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DUELO Y MUERTE EN LAS FAMILIAS


Enviado por   •  2 de Agosto de 2017  •  Ensayos  •  2.220 Palabras (9 Páginas)  •  259 Visitas

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DUELO Y MUERTE EN LAS FAMILIAS

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

SANTIAGO DE CALI, 18 DE MAYO DEL 2017

Tesis: Pueden afrontar mejor el duelo los familiares de una persona que padece una enfermedad terminal que los de una persona que muere repentinamente.

Audiencia: Va dirigido a estudiantes y profesores de La facultad de Humanidades, de las carreras Psicología, Comunicación y Derecho, y también de la facultad de Ciencias de la Salud, de las carreras de Medicina y Nutrición.

Introducción

Las perdidas y las muertes son procesos universales a los que nos enfrentamos los seres humanos. Cuando una persona padece una perdida sea por fallecimiento o cualquier otra causa, se desencadena un proceso de elaboración de la misma que se denomina proceso de duelo. La pérdida de un familiar con el cual se ha tenido un vínculo afectivo fuerte genera mayor impacto psicológico en los miembros de la familia. Ahora bien, al hablar de muerte estamos hablando de dos tipos: muerte esperada (por causa de una enfermedad terminal) y muerte inesperada (repentina).

En la muerte esperada, el duelo comienza antes del fallecimiento en los miembros de la familia (excepto en muertes repentinas) y termina posiblemente cuando el doliente pueda pensar en el fallecido sin tener una fuerte sensación de dolor, sin embargo en la muerte inesperada el proceso de duelo puede iniciar mucho tiempo después de que se dé la pérdida del ser querido, debido a ese lapso de tiempo de irrealidad en el que vive el familiar del fallecido y por el impacto psicológico que genera la noticia, hace que se desmorone toda una red psíquica interna.

En este sentido, cuando la muerte es pronosticada, no se genera esa reacción abrupta en los familiares del fallecido, no obstante, el proceso psicológico sigue la siguiente evolución: shock y negación, enfado e ira, negociación, depresión y por último aceptación, por consiguiente, cuando la muerte es inesperada, la evolución es igual o mayor que la que se presenta en la muerte esperada, causando un gran impacto en los miembros de la familia que enfrentan la perdida dificultando el proceso de duelo.

El presente trabajo, expone porque para familiares que se enfrentan ante una muerte esperada pueden afrontar mejor un proceso de duelo, a diferencia de aquellos familiares que se enfrentan ante una muerte repentina.

Argumentos

Aceptar la pérdida del familiar que fallece por causas de una enfermedad terminal, es más fácil, ya que, durante el proceso de la enfermedad, la familia ya ha iniciado un proceso de pre duelo, asimilando que la muerte de su familiar puede suceder en un lapso corto de tiempo, según (Bosquet, L., Campos, C., Huesos, C., Pérez, N., Hernández, A., Arcos, L., y Cruz, F, 2012) un estudio realizado en la Universidad de Granada en España, en madres que han vivido experiencias de duelo tras un proceso de enfermedad oncológica de sus hijos, al analizar cómo las madres abordan el fallecimiento de sus hijos en la entrevista, encuentran que estas no se niegan hablar de ese momento concreto de la muerte, sino que muy al contrario, ellas se detienen en el relato de ese acontecimiento y pese al dolor que les produce, lo narran detalladamente. En este sentido, es menos traumático para los familiares que ya llevan un proceso de pre duelo por la enfermedad terminal, a diferencia de aquellas familias que sufren pérdidas inesperadas, el proceso de duelo. Según (Bosquet, L. et al) en el estudio realizado a madres que han vivido un proceso de duelo tras el fallecimiento de sus hijos con enfermedades oncológicas, encontraron que, emocionalmente en la actualidad las madres oscilan entre dos sentimientos el primero es de aceptación y el segundo de resignación, como condición para continuar con sus vidas tras lo ocurrido, junto a una necesidad de lucha motivada principalmente por los hijos que quedan o incluso por su esposo. La experiencia de la perdida, ha generado en ellas una actitud de resiliencia ante la vida, por medio de la resignificación han aprendido a valorar más las cosas cotidianas, a apreciar y atribuir en su justa medida la importancia real de las cosas. Para ellas lo peor que podía pasar en la vida ya ha ocurrido, por lo que el miedo respecto al futuro se desvanece.

Si bien según Corr (2001) calcula que, por cada muerte repentina e inesperada, al menos diez personas sufren un efecto directo; por ello, se podría pensar que, en las sociedades actuales, la cantidad de familias que sufren procesos de duelo por muertes inesperadas es elevada, si se toman en cuenta los accidentes, homicidios, suicidios y problemas de salud. Si se analizan las estadísticas proporcionadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal, como se observa en los siguientes cuadros, se evidencia que hay un crecimiento de la incidencia de muertes repentinas y violentas tanto por homicidios, accidentes de tránsito y suicidios en el transcurso de un año, sobre todo en personas jóvenes.  Por otro lado, si cada una de estas personas fallecidas repentina y violentamente, tuvo, al menos, de acuerdo con Corr (2001) diez familiares cercanos, tenemos en Colombia a 274.440 personas y en Bogotá a 30.720 personas afrontando procesos de duelo en riesgo de complicarse.

En el caso de muerte súbita, diferentes teóricos han sustentado que en el proceso de vivenciar una pena, es decir en el duelo, así como en la elaboración del mismo, se presentan con frecuencia síntomas específicos indicadores de crisis. (O´Connor, 1990). Tales síntomas pueden ser la depresión severa o crónica, sentimientos de culpa, el desarrollo de hábitos de alcoholismo, ataques de pánico, conductas agresivas e incluso suicidio.

No obstante, cuando una familia se enfrenta ante la muerte repentina de un ser querido, su proceso de afrontamiento puede ser sano, y no presentar síntomas patológicos, esto se debe a que los familiares tuvieron buena relación con la persona fallecida, no quedaron con cuentas pendientes, y no hay sentimientos de culpa, también a un buen proceso gracias al apoyo terapéutico y de los mismos integrantes de la familia. Según algunas personas que han sufrido pérdidas repentinas, expresan que el proceso de duelo lo han logrado llevar a cabo de manera sana, ya que se ponen de acuerdo con el dolor que sienten en el momento, aceptando que una parte de sí mismos permanecerá conectado a esa persona.

Sin embargo, esto no ocurre en la mayoría de los casos, ya que hoy en día, el estilo de vida que llevan las personas dificultad más el fortalecimiento de lazos afectivos con los miembros de su familia, debido a largas horas de trabajo, estrés, problemas internos que afectan las dinámicas familiares, poca comunicación cara a cara debido al mal uso de las tecnologías en casa, y poco tiempo en familia compartido, en este orden de ideas, son pocos los espacios que fomentan encuentros en las familias con calidad de tiempo, en donde se exprese sea expresado el afecto a nuestros seres queridos.

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