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La Estética


Enviado por   •  20 de Abril de 2014  •  4.035 Palabras (17 Páginas)  •  182 Visitas

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EL ARTE Y LA ESTÉTICA DESDE UNA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA

Nociones de la estética y el arte

Supongamos que usted se presenta en un concurso de arte donde expone su cuadro que le ha dado un año de afanoso trabajo. Al lado suyo, un niño ciego y principiante en el tema, expone también el que ha improvisado. Llega el momento de decisión del jurado y le otorgan el primer premio a este niño. Usted, confundido, se preguntaría seguramente cuál ha sido el motivo. Bien, ¿no le interesaría disponer entonces de un criterio para comprender el juicio? Este, sin más, es el objeto del presente trabajo.

Se hablará entonces primeramente del arte. Lo que se propone mostrar es que el arte no necesita de estética. O sea, que no hay arte de cosas bellas y de cosas feas, es decir, que es totalmente independiente de la belleza. El arte, siendo meramente comunicacional, es la expresión, el mensaje, etc. que manifiesta el artista, ya sea éste una persona de carne y hueso como usted o yo, o bien un animal, un vegetal, la Naturaleza, o sino también un frío mecanismo. Es excento de belleza, y por lo tanto también de juicio de gusto.

Pensemos ahora que usted camina por el jardín y encuentra en el piso un sinuoso camino. Entonces pensará: «aquí han andado hormigas». Es decir, por más que no se las vea transitar, no tendrá dudas de que ello es así. La hormiga de alguna manera comunicó voluntariamente o no que ése es o fue su camino: hizo un arte, se expresó. Si es feo o no, dependerá de uno y de la hormiga, pero no es esa la cuestión. Ella dejó un concepto y que usted captó. A tal punto que no es eso un camino de abejas ni el de un elefante, sino que es de hormigas; o sea que se expresó tal como cuando hace su hormiguero, o todas las demás cosas, desde que nace y hasta que muere.

Veamos otro ejemplo. A simple vista es común distinguir entre un cuadro pintado a mano de otro que sale de la impresora de una computadora personal. ¿Porqué?... porque el mecanismo tiene su expresabilidad diferente al de un individuo biológico a través de su pincel. Cada uno tiene su arte, es decir, comunican algo de alguna manera y distinta. Si es lindo o si es feo, si gusta o no gusta, pues si es estético o no, no es importante; y aquí lo único que interesa, es la comunicación que, en sí, es excenta de juicio de gusto y es meramente referencial. Y, como tal, es un canal de información.

Ahora sí hablemos de la estética. Con ésta se referirá la belleza visual. Sabemos que este es un caso particular de ella, puesto que hay tantas como percepciones sensitivas dispongamos. Así, si es grata una melodía al escucharla o no, o un atardecer al contemplarlo, no es tema de este estudio, ya que solamente se observarán los efectos que tiene ese "algo bello" sobre nosotros. No se indagará en la metafísica que tal vez ocupa el tema, sino en lo físico que provoca, es decir, en los efectos que causa. Si la abeja reina es galanteada por la excitación del zángano, no la entiendo como una comunicación sino como algo meramente fruto de lo sensible. Y es a ello a lo que me refiero. No estamos con esto hablando de un arte, sino de una estética que tendrá como fundamente un gusto.

Por ejemplo, a algunos les gusta el dulce de leche, otros, más golosos, aun le incorporan crema. Es esto lo que llamamos gusto. Pero no nos referimos a ello, sino a aquello que puede tener condiciones de universalidad en su compartir. Nos referiremos a la belleza o fealdad de algo, común para una determinada ocasión de un grupo social.

Seguidamente se ahondará en el tema central: la posibilidad de unión del arte con la estética. Volvamos a la hormiga. ¿Vemos en ellas algún galanteo a su reina? Seguro que sí, dirán los expertos. El mismo no podrá ser otro que un gusto válido para las de hormigas plasmado en su medio de expresión. Difícil será toda pretensión de cualquier autor, artista —y aun del que les escribe— si no busca agradar a su público. Inclusive los epitafios de suicidas lo buscan. Expresan y agradan. Son dos caras de una misma moneda: del valor, de aquello que ponderamos con un fin, un logro.

Así, una verdadera obra de arte conlleva ambas cuestiones, aunque no necesariamente una estética. Un jurado, como el que calificó la pintura del niño, puede perseguir otros valores que no son los suyos o míos, al igual que el jurado que distinguirá o no mi trabajo escrito. Sólo un canon axiológico determinará su validez, puesto que en el presente texto, como en cualquier otro, hay arte y estética, es decir, sencillamente, una comunicación de algo lo más elegante posible. Y, si no importara esta elegancia, me remitiría solamente a lo académico cientificista y filosófico, y hasta me autonegaría trascendentalmente porque lo que se busca en este estudio es mostrar la prescindibilidad, justamente, de agradar y comunicar algo.

En efecto, también se postulará que ambas parcialidades holísticas —puesto que se defiende que el arte y la estética son partes de un todo mayor que su suma— son posibles de cuantificar en mensura. Esto puede resultar en principio algo equivocado y sinsentido para muchos, pero, justamente, la tarea consistirá en desafiar ese aspecto y mostrar la universalidad en estas cuestiones.

Además, quiere dejarse constancia, que el presente enfoque del tema sabemos no es único, sino que ya se encuentra abordado por muchísimos autores del pensamiento. Éste será, tal vez, un paradigma explicativo más entre otros.

«¿Es que hay algo escrito sobre gustos?». Ello explicaría la cuestión de que sobre los criterios del «gusto» no se conocen reglas que sean universales, es decir, que no existen leyes. Lo que para uno es bello, puede no serlo para otro y viceversa. No puede haber pretensión de universalidad en el «gusto» ya que su juicio es imparcial.

Por eso, el presente trabajo abordará una realidad física y tangible: la «belleza» (o «estética»), y no incursionará dentro del marco trascendente del «gusto», como tampoco en el dominio del «arte». Nada diremos aquí si la «belleza» se entiende o no, puesto que este es un tema exclusivo del «arte». Sabemos que etimológicamente «estética» significa sensación. Así, de hecho, no es que se pretenda medir el sentir en sí como algo metafísico, sino a lo sensitivamente dado como bello que se produce en el individuo —placer-displacer de pretensión universal y que se configura en la estereotipación fisiológica de una comunidad dada.

Con apoyo en la obra kantiana Crítica del Juicio19, se dirá simplemente que no nos sujetamos al «juicio de gusto» por su necesaria subjetividad, sino a un «juicio sobre la belleza» que es estético y sí tiene pretensión de validez universal.

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