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El apando. Conocido ahora como el Archivo General de la Nación


Enviado por   •  26 de Mayo de 2018  •  Ensayos  •  1.363 Palabras (6 Páginas)  •  182 Visitas

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EL APANDO

Conocido ahora como el Archivo General de la Nación, se encarga de resguardar aquellos documentos fundamentales del Estado Mexicano, de entidades privadas e instituciones gubernamentales, se dice que hay documentos de la administración novohispana, contiene cerca de 375 millones de hojas que en longitud equivalen aproximadamente a 52km.[1] 

Erigido en septiembre de 1900, durante el régimen de Porfirio Díaz su objetivo inicial fue el de servir como penitenciaria, respondiendo al modelo panóptico en el cual en el espacio central se alza omnipotente en una forma poligonal de 35m de altura rodeada por pasillos, vigilando desde ahí, todo el penal siendo una especie de “gran hermano” pero no tan fraternal.

Con la esperanza y la planeación de albergar 800 varones, 180 mujeres y 400 menores pero en tan sólo en 70 años su población llegó a 3800 internos. La desatención jurídica, pésima alimentación, corrupción a todos los niveles fueron las razones que enarbolaron los motivos del cierre de la misma. Así el palacio de Lecumberri pasó a ser mejor conocido como el palacio negro.

Todo tipo de “criminales” tuvieron la oportunidad de alojarse en este palacio, como David Alfaro Siqueiros, Juan Gabriel, Goyo Cárdenas, y el escritor mexicano y marxista José Revueltas quien al ser un personaje incómodo para la clase política fue acusado de ser autor intelectual de los movimientos estudiantiles de 1968, quien fue condenado a 16 años de prisión pero es liberado bajo palabra dos años después de su encierro, basándose en esta experiencia escribe una novela corta llamada “El apando” haciendo referencia al encierro, al exilio que se vivía en la celda de castigo dentro de la misma cárcel.

Siendo Lecumberri una institución total dónde donde un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad por un periodo de tiempo apreciable, comparten en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente. (Goffman, 1992) fungiendo las rejas como un condensado de la sociedad, reflejando el descuido, la corrupción, la violencia y la perdida de la identidad.

Goffman también menciona que toda institución absorbe parte del tiempo e interés de sus miembros manifestándose esto de forma material como lo menciona Revueltas cuando habla del espacio para poder mirar fuera del apando, una pequeña ventanilla que parece más una guillotina a espera de terminar con la vida de sus presos. Mientras que los monos no tienen problema en ejercer las degradaciones, humillaciones y profanaciones del yo. Todos uniformados, todos encerrados. Quizá sin conciencia intencionada si no retomando a Rene Kaës, cumpliendo con los términos del contrato narcisista que exige que cada sujeto singular ocupe su lugar ofrecido en el grupo.

Como consecuencia, al situarse cada vez más lejos de la centralidad del orden y de las leyes, los reclusos de El Apando convienen en producir su propia ley y eligen vivir en la barbarie. Utilizado los criterios formulados por Foucault acerca de los modelos tradicionales de exclusión del “otro” hacia la marginalidad.

Todavía adentro de esa prisión existían más cosas disfrazadas con libertad , por ejemplo, la droga que les brindaba una sensación de escape, de libertad , que les ayudaba a olvidarse de la realidad que vivían y sobre llevar alguna esperanza del tiempo que transcurre lentamente, viene simbolizando todo aquello que nos gusta que nos palia de la realidad por el simple hecho de hacernos sentir bien, el Carajo , mote asignado por sus compañeros de celda porque era un ser repulsivo e inuti, tuerto , cojo. Les despertaba esa sed primitiva de matar pero los detiene la conveniencia, no lo hacían porque les servía para traficar droga para evadirse de la cruda realidad.(Kaës, 1989). Pero ese "bienestar", en cuanto se consume, debe ser imperecedero, sin importar el precio, aun para aquél que implica la tolerar y sobrellevar a ese repugnante ser siniestro y, miserable, cuya principal habilidad y talento es el de saber traicionar en el momento preciso; es decir, ejecutar una clase de libertad y empoderamiento más precisa y eficaz que la que produce la droga: la voluntad.

José Revueltas sabe con precisión la medidas en pasos –lo vivió varias veces en su vida– residen en aquel encierro: “…treinta metros más o menos, sesenta de ida y vuelta…” y conoce las emociones, está familiarizado con el odio irracional, el asco, de por sí insoportable, que parece nacer por generación espontánea, ese desprecio que sienten Polonio y Albino al convivir con esa maldición karmica encarnada que es el Carajo, y como medio para sortear la repulsión, los mantiene en pie la esperanza de liberarse de él, de su representación física del encierro, de eliminarlo, de liberarse de su mirada de mal agüero. Pero no es momento, no aún, es el mal necesario, lo necesitan a él porque necesitan a su madre. Ilustrando también a la violencia como único mecanismo que permite la convivencia en estas sociedades fragmentadas.

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