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Aprendizaje Y Síndrome De Down


Enviado por   •  6 de Julio de 2014  •  4.708 Palabras (19 Páginas)  •  195 Visitas

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Aprendizaje y síndrome de Down,IV

La Motivación (1ª parte)

I- . Definición y propiedades

Uno de los elementos que consideramos fundamental en el proceso de aprendizaje es la motivación (véase Las Claves del Aprendizaje y la fig. 1). Obviamente, la motivación no es sólo indispensable para el aprendizaje sino para el desarrollo de cualquier tipo de actividad o de conducta volitiva. Pero aquí estamos analizando de manera concreta el proceso del aprendizaje, y que circunstancias se puede dar en las personas con síndrome de Down, capaces de modificar dicho proceso en un sentido positivo o negativo. Por ello va a ser preciso que analicemos bien qué entendemos por motivación, qué elementos la constituyen y promueven, qué mecanismos influyen sobre ella. Posteriormente veremos cómo puede estar modificada en las personas con síndrome de Down, y de qué recursos podemos disponer para favorecer su acción benefactora.

¿Qué es la motivación?

La motivación es un proceso interno capaz de empujar a, o de tirar de, un individuo para ejecutar una acción externa, visible, constatable. Decimos: "Esa persona se ve empujada por la motivación de triunfar en su trabajo", o "lo que más me motiva es agradar a la persona a la que amo". En ambas frases se aprecia la existencia de un objetivo capaz de impulsar la conducta. Otras veces la motivación no es externa sino interna: una experiencia personal como puede ser el hambre que me induce a comer. En definitiva, la motivación puede surgir del interés por alcanzar un objetivo previsible, o por satisfacer un deseo experimentado y reconocido.

La motivación es una fuerza que impulsa nuestra conducta en un sentido determinado. En nuestra experiencia diaria comprobamos que muchas de nuestras acciones son respuestas a estímulos que recibimos, generados fuera o dentro de nosotros mismos: órdenes, acontecimientos, ideas. Vemos, pues, a la motivación como una realidad dinamizadora porque nos impulsa a realizar una acción en una dirección determinada. No se debe confundir la motivación con el instinto, que es un condicionamiento innato. El instinto minimiza el papel de la posibilidad de que una conducta pueda ser modificada a base de experiencia y aprendizaje, que es algo consustancial a la naturaleza humana. Pero no cabe duda de que el instinto o la respuesta instintiva puede formar parte de todo el entramado motivacional.

La motivación, pues, es un proceso interno, intrínseco al individuo, que forma parte de ese conjunto de atributos propios de él y que, en términos de la moderna psicología, llamamos variables "intercurrentes". Ejemplos de tales variables son la inteligencia, la memoria, las actitudes, la personalidad, el conocimiento (que comprende nuestro individual conjunto de saberes, creencias, expectativas, capacidad para resolver y decidir), o las tendencias biológicamente preprogramadas o emociones.

La motivación es una variable más de este acerbo de atributos individuales, y debemos por tanto diferenciarla de los otros. Todos ellos influyen en mayor o menor grado, según cada circunstancia, sobre la conducta. Por supuesto, además de estas variables internas existen e influyen otras que son externas a nosotros, como son los estímulos ambientales, los premios, o los resultados que conseguimos con nuestra propia conducta y que influirán sobre ella misma.

Entre todo este conjunto de variables, la motivación va a ser el proceso interno capaz de dotar de energía y de direccionalidad a nuestra conducta.

Características de la motivación

Por su propia naturaleza, la motivación es un proceso dinámico interno. Ahora bien, puede tratarse de un proceso momentáneo: entonces recibe el nombre de"estado" motivacional. O puede tratarse de una predisposición en relación con tendencias de acción dinámica, y la contemplamos entonces más bien como un"rasgo". El análisis de los rasgos motivacionales nos lleva a destacar o subrayar las diferencias entre los distintos individuos. El estudio de los estados emocionales subraya las diferencias que pueden surgir en la dinámica momentánea de la acción.

Los cambios en la motivación pueden ser de intensidad (cantidad) o de cualidad. La intensidad hace referencia a la fuerza con que influye el impulso motivador. Los cambios de cualidad se refieren a la dirección que se elige para realizar una acción, es decir, qué camino sigue y hacia dónde se dirige la acción.

a) La intensidad. En la intensidad energizante de la motivación oscilamos desde la apatía o letargia hasta el estado de máxima alerta y de capacidad de respuesta. Muchos sufrimos este abanico de situaciones cada día: nos despertamos por la mañana incapaces de reaccionar y pensar, y poco a poco nos vamos entonando y cogiendo impulso para tomar decisiones a lo largo de la mañana. En muy pocas horas, a veces basta una hora, pasamos de la apatía extrema a la acción vertiginosa. Es un proceso en el que se va incrementando nuestro estado interno de vigilia, un proceso de activación, de tensión dinamizadora, de movilización de nuestra energía.

b) La direccionalidad. Este aspecto de la motivación se refiere a la cualidad de nuestras acciones y tendencias. Pertenece a las variaciones en los tipos de objetivos o de antecedentes a los que un individuo responde. Puede que un individuo realice un largo desplazamiento porque tiene hambre y necesita comprar comida, o puede que lo haga porque tiene ganas de acudir a un espectáculo.

c) La variabilidad. La acción varía según los individuos y según las circunstancias del momento. ¿Qué es lo que suele motivar a esta persona? ¿Qué es lo que más le puede motivar en este momento? Puede tratarse de un momento circunstancial (me motiva ahora el hambre porque no he comido; o aunque tengo hambre no me voy a comer porque prefiero acudir a una cita interesante). O puede tratarse de una tendencia reflejada por la experiencia (me motiva especialmente el componente artístico).

d) La estabilidad. Aunque la variabilidad es una propiedad indiscutible, es también evidente que el estado motivacional de un individuo puede variar considerablemente en cuanto a la duración del tiempo en que perdura la motivación. Hay estados motivacionales que duran muy poco tiempo: son breves estados marcados por una excitación o una reacción impulsiva, y se llaman estados fásicos. Frente a ellos, están los estados estables o tónicos, en los que la motivación persiste. Durante considerables espacios de tiempo, incluso durante años: el profesional, o el artesano, o el ama de casa que encuentra sentido día tras día a lo que ejecuta.

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