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Críticas Y Deficiencias De La Evaluación En La Educación (el Aula Como Contexto De Acción)


Enviado por   •  12 de Febrero de 2014  •  1.541 Palabras (7 Páginas)  •  287 Visitas

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La evaluación es un asunto que ha adquirido especial importancia en la atención de los encargados en educación, quienes han desarrollado conceptos y técnicas útiles, para que la evaluación cada vez sea más fructífera. Sin embargo, se busca más bien que la evaluación se torne casi automática y autónoma, olvidando el déficit real de educación que hay en nuestro país.

Si la evaluación tiene como propósito mejorar el aprendizaje, es claro que está debe de ser desarrollada en forma natural sin las acostumbradas creencias que tienen sobre ella de que es sancionadora y selectiva.

Es por esto último, que la evaluación es relativa al proceso de aprendizaje, pues se considera que toda persona que desea aprender, tiene que pasar por procesos evaluativos. No obstante, la tarea de evaluar consiste en recopilar información sobre qué y cómo aprende cada alumno, cuáles son sus progresos a participar en situaciones de enseñanza, de modo que se puede detectar junto con ellos, logros y dificultades para de tal forma tomar medidas necesarias para superarlas.

Sin embargo, si la evaluación es un proceso co-trascendiente a la educación ¿No es necesario uno del otro para que ambos salgan adelante? Respondiendo este punto, si en México la educación no es suficiente para todos, por lo tanto la evaluación no lo será. Prácticamente es bien conocido que la educación en este país no está al alcance de una nación que durante dos décadas se ha hecho evaluaciones y el camino recorrido ha sido bastante sinuoso, con pocos avances y muchos retrocesos (Moreno-Olivos, 2010). La evaluación es un proceso multidimensional, complejo y polémico en todas partes del mundo pues, al igual que un prisma, tiene muchas caras; pero también es el punto de partida en donde podemos saber qué es lo que pasa sí, retomando el ejemplo ya dicho, la educación de nuestro país es realmente de calidad o tanto que si no lo es. Sin embargo, resulta difícil decir algo acerca de la calidad de este sistema educativo que por años se ha impartido en las aulas.

Para que la evaluación tenga valor debe ser de calidad, es decir, no vale cualquier tipo de evaluación, esta debe poseer un valor en sí misma y siempre con un objetivo que desde un principio debió ser aclarado pues a pesar de las críticas que se le puedan formular, lo cierto es que se ha conseguido que la evaluación forme parte de la vida cotidiana de las instituciones educativas y sea reconocida por los diferentes actores que vendrían siendo los docentes y los alumnos, dentro de un salón de clase.

Entonces se considera que es por medio de la evaluación que sabemos si estamos yendo por el camino adecuado, o es necesario cambiar de estrategia. En este sentido, hay la necesidad de crear un ambiente favorable en el salón de clases para que la evaluación se produzca plenamente y sin inhibiciones. La evaluación siempre nos dirá como se está llevando el proceso de aprendizaje y si los resultados son los esperados o no, y si es buena sólo si cumple con enriquecer plenamente a las personas que en ella intervienen (Hopkins, 1989) y para desarrollar los programas e instituciones evaluadas; si produce confianza y deseos para continuar aprendiendo a lo largo de la vida. Una de las funciones pedagógicas más importantes es aquella que se emplea para que los evaluados identifiquen y reconozcan las fortalezas de su aprendizaje y lo que aún les falta por lograr.

Si se quiere conectar a la evaluación con la mejora de la escuela en formas significativas, debemos ver a la evaluación a través de nuevos ojos. Nuestros actuales sistemas de evaluación son dañinos para un gran número de alumnos que no es homogéneo en sus capacidades de aprendizaje y ese daño surge, entre otras causas, del fracaso para balancear el uso de las pruebas estandarizadas y las evaluaciones de aula al servicio de la mejora escolar, no de la mejora del alumno, de la calidad del docente y del progreso de la institución educativa, que es lo que debería importar.

Por consiguiente, el maestro tiene la obligación de construir modelos evaluativos que puedan satisfacer las necesidades de aprendizaje de todos alumnos, mismos que a su vez quieran aprender y que además se sientan capaces de aprender; y así apoyar un incremento significativo en sus logros de aprendizaje. Pero para lograr esta meta deben establecerse mecanismos que hagan posible una evaluación sana, lo cual requerirá se inicie por ver a la evaluación de un modo distinto. El bienestar de los que aprenden, los alumnos, depende de casi siempre de la voluntad del maestro. Por tanto, si se desea maximizar el logro de los alumnos, se debería poner una mayor atención a la mejora de la evaluación de aula (Stiggins, 2002).

Por otro lado, en este mismo sentido, una dimensión negativa de la evaluación es cuando se emplea con fines de control de los alumnos. Este es un rasgo muy común en nuestro sistema en el que la evaluación tradicionalmente ha sido empleada con un carácter casi sancionador. Desde esta postura,

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