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ANALISIS PSICOLÓGICO DE LA PELÍCULA UNFAITHFUL


Enviado por   •  17 de Abril de 2014  •  Síntesis  •  2.330 Palabras (10 Páginas)  •  694 Visitas

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ANALISIS PSICOLÓGICO DE LA PELÍCULA UNFAITHFUL

Documentación del cine foro realizado por la APE (Asociación de Psicólogos Estudiantes) dirigido por la Licenciada Claudia Melville llevado a cabo en la Universidad Francisco Marroquín el día miércoles 27 de octubre de 2010.

Participantes de cine foro (en orden alfabético):

Andrea Camargo Juan Diego Guerra Andrea Gálvez Lillian Delgado Claudia Calderón María Andrea Valdez Gabriela Flores Marilí Jo Jorge Marroquín Renata Silva Joseleen Mungia Rocío Suazo Santiago Robles

Un cine foro provee a sus participantes la oportunidad de aportar ideas, opiniones, sensaciones y especialmente la formulación de nuevas preguntas e inquietudes. El 27 de octubre del año 2010, se llevó a cabo el cine foro de la película Unfaithful en la Universidad Francisco Marroquín como actividad de la Asociación de Estudiantes de Psicología (APE) y fue sorprendente la cantidad y calidad de aportes de los participantes por lo que me permití realizar una documentación del evento quizá para no olvidar el buen momento y la curiosidad de cada uno por entender la complejidad del tema ilustrado en el film. La película Unfaithful (2002), dirigida por Adrian Lyne (director de otras películas con tramas similares como Fatal Attraction e Indecent Proposal) ilustra la vida de una pareja de clase media alta con once años de historia matrimonial. Edward Sumner (Richard Gere) es un hombre de edad adulta media, dueño de una compañía de camiones de seguridad quien a lo largo de la película destaca por sus pocas demostraciones afectivas, tono de voz suave y por su constancia; perfecto en apariencia para Connie (Diane Lane), cuyo nombre de pila es “Constance”. A lo

largo del film, Connie es constante en sus funciones de madre y esposa, parece tener tareas rutinarias establecidas como prepararle el almuerzo a su hijo, ir a la tintorería y buscar donantes para subastas. Aunque la película no nos proporciona información explícita sobre la vida matrimonial y familiar de los personajes, la escena inicial delata la vida quieta, estática y silenciosa de la vida casera de Connie en contraste con el viento incesante, externo a casa, que provoca movimiento y un desorden tan fuerte que conlleva a acciones involuntarias como la caída de Connie sobre un joven francés de 28 años comprador y vendedor de libros usados, Paul Martel (Olivier Martinez) con quien hay una atracción fatal desde el primer contacto accidental.

El tema de la infidelidad nos hace pensar en triángulos amorosos y es interesante cómo en cada escena de la película se presenta alguna forma de triangulación. Al principio aparecen Connie, Edward y Charlie (hijo de la pareja), el triángulo natural de la vida. Cuando Connie sale de su casa suburbana hacia la ciudad de Nueva York, se enfrenta a un día ventoso que termina tumbándola sobre Paul quedando entrelazados y provocando dos heridas sangrientas en sus rodillas. Paul le ofrece ayuda invitándola a su apartamento (en el área de SOHO) asegurándole que no es un asesino. Connie, dudosa pero inquieta, acepta la ayuda de Paul y entra al apartamento (un espacio tipo loft lleno de libros), dirigiéndose al baño para curar las heridas. Es interesante que se le cae un bote de aspirinas en el inodoro y lo saca metiendo la mano con cierto disgusto, reflejando que ya entra en lo más íntimo de Paul desde el primer encuentro. Finalmente se quedan solos y pareciera que esto incomoda a Connie por lo que le pide utilizar el teléfono para avisarle a su hijo que llegará tarde por haber perdido el tren. Luego charlan un poco y finalmente ella decide retirarse, se le observa nerviosa. Paul le ofrece un libro y esto parece calmarla. Le indica cuál llevarse y la invita a leer en recio un párrafo en una página específica y al final del párrafo, ella leyendo y el de memoria enuncian al mismo tiempo “este momento es tu vida”. Desde aquí la vitalidad de Connie parece despertar después de un período estático y poco ruidoso a uno más vivo.

Connie regresa a casa y Edward parece no darle tanta importancia a los golpes en las rodillas de su esposa, es Charlie quien se impresiona con los mismos y le toma fotos. Connie relata lo sucedido y Edward no se conmueve, simplemente le pregunta si el muchacho que la ayudó era bien parecido. Se observa nuevamente poco contacto físico entre ellos y en todo momento se ven divididos en los cuidados hacia Charlie. Hay poco diálogo e interacción directa entre Edward y Connie, incluso cuando van a la cama y van a tener un momento íntimo, Edward decide filmar a Connie en vez de verla o tocarla directamente.

Connie parece intrigada y encuentra en el libro que Paul le brindó, su número. Decide llamarlo desde Grand Central Station simplemente para “agradecerle” su gesto de ayuda pero Paul inmediatamente la invita a su casa a tomar café, sin escuchar las intenciones de la llamada de Connie. Connie titubea pero finalmente accede a la propuesta y llega nuevamente al recinto de Paul. Resulta un encuentro que despierta los sentidos de cualquier espectador: utiliza una llama de fuego fuerte para hacer el café, tiene un recetario en braile al que invita a Connie a leer táctilmente con los ojos cerrados lo cual nos refleja la necesidad fuerte de la personaje de un cuidado sensorial respondiendo a las necesidades más primitivas del ser humano: calor, tacto y soporte, todas proporcionadas por Paul. Connie, asustada por el efecto del francés en ella, se retira y busca a Edward en su oficina sorprendiéndolo con un obsequio: un suéter de lana azúl. Edward parece sorprendido por la visita pero acepta el regalo cambiando rápidamente su atención a asuntos laborales ignorando a Connie. Observamos entonces una triangulación entre Connie, Edward y su trabajo.

En la siguiente visita, Paul recibe a Connie con música y le estimula el sentido auditivo, sumándose a una nueva modalidad de estimulación sensorial que parece carecer en casa. La invita a bailar y ella le advierte que ella controlará el baile y él le asegura que eso es propio de cualquier americana. Connie decide, de manera inconsciente, agregarle la variable “constancia” (como su nombre) a su nueva relación llevándole a Paul un regalo: cubiletes. Paul, a diferencia de Edward quien abre el regalo y decide ponerse el suéter directamente, hace caso omiso de los cubiletes enviando el mensaje que no le interesa nada más que Connie y que nada es suficiente para desviar su atención de ella. Inicia entonces un contacto muy directo entre Connie y Paul y finalmente tienen relaciones sexuales a las que ella se opone mentalmente pero no corporalmente. Paul da la impresión que detecta el conflicto interno de Connie y la invita a exteriorizarlo pidiéndole que le pegue. Connie le pega sacando de su mente el conflicto y finalmente cede a una relación sexual intensamente apasionada y nerviosa que posteriormente en el tren de regreso a casa piensa con vergüenza, placer, culpa, risa, confusión, etc. Es una escena fantástica que muestra en cuestión de segundos la ambivalencia de Connie hacia esta nueva relación. Se establece aquí el triángulo entre Connie, Paul y Edward.

Connie empieza a buscar cualquier excusa para salir a la ciudad y pasar tiempo con su amante. En una ocasión no logra llegar a casa de Paul, al encontrarse a dos amigas quienes la convencen de tomar café en la esquina opuesta al apartamento de Paul. Ansiosamente le avisa que estaba atrapada en el café de enfrente y sin dudarlo Paul aparece sin conflicto en el café y le da el mensaje implícito de verse en el baño donde terminan teniendo relaciones

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