Inclusión Social

¿Solo por ley o de corazón?

Recuerdo una frase célebre, de cuyo autor nunca tuve conocimiento. Esta dice así: “Tan injusto es tratar desigual a los iguales como igual a los desiguales”. Pensemos por un momento... ¿Cuántas veces hablamos de igualdad y, sin embargo, nos olvidamos de las necesidades que esta requiere? ¿No le ha ocurrido que en ciertas ocasiones asume responsabilidades y luego se olvida de ellas, derivándolas a su suerte? ¿Cuánto escuchamos hablar de inclusión, siendo muy pocos los claros ejemplos de ella? Pues bien, las mencionadas contradicciones ocurren muy a menudo con los llamados “estudiantes especiales”.

Como está escrito en la ley N°27050 artículo 23, “no podrá negarse el acceso a un centro educativo por razones de discapacidad física, sensorial o mental, ni tampoco ser retirada o expulsada por este motivo...”. Todas las escuelas se encuentran en la obligación de incluir a los alumnos con necesidades especiales a sus programas de educación regular. La finalidad es muy clara: promover la integración e inclusión social, económica y cultural de las personas con capacidades diferentes. A primera vista, todo es perfecto; sin embargo, como dicen algunas personas: “Hay casos y casos”. En muchos colegios regulares, los directivos no se preocupan de velar por la integración de los alumnos mencionados, teniendo como resultado, una experiencia desagradable para estos angelitos.

Por esta razón, a pesar de todo, hay quienes consideran que la inclusión de alumnos con necesidades educativas diferentes en la educación ordinaria, no resulta tan beneficiosa como la educación especial. Al mismo tiempo, hay otra postura menos radical. Esta señala que dicha inclusión beneficia a los llamados “alumnos especiales”, siempre y cuando el colegio y los profesores al que ingresen se encuentren debidamente preparados. Generando así, mi propia postura: No se puede calificar a la educación inclusiva como beneficiosa o perjudicial para los alumnos con necesidades educativas diferentes debido a que cada caso es particular. Sin embargo, si el colegio al que ingresan está debidamente preparado es más probable que sea beneficioso. En base a esta aseveración, queda claro en manos de quiénes se encuentra el adjetivo que calificará a la inclusión como beneficiosa o perjudicial.

Tal cual lo indica Cardona (2006, p. 182) en su libro Diversidad y educación inclusiva: “Las dificultades de la inclusión, muchas veces, indican o son reflejo del fracaso de la administración educativa en definir líneas claras de actuación, para proveer a los centros de recursos económicos y estructurales para la planificación y formación del profesorado y proporcionar tiempo real para la colaboración inter e intra profesional. Lamentablemente, al no estar claramente trazadas dichas líneas directrices, los programas se convierten, a menudo en poco operativos.” Así mismo, menciona

...