¿Porque los cuentos “El gato negro” y “La caída de la casa de Usher”, de Edgar Allan Poe, pertenecen al Fantasy?

                  Informe de lectura                                

¿Porque los cuentos “El gato negro” y “La caída de la casa de Usher”, de Edgar Allan Poe, pertenecen al Fantasy?

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Taller de Lectura, Escritura y Oralidad

Profesor: Mascitti, Guillermo

Alumna: Andrada, Micaela Liliana

1ºE1 – ISFD nº88 “Paulo Freire”

02/ 11/ 2017

Introducción:

Para realizar este informe de lectura, hemos elegido al autor Edgar Allan Poe por sus obras, en su mayoría narraciones extraordinarias, por sus personajes, quienes presentan características perturbadoras e inquietantes e incluso son presos de la locura y de la maldad en cada uno de sus actos.

Los títulos que aquí trabajamos son: El Gato Negro y La Caída de la Casa de Usher. En este último es atrapante la relación entre el narrador y Roderick Usher, envuelta en un misterio, que hace que deseemos llegar al final, porque uno no es capaz de vislumbrar cuál será el final que Poe le atribuirá a la historia, lo cual es constante en varias de sus obras.

     El motivo de dicho informe es poder llegar a dar respuesta a la pregunta ¿Por qué  los cuentos “El gato negro” y “La caída de la casa de Usher”, pertenecen al Fantasy? Para esto tuvimos en cuenta las clasificaciones acerca de lo fantástico que realizo Tzvetan Todorov y las modificaciones que realizo sobre ellas la autora Rosemary Jackson. Llegando así a la colocación de los cuentos de Poe dentro de dichas clasificaciones.

Desarrollo:

Lo fantástico no sólo implica la existencia de acontecimientos extraños; sino que también debe concebir la vacilación en el lector, y al mismo tiempo, integrarlo con el mundo de los personajes. En su Introducción a la literatura fantástica, Todorov dice: “Lo fantástico es la vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural. ¿Sueño o realidad? ¿Verdad o ilusión? La posibilidad de vacilar entre ambas crea el efecto fantástico” (1994, p. 24).

   Rosemary Jackson dice que esta inestabilidad narrativa constituye el centro de lo fantástico como modo. De ahí provienen los círculos de ambigüedad en Poe, tales como el comienzo de “El gato negro”: “No espero ni pido que crean la fantástica aunque ordinaria historia que voy a escribir. Estaría loco si lo esperara, pues mis propios sentidos rechazan la evidencia. Sin embargo, no estoy loco”.  En este cuento,  el protagonista es víctima de circunstancias que escapan a la razón, comienza hablando de que su docilidad y el afecto hacia todos fueron sus características en su niñez, su ternura era extrema, y poseía una afición por los animales, al casarse, su mujer le regalo varios especímenes, el ultimo que ella llevo a la casa fue el gato negro, con quien el protagonista tuvo una amistad, este acompañaba siempre a su amo. Pero dentro de aquel hombre se fue incrementando un inexplicable odio hacia esa criatura. El relato presenta varios sucesos raros, se podría decir que el protagonista siempre actuó preso de  un extraño impulso, que el mismo no llegaba a comprender y que lo llevaron a cometer el crimen de su esposa. Lo que allí se narra está  dentro de la cotidianidad pero, al mismo tiempo, el personaje está envuelto en un misterio que  genera desconocimiento y dudas acerca de la realidad.

    En su clasificación de lo fantástico Tzvetan Todorov menciona a Edgar Allan Poe dentro de lo Extraño puro, debido a los hechos extraños son causa de la mente engañosa del protagonista. Por ejemplo en el cuento El corazón delator, el protagonista encarna un odio hacia el ojo azul que tenía el anciano con el cual él vivía. El inicio del relato es semejante al de El gato negro.

 “¡Es cierto! Siempre he sido nervioso (…) ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. (…)Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez (…) Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre… Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.” (Narraciones Extraordinarias, p. 257).

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