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El Enfasis De La Infelicidad


Enviado por   •  19 de Agosto de 2013  •  5.925 Palabras (24 Páginas)  •  309 Visitas

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CAPITULO UNDÉCIMO.

LA MUJER EN LA VIDA PERUANA

LAS CONQUISTAS PÓSTUMAS DE LA PERRICHOLI.

¿Cuál es el personaje criollo que más ha interesado al mundo, que más dilatada perdurabilidad ha conquistado, a través de las largas etapas de la formación histórica peruana: la época prehispánica con su interés pictórico y sociológico, la Conquista que es un gran poema épico, el Virreinato con su ambiente faustuoso y exótico de cuento y su monotonía de cronicón, la Independencia que hay que evocar siempre con una oda, la República, tema propicio para un pan fleto formidable o para una subyugante novela de aventuras?

Aunque se escandalicen las gentes timoratas y sesudas, lo cierto es que dentro de los nombres de más vasta resonancia hay que comprender el nombre de una mujer, ni santa ni poetisa ni matrona sino cortesana: Micaela Villegas, la Perricholi. A ella dedicaron sus mejores páginas los viajeros más exquisitos que llegaron a estas tierras exóticas: Basilio Hall, Max Radiguet. Sobre ella escribió una obra teatral afortunada Próspero Merimée. Un novelista americano reciente, Thornton Wilder, ha obtenido un éxito literario sin precedentes con una novela, "El Puente de San Luis Rey" de la cual es ella el "deux ex machina". En los escenarios de los más grandes teatros del mundo y en las vitrinas de las más importantes librerías el nombre de la mestiza pecadora es aún evocado en estos tiempos preocupados por tan formidables problemas.

He tenido ya oportunidad de caracterizar a la Perricholi como símbolo de la aparición de la cortesana en el Perú, apenas en el siglo XVIII. Pero, ¿porqué estas conquistas de la Perricholi, dos siglos después de su muerte? Cabe decir que la casualidad la puso en manos de varios artistas extranjeros y que el arte tiene un asombroso poder de universalidad, uniéndose en este caso al sabor original que ofrece desde lejos el legendario virreinato del Perú. Se conoce tan poco de la vida de nuestros países, allá en Europa o en Estados Unidos, que hasta para hablar de esa vida, se prescinde de tipos o de motivos más originales o sugerentes que la Perricholi.

Pero la verdad es que en el éxito de la Perricholi interviene un factor más decisivo. Ella encarna el profundo atractivo de la mujer, del amor; del goce, del pecado. En una época típicamente convencional, ella vivió de un modo intenso, impetuoso y magnífico la vida. Es el suyo un contraste rotundo con otras figuras más austeras, más ilustres o más encumbradas pero, al mismo tiempo, llenas de sequedad, de impermeabilidad, de sordidez o de tiesura. Para el extranjero, esta seducción se acentúa porque es la seducción de la mujer criolla, producto de la lascivia del mestizaje.

LA SUPERIORIDAD DE LA MUJER AMERICANA.

Gregorio Marañón ha reivindicado el rol esencial de la mujer que es el amor; en tanto, que el rol esencial del hombre es el trabajo. Por eso el hombre es un transeúnte en el acto sexual, que en la mujer perdura hasta el parto y la lactancia. Por eso la maldición bíblica dijo al hombre que comería el pan con el sudor de su rostro y a la mujer que pariría sus hijos con dolor. Por eso el niño prefiere jugar con soldados, símbolo de lucha, de esfuerzo, de afán de supremacía; mientras la niña prefiere jugar con las muñecas, precozmente maternal.

La mujer sudamericana llena su misión en lo que respecta a su persona misma. De un modo u otro, es mestiza y para dar lugar al mestizaje ha sido siempre necesario el amor. En muchos casos este mestizaje conduce a lo anémico y lo insignificante; pero esos son los ejemplares frustrados que en toda gran edición existen. En virtud de un mandato de la naturaleza, el encanto de la mujer criolla, aun en el caso de que no es mestiza, se diferencia del de las mujeres de otras latitudes con un propio sabor frutal o vegetal. A ello suele cooperar la sensualidad del medio.

Como, en cambio, la superioridad más alta del hombre está en la mente y como la mente americana vegeta todavía influenciada en forma determinante por Europa, el hombre es, en América, inferior, en conjunto, a la mujer. Las casonas que los españoles construyeron durante la Colonia valen poco al lado de los restos de la Edad Media y del Renacimiento en las más típicas ciudades extranjeras; los sabios, los santos, los artistas que aquí vivieron tienen fatalmente un sello provinciano. En suma, una gloria americana se pierde o achica dentro de las grandes o medianas glorias de Occidente y de Oriente, por obvias razones de población, de cultura, de tradición y de ambiente. Una mujer de América que sea representativamente hermosa, puede, en cambio, interesar en cualquier parte.

Y dentro de las condiciones propias de nuestra vida social el valor de la mujer se ha realzado más todavía, en estas tierras. La política es movediza, sucia e ingrata; carece de reglas de juego pues se arriesga en ella no sólo lo que en otras partes sino también el honor, la libertad, el sustento y aún la vida. No existen en verdad las compensaciones materiales que corresponden legítimamente al trabajo y la dedicación intelectuales y más cuando son fecundos y eficientes; tampoco existen las compensaciones morales que, a veces, las reemplazan con ventajas. La fruición que la mujer suscita sufre muchísimo menos la competencia que en otras partes significan la conquista de la gloria, del dinero, del poder que allá tienen más incentivos porque son valores estables, auténticos y de vasta repercusión. Y así el rol de la mujer en la vida americana se acentúa y se acendra. Ydoblemente desgraciado es aquel que en estas tierras, "llega a llenar con cenizas solamente, su corazón", como diría un romántico.

CAPITULO DUODÉCIMO

EL PERÚ EN EL ARTE DE JOSÉ SABOGAL

EL PERÚ, PROBLEMA ARTÍSTICO.

El Perú no es sólo un problema social o un pro blema político: es también un problema artístico. Es precisamente en el plano artístico donde tradicional mente ha sido más un problema y una posibilidad. An taño también habían habido tan sólo intentos, aproximaciones, cateos, a este respecto. En los últimos años esos esfuerzos se Intensifican y mejoran. Es aquí cuando nace el arte de Sabogal. Hombre cabal, ni hostil ni efusivo, sano sin ser burdo, refinado sin ser decadente, Sabogal significa también artísticamente equilibrio, plenitud. Nuestra prisa es en él madurez; nuestro desequilibrio, sobriedad; nuestro abigarramiento, seguridad. Ignoro definitivamente si el arte ha de ser un espejo puesto en el camino de la vida o inventar una vida propia como la naturaleza inventa el árbol ya que

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