Normal y anormal: una dualidad hoy, mañana y ayer

Normal y anormal: una dualidad hoy, mañana y ayer.        Juan José Bedoya Perez-2159380

Las comunidades van en incremento cada vez mas con el paso del tiempo, su población aumenta y envejece. De esa manera sus costumbres y tradiciones cambian con el paso de las generaciones, cuestión que implica también un cambio de la normalidad con la llegada de las nuevas eras, esto puesto que en la comunidad la norma se caracteriza en 4 tipos; costumbres, folclóricas, tabúes y leyes (Tríos. 2019). Y si en la medida en el que el tiempo pase las costumbres, las tradiciones y los tabúes cambian, por consiguiente, sus leyes también lo harán, moldeando paulatinamente la normalidad a conveniencia de lo que la generación actual considere normal y necesario.  Cuestión que se ve marcada con la postura de Foucault en la que la normalidad se convierte en una herramienta de poder utilizada por diversas instituciones para regular y controlar a la sociedad. Este proceso implica la creación de estándares y normas que definen lo que se considera "normal" en un momento y contexto específicos. Lo cual, aunque cambie la normalidad a conveniencia de la generación, no se exime de la construcción también lo anormal, que seria visto como lo que debe ser regulado y mantenido al margen, de la misma manera en la que Foucault sostiene que la sociedad moderna tiende a normalizar ciertos comportamientos, estableciendo estándares y categorizando a las personas en función de su conformidad con esas normas. Aquellos que se desvían de estas normas son etiquetados como "anormales" y a menudo son objeto de medidas disciplinarias. Medidas que de cierta forma termina por generar varias problemáticas sociales, en este contexto, las problemáticas sociales pueden entenderse como el resultado de la interacción entre las estructuras de poder y las formas en que se establecen y aplican normas en la sociedad. Las problemáticas sociales, según Foucault, pueden surgir cuando ciertos grupos o individuos son etiquetados como "anormales" en relación con las normas establecidas. Estas etiquetas y clasificaciones pueden llevar a la estigmatización y a la aplicación de medidas disciplinarias que contribuyen a la reproducción de desigualdades sociales. Lo cual da lugar a decir que la normalidad es un concepto social cambiante condicionado por la época, que, en la búsqueda de generar control y disciplina, termina generando problemáticas para quienes están fuera del poder (1975).

La noción de normalidad, según Michel Foucault, no es estática, sino que evoluciona a lo largo del tiempo, siendo moldeada por procesos históricos y relaciones de poder específicas. Esta perspectiva invita a reflexionar sobre cómo las personas mayores, que han vivido en sociedades con normas diferentes a las actuales, pueden experimentar una pérdida de identidad al enfrentarse a una realidad que ha transformado su concepción de lo "normal". Además, Foucault nos recuerda que lo que se considera normal en una sociedad es el resultado de procesos históricos. Por ejemplo, personas mayores que crecieron en generaciones pasadas vivieron en contextos con normas y valores distintos a los actuales. La forma en que concibieron la familia, el trabajo y las relaciones sociales puede diferir significativamente de las normas contemporáneas. Este cambio en la normalidad puede generar una crisis de identidad en los adultos mayores. Aquello que fue aceptado y considerado "normal" en su juventud ahora puede entrar en conflicto con las expectativas y normas actuales. La sociedad, que ha evolucionado, puede no reconocer o valorar las experiencias y conocimientos acumulados a lo largo de sus vidas (1975).

Para ponerlo en contexto, tomemos el caso de una generación que experimentó roles de género más rígidos, estructuras familiares tradicionales y expectativas laborales diferentes. Los adultos mayores de hoy, que fueron socializados en estas normas pasadas, pueden encontrarse en desacuerdo con las concepciones actuales de igualdad de género, diversidad familiar y flexibilidad laboral. Esta discrepancia puede llevar a sentimientos de desplazamiento y pérdida de identidad, ya que las normas actuales no reflejan sus experiencias pasadas.

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