A Peno Sol

A PLENO SOL

Por: Alejandra Arango Ahumada

Dirigida por René Clément “A pleno sol” es una película de origen francés del año 1960, la cual tiene como protagonistas a Alain Delon, Maurice Ronet y Marie Laforêt.

Tom Ripley (Alain Delon), es un cazafortunas enviado a Europa por el señor Greenleaf para buscar a su hijo Philippe (Maurice Ronet), un playboy mimado, y llevarlo de vuelta a los EE.UU. Philippe finge estar decidido a regresar, pero Tom observa cómo no tiene ninguna intención de dejar a Marge (Marie Laforêt), ni de cumplir los deseos de su padre.

Basada en la novela “El talento de Mr. Ripley”, René Clémen traslada a la gran pantalla esta inolvidable historia, adentrándonos en una atmósfera poética imborrable. El filme expone a un Alain Delon embarcado en un intento de crimen perfecto con el que pretende saciar sus ambiciones y el suspenso que escarba en las profundidades de la condición humana con un aumento de asfixiante intensidad. Nos muestra la metamorfosis de Tom Ripley, como es que cae en la obsesión de querer ser alguien, de desear la vida del otro, de abandonar esa vida llena de mediocridad y sin nada que contar, a ser, y sobre todo, sentirse, alguien importante. Nos habla de la envidia, de la dualidad de personalidades, del amor y el desamor y sobre todo de los límites, de forma exagerada, claro está, que puede llegar el querer incrementar la propia autoestima.

Clément realiza el film de forma pulcra, cuidando mucho los detalles, haciendo un análisis visual del proceso de suplantación de una persona, con un tratamiento de los personajes formidables, los cuales están muy bien trabajados. La actuación de Maurice Ronet, en su papel de Phillipe Greenleaf, representa claramente un vividor, un “joven de bien” con dinero para malgastar, sin oficio ni beneficio pero con respaldo económico de sus padres; el dinamismo de su personaje está muy bien reflejado.

Pero cabe destacar la fabulosa actuación de Alain Delon, dotando a su personaje de la carga de ambigüedad suficiente para sentirnos atraídos por el “bello” monstruo. Delon logra capturar y reflejar ese envidia, esa baja autoestima, esa enfermedad llamada codicia. Una actuación memorable, en la falsedad de su personaje radica la riqueza.

Los títulos de crédito que abren el film son fabulosos, con un uso muy inteligente de filtros y tonalidades, los cuales parecen incluso de la talla de los de un genio como Saul Bass. La cinta se aparta de sentimentalismos, de excesos de planos y contiene un formalismo increíble, refleja perfectamente el acoso y el miedo interior de Ripley y traslada al espectador a terrenos del género negro pocas veces visto con tanta sobriedad.

Rodada prácticamente en su totalidad en escenarios naturales y realizada por un director caracterizado hasta la fecha por cierta formalidad en sus planteamientos,

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