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El Apego Y Su Funcion


Enviado por   •  8 de Marzo de 2012  •  10.278 Palabras (42 Páginas)  •  794 Visitas

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EL APEGO Y SU FUNCION

INTRODUCCIÓN

En el curso de la evolución, sentimos atracción hacia determinados elementos del ambiente animado o inanimado, en especial gentes y lugares con las que nos hallamos familiarizados. Por otra parte, experimentamos rechazo por situaciones ambientales que nos proporcionan indicios naturales de peligro potencial tales como suelen ser: la soledad y lo desconocido.

Seres humanos y animales de otras especies, tienden a permanecer en un sitio familiar específico, en compañía de personas también familiares. Los individuos de una especie determinada, lejos de deambular al azar a todo lo ancho de la región a la que pueden adaptarse desde el punto de vista ecológico, por lo común, pasan su vida dentro de un sector sumamente restringido de aquella ( denominada área de acción).

En un sujeto, los sistemas de activación que determinan la conducta de temor tienden a apartar al individuo de situaciones potencialmente peligrosas. De igual forma, los sistemas que determinan la conducta de apego, suelen empujarlo hacia situaciones en que potencialmente se hallará a salvo, y mantenerlo en esas condiciones.

En el hombre adulto la conducta de temor puede ser provocada por indicios que derivan por lo menos de tres fuentes: 1) Indicios naturales y sus derivados (desarrolladas en la infancia) 2) Indicios culturales aprendidos por medio de la observación (desarrolladas gracias a la sociedad) y 3) Indicios aprendidos y utilizados con un mayor grado de perfeccionamiento, a los efectos de evaluar el peligro y evitarlo.

La respuesta de temor suscitada ante la inaccesibilidad de la madre, puede considerarse una respuesta adaptativa básica, una respuesta que, en el curso de la evolución se ha convertido en parte intrínseca del repertorio de conductas del hombre en virtud de su contribución a la supervivencia de la especie. (Bowlby, 1985; 1998).

Según Yela (2000), el amor cumple funciones psicológicas básicas: compartir, afiliación (punto de partida para las relaciones interpersonales íntimas), protección, estabilidad y seguridad, intimidad, apoyo emocional, entrega, compañía, visión optimista del mundo, refuerzos básicos (atención y placer sexual), prestigio y reconocimiento social, autoestima y la reducción de ciertas inquietudes psicológicas (soledad, ansiedad, temor a estar solo en la madurez y en la vejez), no sentirse diferente a la mayoría y la transición de un estatus psicosocial a otro; socioculturales (transmisión de normas) e incluso evolutiva (fortalecimiento del vínculo entre los progenitores en la especie cuyas crías son más indefensas y necesitan protección). La ausencia de amor maternal durante la infancia se asocia a problemas psicopatológicos en la etapa adulta (histeria, autismo, inseguridad, temor al rechazo e intensa necesidad de aprobación); déficit psicológicos traducidos en una actitud de hostilidad ante el mundo y ante los demás (Yela, 2000). Sin embargo, el amor de madre depende en mucho del estilo de apego que haya desarrollado a través de su existencia, lo cuál repercutirá de igual manera en la seguridad que le transmita a su hijo al momento de nacer y durante los años posteriores, haciendo especial énfasis en los primeros meses de vida que son cruciales para el establecimiento del apego. Por lo tanto, se puede definir al apego como un "proceso de maduración a través del cual el cuidador principal de la infancia adquiere la calidad de un objeto de amor" (England, 1981; citado por Aizpuru, 1994), o como la "conducta que reduce la distancia de las personas u objetos que suministrarían protección" (Bowly, 1985; 1998)

Evolutivamente, la función que tiene las conductas de apego radica en proteger al individuo de los animales de presa; esto ocurriría tanto entre los seres humanos como en otras especies de mamíferos y aves. Para los primates de gran tamaño que moran sobre la superficie terrestre, la seguridad reside en integrarse a la manada (Bowlby, 1985; 1998). Freud (1926) (Citado por Bowlby, 1985; 1998) postula que el temor a la ausencia materna nace cuando el bebé aprende que, al hallarse ausente la progenitora, sus necesidades fisiológicas no pueden satisfacerse, lo cual redunda en la acumulación de peligrosas "cantidades de estimulación" que, a menos de descargarse, provocan una "situación traumática". El bebé descubre que al quedarse solo es incapaz de descargar esos elementos acumulados, la situación de peligro que intrínsecame le provoca temor es "una situación de desamparo reconocida, recordada y esperada".

Desde una perspectiva psicoanalítica, el vínculo infantil tiene su fundamento biológico en la conducta de apego. Distinguiéndose uno del otro puesto que el apego se refiere a una conducta correspondiente a anagramas hereditarios al servicio de la sobrevivencia, mientras que el vínculo es un concepto referido a la ligadura específicamente humana con el objeto y con elementos simbólicos. Dicha relación vincular tiene lugar a partir del momento en el que la madre percibe al inicio de los movimientos fetales; situación en la que establece una relación con un objeto externo aunque dentro del cuerpo (Lartigue y Vives, 1992).

A partir de los primeros meses de vida y durante toda la existencia del ser humano, la presencia o ausencia (física) de una figura de afecto es una variable clave que determina el que una persona se sienta o no alarmada por una situación potencialmente alarmante. A partir de esa misma edad y durante toda su vida, una segunda variable de importancia es la confianza o falta de confianza que experimenta la persona con respecto a la disponibilidad de la figura de apego (este o no presente físicamente) de responder a sus requerimientos cuando por alguna razón lo desee (Bowlby, 1985; 1998).

En el modelo del mundo que toda persona constituye, una característica clave es su criterio para establecer quienes son sus figuras de apego, donde pueden encontrárseles y de que manera previsible pueden responder. En el modelo de sí misma que construye una persona una característica clave es su criterio sobre la aceptabilidad o inaceptabilidad de su propio ser a ojos de las figuras de afecto. Sobre la estructura de esos modelos complementarios se basan los pronósticos de esa persona sobre el grado de accesibilidad de las figuras de apego y su capacidad de respuesta en momentos en que requiera su apoyo. Aunado al tipo de pronóstico que elabora una persona con respecto a la disponibilidad probable de sus figuras de apego se halla, su propensión a responder con muestras de temor siempre que deba enfrentar una situación potencialmente alarmante en el curso normal de los acontecimientos ( Bowlby, 1985; 1998).

La familia tiene una función eminentemente

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