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La Clínica Freudiana En Sus Primeros Pasos


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2014  •  2.205 Palabras (9 Páginas)  •  107 Visitas

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[ Cierta especie de “Incomprensión”*(1)]

“El pensamiento es como una densa nube que descarga una lluvia de palabras”

Lev Semionovich Vigotski

¿Qué pasa si no hay plan? ¿Por qué debiera ser inquietante? ¿Qué tiene de malo cierta cuota de expectativa? Después de todo, no siempre se cumplen o sirven del todo los planes. Este comenzar a escribir, es hacer frente a la inercia, que resulta a veces difícil de romper, más cuando se trata de cuestiones de abstrusa comprensión, o en el mejor de los casos, cuando se puede aspirar a está.

Hay que lidiar además, con el temporal vigotskiano, esta cuestión de que el pensamiento “es una como una densa nube que descarga una lluvia de palabras” ; luego aceptar que las palabras no son ropa a medida para el pensamiento. Escribir sobre lo que hay que escribir, nos llevará a un être du métier*(2), pero no para confeccionar un impermeable, pues el tema al que promueve esta escritura, supone “conveniente” mojarse, enfermarse [“la peste freudiana”].

Por ahora, escribir “algo” acerca del Psicoanálisis, solo lleva a interrogantes ¿Qué guía el recorte tal o cual tema de un campo tan vasto? ¿No es acaso, más allá de sus idas y venidas, sus distintos momentos históricos, su Creador, sus tantos adherentes y otros maldicientes, un “único territorio”? o mejor dicho ¿no es la misma nación en la que han nacido, vivido y (hoy) conviven tantísimos habitantes discursivos? Y una vez que se pasa la aduana: ¿Qué hacer? ¿Referirse a un punto o un habitante de esta “cultura”? ¿Nombrarlos a todos o buena parte de ellos? ¿Qué es el análisis? ¿Cuál es su fin? ¿A qué o a quiénes involucra? ¿En qué se basa su teoría? ¿Siempre creer en “Dios”? ¿Seguir a sus apóstoles, incluso a los más insurrectos?

¿Vueltas? ¿Muchas? ¿Se rompió aquella inercia? La inercia, por ejemplo, bien podría utilizarse como metáfora para pensar la irrupción del inconsciente en el análisis… Primero preguntas, ahora metáforas ¿Más vueltas? ¿No se había roto ya la inercia? ¿Hay que romperla una vez más? ¿Es esta una cuestión que nunca termina, que siempre se repite? ¿Se avanzó sobre la escritura de algo o acerca de algo?

Queda pues embarcarse en una travesía, de momento “sin destino establecido”, hacia otra orilla, hacia el Inconscious Imperium, y un segundo antes de zarpar, la sensación es que lo que menos sirve es el miedo a naufragar*(3).

CAPÍTULO I

[Instrucciones para construir un “puente colgante” al tratamiento psicoanalítico]

“En preguntar lo que sabes el tiempo no has de perder…

Y a preguntas sin respuesta ¿quién te podrá responder?”*(4)

Antonio Machado

Para ir de un lado a otro de una geografía, hace falta un camino, un puente, un barco. Mientras no se defina cómo ir, o por lo menos desde donde partir, inútil será hablar de la expedición. El análisis es un viaje, una travesía y requiere un método de orientación o de navegación hacia la tierra desconocida, y una vez allí, habrá que afrontar y buscar la forma de adaptarse a sus contingencias geográficas, así cada explorador debe hacer su propia senda a medida que se adentra en remotos destinos, y bastante relativo es el valor de las recomendaciones de anteriores marcopolismos. Hay entonces una divisoria de aguas entre cuestiones más o menos invariables y los consejos que brindan “viejos marcopolos” en base a su particular experiencia. Entre las primeras, se apunta con preponderancia, la virtuosa alianza entre la “atención parejamente flotante” - el fijarse en todo por igual sobre lo que dice el paciente - que debe ejercitar el analista, y la “regla fundamental del análisis”, que se exige al analizado cuando se le pide que “refiera todo lo que se le ocurra, sin crítica ni selección previas”. Freud señala que la atención flotante favorece para recapturar los dichos del paciente, y así acumularlos en la memoria del analista, evitando la fijación deliberada de algún material, que “soplaría a favor” de la eliminación de otro. Y si esta fijación selectiva llega a operar, aunque no debe hacerlo, lo hace a expensas de las propias expectativas o inclinaciones del analista, y en nada contribuye al posterior esclarecimiento de lo que dice el paciente: se “corre el riesgo de no hallar nunca más de lo que ya se sabe” (¿será por esto la cita de Machado?). Junto con la atención flotante y la regla fundamental del análisis, hay que mencionar dos locus, en los que deberá situarse el analista, la abstinencia y la neutralidad. La abstinencia supone que el analista no se involucra afectivamente con la situación del paciente, ante la demanda de este, no habrá de responderla sino interrogarla. En cuanto a la neutralidad puede decirse que el analista no interviene en tanto persona, es claramente un instrumento, escindido de sus creencias y valores; una función - f(x) - que se comporta como continente para una variable ‘x’ - el paciente - que varía tanto particular como impredeciblemente. Por otra parte, se pueden mencionar algunos consejos que Freud señaló como adecuados soportes de su experiencia individual: privilegiar la escucha por sobre las anotaciones; no es conveniente elaborar científicamente un caso antes de terminar el tratamiento, ya que puede sesgarlo produciendo un cierre prematuro del mismo; por último, todo el que pretenda ser analista debe someterse antes a un análisis con un experto, así es que para analizar a otros, no basta con ser alguien más o menos normal, hay que tomar nota de los propios complejos, pues estos pudieran perturbar la percepción analítica. Etc.

CAPÍTULO II

[ Los primeros pasos en el “marcopolismo” analítico]

Por el flexuoso camino de la metáfora

Antes se dijo que para ir de un lado a otro, es necesario mapear “un cómo”, un “en qué”, “un cuando”. Algo le indicará al náufrago cuando echar su balsa al mar, alguien le dirá al trotamundos en qué dirección caminar para conseguir reparo. Para el dispositivo analítico comience a funcionar, se supone que habrá de darse algún evento, y después un proceso. Algo tiene que cambiar.

De alguna lectura sobre antropología, cuyo autor y título han caído en el olvido, regresa la siguiente escena: un explorador conversa con el jefe de una tribu. Este le comenta que observando un insecto que había quedado atrapado

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