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Just In Time


Enviado por   •  10 de Marzo de 2012  •  1.282 Palabras (6 Páginas)  •  3.127 Visitas

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Historia

Después de la segunda guerra mundial Japón se vio en la necesidad de desarrollar nuevas técnicas de manufactura para reconstruir su economía, debido a esto comienza a crear diversas técnicas de calidad dentro de las cuales estaba el modelo Just in Time (JIT). Éste tiene sus inicios en los años cincuenta cuando se transforma la industria del automóvil, Toyota fue la compañía pionera en desarrollar y perfeccionar esta filosofía de producción que se orienta a la demanda.

Aunque los inicios del JIT son algo difusos todo indica que comenzó con la visita de Taiichi Ohno (un joven ejecutivo de Toyota) a Estados Unidos, quien había oído hablar del sistema organizativo que empleaban los supermercados de este país. Al visitarlos observo que los clientes iban cogiendo los productos que necesitaban de las estanterías, los depositaban en su carrito y a la salida pagaban su cuenta, mientras tanto los encargados controlaban aquellas estanterías que quedaban vacías para reponer existencias con los productos de almacén de manera que en todo momento se suministraban los productos a medida que estos eran consumidos.

Si bien en esta época era conocido el modelo de fabricación en cadena propuesto por Sorensen en las líneas de montaje de Ford “T”, éste dejaba de lado la regulación de stocks para la fabricación del “T”. Es así como, gracias a su visita a Estados Unidos Ohno se plantea la posibilidad de implantar un sistema similar al de los supermercados en las líneas de montaje de Toyota y surge el primer principio de la producción JIT “Los procesos aguas abajo arrastran los productos fabricados en los procesos anteriores”, que es conocido con el nombre técnico de sistema de arrastre (PULL) que conduce a una drástica reducción de stock.

En qué consiste

Just in time es una filosofía administrativa a través de la cual se busca la eliminación de todas las formas de desperdicio en el proceso de manufactura y en las actividades de soporte. El objetivo de este modelo es producir lo que se necesita, cuando se necesita y en la cantidad en que se necesita.

En principio, JIT buscaba satisfacer con exactitud las exigencias de los clientes externos (comprador final del producto) o internos (cuando el producto sigue otro proceso en la línea de producción) en términos de entrega a tiempo, calidad sin defectos y cantidad exacta. Sin embargo, hoy en día el modelo pretende conseguir la excelencia en la industria basándose en la eliminación continua de todo lo que implique desperdicio, es decir, todo aquello que no añade valor al producto.

El JIT implica llevar el material exacto, al lugar necesario, en el momento concreto; para lograrlo cada operación debe estar perfectamente sincronizada con las que le siguen. Esto además, permitirá reducir el plazo de producción desde la entrada de materiales hasta la terminación del producto, adaptarse a las fluctuaciones de la demanda, evitar desequilibrios de existencias, excesos de equipos y personas y reducir los costes a través de la eliminación de despilfarros.

Muy a menudo, las organizaciones, lo han aplicado sólo para reducir sus costos y lograr mayores utilidades. Esta es una visión a corto plazo del potencial del JIT. La eliminación de desperdicios tiene como resultado a largo plazo un proceso ágil, eficiente, orientado a la calidad y tan capaz de responder a los deseos del cliente, que llega a convertirse en una arma estratégica. Con un sistema de fabricación más eficiente y menos derrochador, las empresas no tendrán que depender del mercadeo o de la publicidad como únicos medios para hacer distinguir sus productos y captar una parte del mercado. El JIT enfatiza primordialmente la simplicidad y la flexibilidad.

El modelo puede ayudar a la organización a mantenerse competitiva ofreciendo a sus clientes productos de mayor calidad, sin embargo, a pesar de sus múltiples ventajas implantar este modelo en las organizaciones puede traes complicaciones, tales como, dificultades para la implantación debido a la cultura de la empresa, presión y estrés en los colaboradores, resistencia al cambio, etc. Sin duda considerar estos factores y tratar de contrarrestarlos pueden marcar la diferencia entre una implantación exitosa o un fracaso que perjudique la productividad y competitividad en la organización.

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