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Consejería


Enviado por   •  23 de Octubre de 2013  •  3.720 Palabras (15 Páginas)  •  226 Visitas

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INTRODUCCIÓN

La Consejería busca a través de programas de estudios desarrollar las siguientes destrezas: Escuchar y responder. Posicionarse a partir de modelos teóricos, donde se encuentra la persona o familiar asesorada respecto a su problema y al sistema Familiar. Influenciar utilizando intervenciones y estrategias para alcanzar objetivos saludables.

Facilitar el cambio a la salud y armonía personal y familiar. Analizar procesos evaluando periódicamente sus acciones, impactos, logros y desaciertos, Referir a las personas o familiares a personal más idóneo profesional según sea el caso y conforme a sus limitaciones.

Las características en el consejero/a son esenciales y vitales para desarrollar una entrevista o una terapia con resultado, dependen de la madurez del consejero y la sensibilidad en su corazón para desempeñar su área con excelencia. Estas nos dan pautas para ponerlas en práctica en un futuro cercano donde nos hacen saber que depende de nuestro carácter para poder ser un bueno consejero/a.

Las técnicas que se aplican en la consejería cristiana se utiliza la Biblia para aconsejar y hacer conscientes a las personas de sus actitudes. Estas técnicas nos enseñan cómo hacer una consejería dinámica y efectiva que marca un proceso exitoso.

CARACTERÍSTICAS DEL CONSEJERO/A.

Empatía: La empatía es una característica muy importante que debe tener un buen terapeuta. Las personas recurren a terapia para resolver toda clase de problemas emocionales y mentales; por esta razón se sienten vulnerables y si caen en manos de un terapeuta insensible, será muy difícil que puedan resolver los inconvenientes como corresponde. La compasión se puede transmitir por medio de señales verbales y no verbales. Simplemente asentir con la cabeza o decir "entiendo" puede hacer que el paciente se sienta cómodo y encare el camino hacia la recuperación.

Observación: Un consejero eficaz puede identificar los patrones negativos de comportamiento y pensamiento tan solo si escucha y observa a sus pacientes. Los terapeutas observadores pueden detectar diversas tendencias en el comportamiento del paciente sin que este se dé cuenta; analizan la inflexión del tono de voz y prestan atención al lenguaje corporal. Ejemplo: una pareja acude a terapia y el marido enojado, dice que su matrimonio no tiene ningún problema. Sin embargo, el terapeuta nota que los esposos están sentados en los extremos opuestos del sofá, con los brazos cruzados y dándose ligeramente la espalda uno a otro. Para los terapeutas, por lo general el tono de voz y la postura corporal indican cómo se sienten verdaderamente los pacientes.

Habilidades para escuchar: Un consejero eficaz también sabe que sus pacientes son capaces de encontrar las soluciones ellos mismos. Escuchar al otro es una habilidad que se aprende. Un buen terapeuta puede escuchar a su paciente sin interrumpir ni ofrecer un simple consejo frívolo. Durante este proceso, los consejeros no solo escuchan lo que dice el paciente, sino también el significado de lo que dice; luego realizan las preguntas correspondientes. Por ejemplo, un marido puede contarle al terapeuta que no le gusta el trabajo de su esposa porque implica muchas horas. El terapeuta realiza un seguimiento de esta declaración cuando le pregunta al esposo si en realidad su deseo es pasar más tiempo junto a su mujer.

Habilidades de organización y administración del tiempo: Los consejeros son responsables de llevar a cabo el seguimiento de una gran cantidad de documentos, como el seguro de cada cliente y las notas tomadas durante cada sesión. Además deben mantener un calendario preciso para llegar a tiempo a sus consultas y para que no se superpongan las citas de los pacientes. En este momento se ponen en funcionamiento las habilidades de organización y administración del tiempo.

Destrezas en consejería: La forma de adquirir destrezas en la consejería es a través del estudio. Existen muchos centros en los cuales se pueden adquirir estas destrezas. Usualmente se incluyen en cursos de consejería pastoral en todos los seminarios e institutos teológicos. También se pueden adquirir a través del estudio independiente leyendo libros dedicados al tema o en el internet.

Sensibilidad: Un buen consejero o consejera necesita tener un alto grado de sensitividad y sensibilidad. La persona que recure a un consejero está buscando ayuda en alguna situación de crisis. De por sí, cualquier situación de crisis crea unas presiones emocionales que interrumpen el comportamiento y funcionamiento normal de una persona. El consejero o consejera debe estar consciente de cómo y hasta qué nivel dicho comportamiento y funciones se están interrumpiendo y cómo ofrecer apoyo para re-establecer el balance normal de la persona.

Ser buen oyente: No se puede ser buen consejero o consejera si uno no está dispuesto a escuchar a las personas. Oír la persona no es solamente escuchar lo que dice en palabras, es percibir el mensaje corporal, el tono de voz en que habla, los cambios en las facciones de la cara, donde fija su mirada, que temores expresan sus gestos, y percibir qué otros detalles se pueden notar en la persona. El buen oyente trata de percibir los sentimientos de la persona y ayudarla a identificar esos sentimientos.

Una buena mente analítica: El análisis consiste en romper el todo en sus partes para investigarlas individualmente. ¿Qué es lo que esto quiere decir? Que un consejero o consejera tiene que tener la capacidad para tomar un problema complejo; dividirlo en diferentes partes para entender cada una de ellas y comprender como estas partes se relacionan al todo, o al problema. Un buen consejero o consejera trata de ayudar la persona para que pueda romper el problema en partes pequeñas que sean más manejables que el todo. Pero el consejero/a tiene que saber cuáles son las preguntas específicas que ayudarán dicho proceso y como tal, él o ella deben tener una buena mente analítica para formular las preguntas correctas.

Humildad: El consejero o consejera tiene que ser humilde para entender sus propias limitaciones quiere decir; saber cuándo debe referir la persona a un especialista o a una persona que pueda ser más objetiva. Muchas veces en la consejería se trabaja con personas que se conoce por mucho tiempo, con matrimonios en problemas, con hijos e hijas problemáticos o con situaciones que se han visto desarrollar. Es muy difícil poder hacer una abstracción de nuestras relaciones con esas personas y ser completamente objetivos. Es por eso que se tiene que ser humilde para entender hasta qué

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