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Libro 1 Capitulo 1 Y 2 De Los 10 Libros De La Arquitectura De Vitruvio


Enviado por   •  31 de Marzo de 2015  •  3.305 Palabras (14 Páginas)  •  1.576 Visitas

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La arquitectura y los arquitectos

La arquitectura es una ciencia adornada con

numerosas enseñanzas teóricas y con diversas

instrucciones, que sirven de dictamen para juzgar

todas las obras que alcanzan su perfección

mediante las demás artes. Este conocimiento surge

de la práctica y del razonamiento. La práctica

consiste en una consideración perseverante y

frecuente de la obra que se lleva a término

mediante las manos, a partir de una materia, de

cualquier clase, hasta el ajuste final de su diseño.

El razonamiento es una actividad intelectual que

permite interpretar y descubrir las obras

construidas, con relación a la habilidad y a la

proporción de sus medidas.

Por tanto, aquellos arquitectos que han puesto todo

su esfuerzo sin poseer una suficiente cultura

literaria, aunque hubieran sido muy hábiles con sus

manos, no han sido capaces de lograr su objetivo

ni de adquirir prestigio por sus trabajos; por el

contrario, los arquitectos que confiaron

exclusivamente en sus propios razonamientos y en

su cultura literaria, dan la impresión que persiguen

más una sombra que la realidad. Pero, los que

aprendieron a fondo ambas, sí lo han logrado,

adquiriendo enorme consideración, pues se han

equipado con todas las defensas, como así fue su

objetivo.

Ciertamente, a todas las actividades y artes, pero

especialmente a la arquitectura, pertenecen «lo

significado» y lo «significante». Lo «significado»

es el tema que uno se propone, del que se habla;

«significante» es una demostración desarrollada

con argumentos teóricos y científicos. Por tanto,

quien confiese ser arquitecto debe ser perito en

ambas cuestiones. Así pues, es conveniente que

sea ingenioso e inclinado al trabajo, pues no es

posible llegar a ser un diestro arquitecto si posee

talento pero carece de conocimientos teóricos, o

viceversa. Conviene que sea instruido, hábil en el

dibujo, competente en geometría, lector atento de

los filósofos, entendido en el arte de la música,

documentado en medicina, ilustrado en

jurisprudencia y perito en astrología y en los

movimientos del cosmos.

He aquí las causas de estas exigencias: es

conveniente que el arquitecto sea una persona culta

y conozca la literatura para fortalecer su memoria

con sus explicaciones; conviene que domine el arte

del dibujo, con el fin de que, por medio de

reproducciones gráficas, le sea posible formarse

una imagen de la obra que quiere realizar; también

la geometría ofrece múltiples ayudas a la

arquitectura, pues facilita la práctica mediante el

uso de la regla y del compás, con los que

fácilmente se plasman los diseños de los edificios

en los solares, mediante los trazados de sus líneas,

sus niveles, sus escuadras; gracias a la óptica se

sitúan correctamente los puntos de iluminación,

según la disposición concreta del cielo; por medio

de la aritmética se calculan los costes de los

edificios, se hace ver el porqué de sus medidas y

mediante el apoyo y el método de la geometría se

descifran los difíciles problemas de la simetría;

conviene que conozca a fondo la historia ya que,

con frecuencia, se emplean abundantes adornos y

debe contestar a quien pregunte las razones de sus

obras, apoyándose en argumentos históricos. Si,

por ejemplo, en vez de columnas se colocan

estatuas de mármol de mujeres vestidas con estola

-que se llaman cariátides- y si superpone

modillones y cornisas, deberá saber dar

explicaciones a quienes pregunten; veamos: Caria,

ciudad del Peloponeso, conspiró contra los griegos

con ayuda de los persas, enemigos de los griegos.

Posteriormente, al verse libres tras una gloriosa

victoria, los griegos, de común acuerdo, declararon

la guerra a los habitantes de Caria. Una vez

conquistada la ciudad y pasados a cuchillo sus

habitantes, se llevaron como esclavas a sus

matronas, sin permitir que se desprendieran de sus

estolas, ni de sus distintivos matronales, para que

fueran conducidas en ceremonia triunfal y, a la

vez, para que pagaran sus delitos en favor de su

ciudad, agobiadas por tan grave ultraje, como

ejemplo imperecedero de esclavitud. Quienes en

aquel momento ejercían como arquitectos,

diseñaron en los edificios públicos unas estatuas de

matronas que soportaran todo el peso, con el fin de

transmitir a la posteridad el castigo impuesto por

las ofensas de las cariátides. Igualmente los

espartanos, bajo el mando de Pausanias, hijo de

Argesilao, en la batalla de Platea superaron con un

reducido número de soldados al muy numeroso

ejército de los persas y, concluida la ceremonia

triunfal, levantaron un pórtico Pérsico con los

despojos y botines, como exponente de la gloria y

valor de los ciudadanos y como trofeo de su

victoria para sus descendientes. Allí mismo

colocaron unas estatuas de los prisioneros

sosteniendo el techo, vestidos con adornos de

diversos colores, como castigo de su arrogancia,

con el fin de que los enemigos se estremezcan ante

el temor de la eficacia de su fortaleza; y así

también, al contemplar los ciudadanos este

paradigma de valentía, alentados por deseos de

gloria, estuvieran dispuestos a defender su libertad.

En consecuencia, a partir de este hecho, colocaron

estatuas de persas sosteniendo sus arquitrabes y

adornos y, de esta forma, desarrollaron sus obras

con excelentes variaciones, a partir de este tema.

Por otra parte, la filosofía perfecciona al

arquitecto, otorgándole un alma generosa, con el

fin de no ser arrogante sino más bien

condescendiente, justo, firme y generoso, que es lo

principal; en efecto, resulta imposible levantar una

obra sin honradez y sin honestidad. Es preciso que

no sea avaro, que no esté siempre pensando en

recibir regalos, sino que proteja con seriedad su

propia dignidad, sembrando buena fama:

precisamente esto es lo que concede la filosofía.

Además, la filosofía dirige su estudio sobre la

Naturaleza, en griego fisiología; es preciso

...

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