito árbol, ¡Si floreciera en ti la prodigiosa!.

Una noche que en el cielo brillaba la luna, la niña se asomó a la ventana para mirar las estrellas. Gushú dormía a los pies del tamarindo. De pronto, un perfume de flores llegó hasta ella y una flor nació en una de las ramas.

¿Sería la flor prodigiosa, o una de las tantas flores amarillas que crecen en los tamarindos?

¡Oh, sí! Era la flor roja, la flor prodigiosa. La luz de la luna dejaba ver su color.

El corazón de Iris latió muy deprisa. Corrió hasta el árbol. Pero al llegar a él, la flor no estaba en la rama. La había robado un hombre.

El hombre, al dar las doce, le pidió su deseo:

-Flor prodigiosa –le dijo, quiero que llenes de oro la cámara de mis bancos.

-No conozco tu vos –dijo la flor y se marchitó dentro del cofre.

La niña pensó que tal vez había soñado. Tal vez no había nacido a flor. A la noche siguiente, la luna brillaba

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