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Los Miedos Infantiles


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2012  •  2.205 Palabras (9 Páginas)  •  492 Visitas

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Los miedos infantiles

Jueves 13 de Septiembre de 2012

1- Introducción

2- Miedo, fobia y ansiedad

3- Curso evolutivo de los miedos infantiles

4- Posible origen de los miedos

5- Orientaciones para combatir el miedo

1- Introducción

Los miedos en general y cualquiera de sus modalidades en la etapa infantil suponen un fenómeno universal y omnipresente en todas las culturas y tiempos. La única explicación a esta regularidad es que el miedo debe tener un importante componente de valor adaptativo para la especie. En pequeña escala, estas sensaciones que se viven como desagradables por parte del niño o adolescente pueden cumplir una función de supervivencia en el sentido de apartarle de situaciones de peligro potencial (no acercarse a ciertos animales, no entrar en sitios oscuros, etc.). Sin embargo, cuando este miedo es desadaptativo (no obedece a ninguna causa real de peligro potencial o se sobrevaloran las posibles consecuencias) el resultado es un enorme sufrimiento por parte del niño que lo padece y sus padres. El miedo, puede entonces condicionar su funcionamiento y alterar sensiblemente su capacidad para afrontar situaciones cotidianas (ir a dormir, ir a la escuela, estar sólo, etc.).

No hay duda que los miedos son evolutivos y “normales” a cierta edad, cambiando el objeto temido a medida que el niño crece y su sistema psicobiológico va madurando. La tendencia natural será a que éstos vayan desapareciendo progresivamente. En otras ocasiones, podemos hablar abiertamente de temores o miedos patológicos que pueden derivar hacia trastornos que necesitan atención psicológica (ansiedad, fobias). Establecer la frontera entre uno y otro (normalidad-patología) no siempre es fácil y dependerá mucho de la edad del niño, la naturaleza del objeto temido y sus circunstancias, así como la intensidad, frecuencia, sufrimiento y grado de incapacitación que se produce en el niño.

2- Miedo, Fobia y Ansiedad

Un niño puede sentir un miedo natural ante la presencia de un perro grande mostrándose reacio a tocarlo y manteniéndose discretamente a cierta distancia (le tiene miedo). En otro niño la simple visión del perro o su ladrido puede despertar la necesidad de correr inmediatamente, sintiendo un malestar profundo y necesitando alejarse a mucha distancia para tranquilizarse. En éste último caso no ha habido ninguna causa objetiva que pueda justificar el temor del niño (salvo en el caso de que el niño hubiera sido víctima con anterioridad de la acción de algún perro). Las expectativas de que el perro le pueda atacar cuando va acompañado de sus padres y el perro se encuentra a distancia y va atado son irracionales. A este miedo irracional le llamamos fobia.

Relacionado con los miedos y las fobias suele hablarse también de ansiedad. La ansiedad está muy presente en todos los procesos de miedos y, en especial, en las fobias. El término se utiliza para poner de relieve las importantes alteraciones psicofisiológicas que se producen en nuestro organismo cuando experimentamos un miedo intenso. Este estado de activación puede producirse ante un estimulo concreto (fobia específica) u otro que la persona no puede describir con exactitud. Algunos autores lo han denominado el “temor a sentir miedo”.

La activación fisiológica se manifiesta, entre otros, por una activación de las glándulas sudoríparas (manos pegajosas, húmedas), aumento de la frecuencia e intensidad cardíaca, elevación del tono muscular, et.. El cuerpo se prepara para una respuesta de escape o huida activando los sistemas motores. Si el niño es obligado a permanecer ante el estímulo o situación temida la voz se torna temblorosa, se producen bloqueos, tics, muecas faciales. Cada niño manifestará su ansiedad de diferente forma según sus características.

La ansiedad se retroalimenta creando un circulo vicioso a nivel cognitivo con los pensamientos irracionales (el perro tiene un aspecto muy fiero y viene a por mi; la oscuridad siempre es peligrosa...).

3- Curso evolutivo de los miedos

a) Primera infancia

Los diferentes estadios de desarrollo conllevan asociados la preponderancia de un tipo u otro de miedos. Según algunos autores, los bebés no comienzan a manifestar el sentimiento de miedo antes de los seis meses de vida. Es a partir de esa edad cuando empiezan a experimentar miedos a las alturas, a los extraños y otros. Estos tres tipos de miedo se consideran programados genéticamente y de un alto valor adaptativo. De hecho su presencia denota un cierto grado de madurez en el bebé.

A esta edad también surge la ansiedad de separación de la figura de apego.

Entre el año y los dos años y medio se intensifica el miedo a la separación de los padres a la que se le suma el temor hacia los compañeros extraños. Ambas formas de miedo pueden perdurar, en algunos casos, hasta la adolescencia y la edad adulta, tomando la forma de timidez. Lo habitual es que vayan desapareciendo progresivamente a medida que el niño crece.

Es en esta etapa, cuando empiezan también a surgir los primeros miedos relacionados con pequeños animales y ruidos fuertes como pueden ser los de una tormenta.

b) Etapa preescolar (2,5-6 años)

Se inicia una evolución de los miedos infantiles. Se mantienen los de la etapa anterior (extraños, ruidos, etc.) pero van incrementándose los posibles estímulos potencialmente capaces de generar miedo. Ello va en paralelo al desarrollo cognitivo del niño. Ahora pueden entrar en escena los estímulos imaginarios, los monstruos, la oscuridad, los fantasmas, o algún personaje del cine. La mayoría de los miedos a los animales empiezan a desarrollarse en esta etapa y pueden perdurar hasta la edad adulta.

c) 6 a 11 años

El niño alcanza la capacidad de diferenciar las representaciones internas de la realidad objetiva. Los miedos serán ahora más realistas y específicos, desapareciendo los temores a seres imaginarios o del mundo fantástico.

Toman el relevo como temores más significativos el daño físico (accidentes) o los médicos (heridas, sangre, inyecciones).

Puede también presentarse, dependiendo de las circunstancias,

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