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Relato De Un Naufrago


Enviado por   •  25 de Febrero de 2015  •  569 Palabras (3 Páginas)  •  257 Visitas

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En ella se cuenta la historia de Luis Alejandro Velasco, un tripulante del buque militar, que había estado en Mobile, Alabama (EE.UU.) cuando el A.R.C Caldas estaba sometido a reparaciones, logró vivir durante 10 días en alta mar tras caer del mismo.

El 28 de febrero de 1955, ocho miembros de la tripulación del destructor Caldas cayeron al agua a causa del contrabando que sobrecargaba el buque frente a los bandazos del viento en mar gruesa. Aunque el gobierno del dictador colombiano Rojas Pinilla atribuyó el naufragio a una tormenta en el Caribe, lo cierto es que no hubo tal tormenta y que la negligencia fue la única responsable de la catástrofe.

El destructor Caldas y su tripulación habían pasado ocho meses en el puerto de Mobile, Alabama, a causa de las reparaciones que se efectuaban en el buque. Viendo la película El motín del Caine, los marineros colombianos experimentaron cierta inquietud ante las escenas de una tempestad como si de una premonición novelesca se tratara.

A unas doscientas millas del puerto, la sobrecarga situada en la cubierta del buque se desprendió a causa del viento y del oleaje y se llevó al agua a ocho marineros. Velasco fue el único que alcanzó a nadar a una de las balsas arrojadas por el destructor. Impotente, nada pudo hacer por sus compañeros, que se ahogaron a pocos metros de donde él estaba.

Mientras el buque de guerra proseguía su rumbo sin detenerse pero llegó a su base con puntualidad, el náufrago esperó inútilmente que le rescataran con rapidez. En una balsa a la deriva, sin nada que beber y comer, en compañía de su reloj y tres remos, resistió durante diez días la sed, el hambre, los peligros del mar, el fuerte sol, la desesperación de la soledad, la locura. Aunque los aviones colombianos y norteamericanos de la Zona del Canal pasaron muy cerca de él, no llegaron a localizarlo.

Tras comprender que nadie podría ayudarle, y aun cuando deseó la muerte para dejar de sufrir, sobrevivió contra las condiciones adversas. Aunque cazó una gaviota no pudo llegar a comérsela, y los tiburones le arrebataron un pez verde de medio metro que llegó a atrapar y del que sólo probó dos bocados. Tampoco consiguió despedazar sus botas ni su cinturón para aplacar el hambre, ni la lluvia hizo acto de presencia para permitirle beber. Se entretuvo en comprobar, en su reloj, cómo el tiempo transcurría inexorable, y por las noches, en una especie de delirio formado por el recuerdo y el pánico a la soledad, conversaba con el espíritu de su compañero, el marinero Jaime Manjarrés.

Tras sobrevivir a una tempestad durante el séptimo día de deriva, Velasco afirma: "Después de la tormenta el mar amanece azul, como en los cuadros". Si increíble resulta la aventura del náufrago, también lo es su final. Cuando Velasco vio tierra, aún tuvo que alcanzar la playa a nado para no estrellarse contra unos acantilados; tuvo que luchar contra

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