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Adolescencia


Enviado por   •  19 de Abril de 2014  •  2.937 Palabras (12 Páginas)  •  276 Visitas

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Muchos autores al estudiar la adolescencia, destacan la importancia de los factores socioculturales en la expresión de ésta edad de la vida; aunque lo mismo cabría señalar para cualquier etapa vital del ser humano. Es por ello que el autor considera que cuando se establecen criterios diferenciales de tipo social, sociocultural, económico, etcétera, como predeterminantes en el estudio de la adolescencia, se está minimizando, por lo menos en parte, el problema básico y fundamental de la circunstancia evolutiva que significa esta etapa de la vida, con todo su bagaje biológico individualizante.

Este período de la vida, como todo fenómeno humano, tiene su exteriorización característica dentro del marco cultural-social en el cual se desarrolla. Así, debemos considerar la adolescencia como un fenómeno específico dentro de toda la historia del desarrollo humano, y así mismo dentro del tipo geográfico temporal e histórico social; ya que se ha observado en diferentes estudios que “los principios psicológicos fundamentales que obran en todos los ambientes sociales podrían ser los mismos”.

No hay duda alguna de que el elemento sociocultural influye con un determinismo específico en las manifestaciones de la adolescencia, pero también se debe tener en cuenta que tras esta expresión sociocultural existe un basamento psicobiológico que le da características universales.

La adolescencia está caracterizada fundamentalmente por ser un período de transición entre la pubertad y el estado adulto del desarrollo y que en las diferentes sociedades este período puede variar, como varía el reconocimiento de la condición adulta que se le da a al individuo. Sin embargo, existe, como base de todo este proceso, una circunstancia especial, que es la característica del proceso adolescente en sí, es decir, una situación que obliga al individuo a reformularse los conceptos que tiene acerca de sí mismo y que lo lleva a abandonar la autoimagen infantil y a proyectarse en el futuro de su adultez. El problema de la adolescencia debe ser tomado como un proceso universal de cambio, de desprendimiento, pero que se teñirá de connotaciones externas peculiares de cada cultura, que lo favorecerán o dificultarán según las circunstancias.

Abstraer la adolescencia del continum que es el proceso evolutivo y estudiarla como una etapa, para este autor es un adultomorfismo que es necesario superar, ya que induce a prejuicios de investigación a los que después resulta difícil abstraerse. Esto implica negar que el sino de la adolescencia es integrarse en ese mundo del adulto en donde tendrá que aceptar su nueva configuración de ser humano, su morfología adulta y la capacidad del ejercicio de su genitalidad para la procreación.

Se ha llegado a definir la adolescencia como “La etapa de la vida durante la cual el individuo busca establecer su identidad adulta, apoyándose en las primeras relaciones objetales-parentales internalizadas y verificando la realidad que el medio social le ofrece, mediante el uso de elementos biofísicos en desarrollo a su disposición y que a su vez tienden a la estabilidad de la personalidad en un plano genital, lo que sólo es posible si se hace el duelo por la identidad infantil”, siendo la identidad un continum.

Este proceso de duelo es básico y fundamental y la estabilización de la personalidad no se logra si no pasa por cierto grado de conducta “patológica”, que se podría considerar inherente a la evolución normal de esta etapa de la vida.

Frente a un mundo cambiante y a un individuo que, como adolescente, presenta una cantidad de actitudes también cambiantes, éste no puede sino manejarse en una forma muy especial, que de ninguna manera puede compararse siquiera con lo que sería una verdadera normalidad en el concepto adulto del término.

El concepto de normalidad no es fácil de establecer, ya que en general varía con relación con el medio socioeconómico, político y cultural como ya se había indicado. Por lo tanto, resulta generalmente una abstracción con validez operacional para el investigador que, ubicado en un medio determinado, se rige por las normas sociales vigentes implícitas o explícitas

La normalidad se establece sobre las pautas de adaptación al medio, y que no significa sometimiento al mismo, sino más bien la capacidad de utilizar los dispositivos existentes para el logro de las satisfacciones básicas del individuo en una interacción permanente que busca modificar lo displacentero o lo inútil a través del logro de sustituciones para el individuo y la comunidad. Sin embargo, se debe reconocer que la personalidad bien integrada no siempre es la mejor adaptada, pero tiene sí, la fuerza interior para como para advertir el momento en que una adaptación temporaria del medio puede estar en conflicto con la realización de objetivos básicos, y puede también modificar su conducta de acuerdo a sus necesidades circunstanciales. Este es el aspecto de la conducta en que el adolescente en términos generales puede fallar. Al vivir una etapa fundamental de transición, su personalidad tiene características especiales que lo pueden ubicar entre las llamadas personalidades “marginales”, en el sentido de la adaptación e integración.

Algunos psicoanalistas, como Ana Freud, dicen que es difícil señalar el límite entre lo normal y lo patológico en la adolescencia, y consideran que en realidad todo este período de vida debe ser estimado como normal, señalando además que sería anormal la presencia de un equilibrio estable durante el proceso adolescente.

Las luchas y rebeldías externas del adolescente no son más que reflejos de los conflictos de dependencia infantil que íntimamente aún persisten. Los procesos de duelo obligan a actuaciones que tiene características defensivas según el individuo y sus circunstancias. Es por ello que el autor considera que se puede hablar de una patología normal del adolescente, en el sentido de que precisamente ésta exterioriza sus conflictos de acuerdo con su estructura y sus experiencias.

Así, se considera a la adolescencia más que una etapa estabilizada. Es proceso, desarrollo, y por lo tanto su aparente patología debe admitirse y comprenderse para ubicar sus desviaciones en el contexto de la realidad humana que le rodea.

De acuerdo a lo que se conoce, el adolescente atraviesa por desequilibrios e inestabilidad extremas. Muestra periodos de elación, de ensimismamiento, alternando con audacia, timidez, incoordinación, urgencia, desinterés o apatía, que se suceden o son concomitantes con conflictos afectivos, crisis religiosas en las que se puede oscilar de un ateísmo anárquico al misticismo fervoroso, intelectualizaciones y postulaciones filosóficas, ascetismo, conductas sexuales dirigidas al heteroerotismo y hasta la homosexualidad ocasional. Esto

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