LA TEORIA PSICOANALITICA DE LA PERSONALIDAD

LA TEORIA PSICOANALITICA DE LA PERSONALIDAD

Es fundamentalmente a Freud, fundador del psicoanálisis, y a otros estudiosos movidos por intereses predominantes clínicos, entre ellos Jung y Adler, a quienes se debe la acentuación de la importancia del inconsciente en la vida humana.

Para la Teoría freudiana clásica, cada reacción nuestra, cada pensamiento o sueño, deseo o pesar nuestros, serían funcionales en una dinámica psíquica relativa a tres componentes: el yo, el ello y el súper-yo, de cuyo recíproco equilibrarse o no dependerían el bienestar o la enfermedad mental.

De ello tendrían origen las tendencias pulsionales, sexuales, y en general las dirigidas a una satisfacción inmediata.

La tarea determinante del yo sería la de contener tales fuerzas y canalizarlas para la obtención de metas maduras y que perduren en el tiempo, como por ejemplo, un coexistir armónico entre el mundo de los afectos y de la familia, y la búsqueda de novedades y placeres. Obedece al “principio de la realidad”.

El Súper-yo derivaría, a su vez, la intersección entre el yo y las normas familiares y sociales, tendría una función reguladora respecto de los otros dos componentes y se configuraría como una especie de conciencia del bien y del mal. Se somete al “principio de la perfusión”.

El ello es la parte más primitiva de la mente. Está formada por los deseos que requieren satisfacción inmediata. Su fin es guardar al individuo de cualquier tensión dolorosa. En la primera infancia, el ello acapara totalmente la mente. Se guía por el “principio de placer”.

Según el psicoanálisis, el desarrollo erótico del individuo puede dividirse en cuatro etapas: oral, anal y genital normal. Las tres primeras son etapas pregenitales. La fijación del niño en uno de estos niveles eróticos resulta en cierto <<tipo>> de personalidad cuando llegue a la adultez.

En cuanto a la personalidad oral erótica, los psicoanalistas señalan dos subdivisiones: la pasiva, que se ha fijado en la actividad de chupar; y la activa, que se ancló en la acción de morder. La personalidad oral pasiva es dependiente, optimista e inmadura. Cree que el mundo tiene la obligación de mantenerla, prefiriendo permanecer en un nivel infantil al cuidado continuo de los padres.

Carece de voluntad para realizar sus propósitos. Tal individuo se ha estancado en la etapa en que como infante extraía su mayor placer del chupeteo. La personalidad oral activa sufrió frustraciones durante la infancia. No habiendo sido atendido y cuidado satisfactoriamente. Por tanto, conseguía más placer de las acciones de morder y masticar. Cree, cuando llega a adulto, que los demás están obligados a sostenerlo, pero sospecha que le será difícil conseguir que ellos reconozcan tal deber. De esta frustración surge su conducta sarcástica, agria

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