ENSAYO DEL LIBRO "EL MALESTAR EN LA CULTURA" DE SIGMUND FREUD.

ENSAYO DEL LIBRO

“EL MALESTAR EN LA CULTURA”

DE SIGMUND FREUD.

No cabe duda que cuando hablamos de un malestar nos puede llevar a referirnos como dice el diccionario, un desazón ; esto lo podemos llevar a interpretar como un faltante o algo que carece algo o alguien; pero cuando nos referimos a la cultura es decir lo que le falta o carece a una civilización o cultura. A partir de este inicio el autor de esta obra menciona una interrogante que este proceso nos lleva a definir lo ¿que es el fin y el propósito de la vida?, ¿y que esperan de la vida?, ¿y que pretenden alcanzar de ella?

Algunos pensadores dentro de los que destacan los reformadores de la iglesia protestante del siglo XVI, mencionan que el fin principal del hombre es: “el de glorificar a Dios, y gozar de él para siempre”, basado en la Biblia . Sin embargo muchos pueden confundir esto como la aspiración a la felicidad, así como llegar hacer felices. Esta afirmación puede tener dos sentidos: uno positivo y otro negativo; por un lado evitar e dolor y el desplacer; y por el otro, experimentar intensas sensaciones placenteras. En este sentido al término felicidad solo se aplica al segundo fin. De acuerdo con esta dualidad del objetivo perseguido, la actividad humana se despliega en estos dos sentidos.

Desde mi humilde opinión y en base en dichos autores la humanidad busca estas dos pulsiones, ya sea de vida o de muerte como lo define Freud. La iglesia presbiteriana en sus bases doctrinales recalca precisamente que el hombre debe buscar la vida eterna y no perderse en la muerte eterna. Con esta explicación notamos que como personas pensantes, pero sobre todo con la capacidad de decidir que camino tomar hemos optado por buscar la vida por que aparentemente esto es la felicidad, es la sensación de llenar con un placer positivo.

Pero al referirnos en un sentido mas estricto de la felicidad surge de la sensación, casi siempre instantánea, de necesidades acumuladas que han alcanzado elevada tensión, y de acuerdo con esta índole sólo puede darse como fenómeno episódico. Esto quiere decir que toda persistencia de una situación anhelada por un principio de placer sólo proporciona una sensación de tibio bienestar, pues nuestra disposición no nos permite gozar intensamente sino el contraste, pero solo en muy escasa medida lo estable.

Por otro lado el sufrimiento nos amenaza por tres lados (lo cual es mucho menos experimentar la desgracia): desde el propio cuerpo que, condenado a la decadencia y a la aniquilación, ni siquiera puede prescindir de los signos de alarma que representan el dolor y la angustia; del mundo exterior, capaz de encarnizarse en nosotros con fuerzas destructoras omnipotentes e implacables; por fin, de las relaciones con otras personas. Al hablar del sufrimiento parece ser la respuesta más fácil desde mi punto de vista o el afloramiento más inmediato de una situación ajena a al placer

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