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El Momento De La Actualidad HECTOR ABAD


Enviado por   •  4 de Marzo de 2014  •  842 Palabras (4 Páginas)  •  198 Visitas

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opiniones

Todas las tardes una voz amable, la de Ricardo Ospina, me ponía tareas poco amables: Uribe, Petro, el procurador, las Farc, Venezuela, el papa, el proceso de paz, y de nuevo Uribe, Petro, el procurador. Yo estudiaba por las noches el caso y a la mañana siguiente, de 6 a 9, me agarraba de las mechas con la godarria del programa: Paloma (el “halcón”) Valencia, Nicolás Uribe o Rafael Guarín. Mi jornada, después, quedaba teñida de molestia y rabia. Al menos hasta el mediodía me la pasaba sacándome clavos por el argumento o la respuesta oportuna que no había dicho, porque se me ocurría horas después. Durante más de un año estuve sumido en el desgaste inútil de la actualidad, en esa marea de bilis y mal genio en que consiste el tejemaneje político cotidiano de todos los países. Jamás en este año se me ocurrió un poema; para la poesía se necesita, ante todo, tener la mente limpia.

No niego la importancia de la política, por supuesto, pero la pasión de vida o muerte con que discutimos sobre estos temas (como sobre plata o fútbol) tiene poco que ver con los efectos reales que estos asuntos tienen en la sociedad. Transforman más a un país el agua potable, los computadores, la arquitectura, el internet o las vacunas que todos los discursos de todos los senadores del mundo. Creo que los políticos pueden, en efecto, convertir un país en un infierno, pero no está en sus manos convertirlo en un paraíso; los gobiernos menos nocivos son aquellos que dejan a los ciudadanos trabajar en paz y libertad.

La actualidad suele ser lo pasajero, lo insustancial. Lo importante es, no digamos eterno (que ni siquiera existe), pero sí intemporal. Ir contra la actualidad es no ocuparse de la moda (¿qué se lleva este verano?), sino de la desnudez y del vestido en general; no de la política electoral, sino de la democracia y otras formas de gobierno; no de las conversaciones de paz en La Habana, sino de la historia de la violencia en Colombia.

La actualidad presiona casi hasta el chantaje a un columnista. Uno se siente obligado a escribir, por ejemplo, sobre las elecciones del próximo domingo y tiene la tentación de decirles a los lectores —como si fueran párvulos— por quién sí y por quién no deben votar. Los lectores te consideran tibio si no tomas partido. Yo lo tomaría si hubiera un partido cuya bandera fuera decir que no sabe cuál es la solución, un partido de la incertidumbre, dispuesto siempre a cambiar de políticas si estas no funcionan.

Sé por experiencia que en todos los partidos hay gente buena y gente abominable. Podría encontrar alguien a quien recomendar en el conservatismo (que es el partido del procurador) o en el partido de Uribe, y hasta en el partido chavista que siente inclinaciones por las Farc. En estos, como en el Polo, en Cambio Radical y en el Partido Liberal hay pillos

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