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Familia y escuela


Enviado por   •  18 de Diciembre de 2019  •  Ensayos  •  1.757 Palabras (8 Páginas)  •  138 Visitas

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 ISFDyT N°92 “Alicia Moreau de Justo”[pic 1]

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Familia y Escuela

Carrera: T. Psicopedagogía.

Materia: Problemáticas socioculturales contemporáneas.

Introducción:

El primer agente socializador de los niños es la familia, la cual ha sufrido modificaciones tanto en su estructura como en sus funciones. Esto ha repercutido también sobre otros agentes encargados del proceso educativo siendo necesario analizar la relación familia-escuela prestando atención a las realidades en las que están inmersos y viendo cómo transversaliza a los niños en su trayectoria escolar, “indicando un desafío”: la necesidad del cambio y cómo se posiciona a la psicopedagogía con un rol activo y protagónico en el escenario de la educación y de la familia.

Replantearemos la nueva cultura en la organización educativa frente al escenario contemporáneo.

Hoy las demandas al sistema educativo adquieren dimensiones diferentes, pero no abandonan por ello su tradicional papel: la socialización de los alumnos, la transmisión de la cultura y la preservación de la cohesión social.

Los conceptos de la escuela igualitaria y pluralista fracasaron. La escuela forma en desigualdad, los alumnos son clasificados y seleccionados, quedando algunos marginados, escolar y socialmente. En el fracaso escolar, se está gestando el fracaso social.

La familia sigue siendo un grupo primario que trasmite un modo de relación con el mundo.

La escuela actúa como si la sociedad fuese la de hace 50 años, manteniendo actitudes ritualistas, mitos y ceremonias vacías de sentido. La familia a su vez que se relaciona de manera estrecha con la escuela, está modificando su estructura y su dinámica. Los roles han encontrado distintas alternativas y modelos diferentes: Nuevas configuraciones familiares, son formas de adecuaciones a las actuales exigencias y cambios sociales, económicos, laborales y vocacionales. Esta intuición primaria ha sufrido cambios importantes en los últimos 20 años. El concepto de familia y los roles que dentro de ella juega cada uno de sus miembros se ha modificado significativamente. Desde la familia extensa, en la que convivían varias generaciones, llegamos hoy a la familia nuclear. Aquella convivencia con varias generaciones y otros familiares permitía al niño crecer dentro de un sistema de igualdad y jerarquías complejas y crear relaciones afectivas diversas muy ricas. En la actualidad nos encontramos con otras formas de agrupamientos familiares con diversas configuraciones: familias uniparentales, familias reorganizadas, hijos que no conviven con sus padres, convivencia de miembros que no poseen lazos co-sanguineos.

La formación en valores éticos, libertad, democracia, respeto, están casi siempre ausentes de la escuela. Es necesario una re-significación de dicha institución, más allá de sus contenidos, más acorde a los tiempos.

La docencia sufre “crisis” y “ausencia de vocaciones”, desapareció el prestigio del docente, y su figura de autoridad.

El problema de la autoridad actual no se centra exclusivamente en la labor del docente si no que su análisis nos lleva a considerar aspectos más generales. No es el docente en particular, es el adulto en general, que ha perdido su autoridad. Una posibilidad de esta pérdida se puede encontrar en que la autoridad se basa en la diferencia, en la asimetría que parece que hoy se ha perdido. La autoridad no tiene porqué ser la seguridad autoritaria de otras generaciones, pero si debe ser un lugar de responsabilidad adulta. Hay que volver a legitimar la idea de una intervención adulta en relación con la trasmisión de la cultura. Cuando las autoridades son muchas, tienden a cancelarse entre sí y la única autoridad efectiva es la de quien debe elegir entre ellas. Para todo esto en necesario volver autorizarnos en nuestro lugar de adulto; “sin función adulta no hay educación”. (Arendt, Hannah)

El adulto debe garantizar la trasmisión a través de la enseñanza, su potencialidad radica en empezar algo nuevo, se opone tanto a una búsqueda de seguridad sin riesgos, como a una desmesura de una responsabilidad sin límites.  

Inés Dussel expresa: hay que volver a dales autoridad a los docentes, en un mundo que sobrevalora lo juvenil y descarta lo viejo por conservador, la crisis de la autoridad en la docencia se repite de país en país, pero en argentina, la reforma de los noventa agravó el escenario[1].

Toda suerte de trasgresión de normas, la indisciplina, y violencia son algunos de los aspectos que más parece preocupar en los últimos tiempos a la escuela. La misma no parece darse cuenta de cuan necesaria es la reflexión desde el interior de sí misma y cuantos recursos tiene aún por desplegar.  Las cuestiones de indisciplina entendidas como “falta de respeto, o incumplimiento de normas establecidas” jaquean simultáneamente varios niveles organizacionales. Aún perdura en el ámbito educativo, la idea de que las relaciones entre sus miembros deben ser armónicas, equilibradas y se debe desalojar cualquier indicio de conflictos. Tanto alumnos como docentes responden que la causa de su mal humor, agresividad, rebeldía se debe a algo externo a la institución. El alumno arremete, destruye y hostiliza mientras que el docente castiga, cesura y sanciona. Ninguno se pone en el lugar del otro para comprender. Para un docente hoy todavía la indisciplina es mucho más amenazante que la falta de aprendizaje. Los docentes a pesar de apelar a explicaciones emocionales para describir comportamientos de los alumnos, a la hora de evaluar suelen privilegiar aspectos cognitivos y categorizar al alumno. Es decir, etiquetar.

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