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La Introducción De La Pedagogía Moderna


Enviado por   •  31 de Enero de 2012  •  Trabajos  •  2.488 Palabras (10 Páginas)  •  876 Visitas

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La Introducción De La Pedagogía Moderna.

Por Milada Banzat.

A lo largo del siglo XIX la educación en Europa alcanzo nuevos horizontes. Después de la revolución francesa estuvo claro que la igualdad política debía empezar por otorgar una educación básica d todos los ciudadanos. El estado tomo como una de sus principales metas la democracia educativa y a partir de entonces empezó a sistematizar la educación, anteriormente reservado a los pedagogos teóricos.

En 1882 de que Joaquín Baranda se hiciera cargo del ministerio de Justicia e Instrucción Pública, la educación primaria en México entraría en una época de auge y se le daría la mayor importancia a este nivel educativo. Se recapitularía sobre la responsabilidad que tenía el Estado de proporcionar una educación básica a todos los mexicanos como medio de lograr la democracia y la unidad nacional.

El primero de esos deberes es educar al pueblo, y por esto, sin olvidar la instrucción preparatoria y profesional que ha recibido el impulso que demanda la civilización actual, al Ejecutivo se ha ocupado de preferencia de la instrucción primaria, que es la instrucción democrática, por que prepara el mayor numero de buenos ciudadanos.

Era indispensable asegurar el carácter obligatorio de la educación primaria. Con este principal objetivo en mente, la Comisión de Instrucción Pública de la Cámara de Diputados, formada principalmente por Justo Sierra, autor de la “política científica” y después uno de los principales científicos, y Julio Zarate, procedió a formular un proyecto estatutario que tomaba las ideas fundamentales. Los niños de las ciudades que tenían acceso a las escuelas no iban por ignorancia o por hambre. Era común que los niños fueran solo temporadas a la escuela y muy pocos lograban terminar ciclos educativos. Si el gobierno hubiera hecho efectiva la aplicación de este artículo hubiera tenido que multar a mas de la mitad de los padres o tutores. El historiador Alfredo Chavero se declaro partidario de la instrucción obligatoria, pero a manera de Juárez “sin sanción penal, pues era mejor obsequiar desayunos, premios pecuniarios y becas a los niños pobres.”

La mayoría de los educadores del Porfiriato pensaba que a través de la educación México se convertiría en un país moderno y democrático. La difusión de la instrucción pública bastaría para transformar al país en una sociedad más justa y progresista. Hoy se sabe, como también lo supieron Chavero, Bulnes y otros, que para crear una sociedad democrática y justa es indispensable que se produzcan otros cambios estructurales como el reparto de la tierra, la creación de empleos, la salud pública, etc.

La cruzada educativa emprendida en la década de los ochenta del siglo pasado fue única en la historia de la educación en el siglo XIX en México. Se efectuaron cuatro congresos, todos ellos celebrados en la capital de la republica. El primero en 1882, fue el Congreso Higiénico Pedagógico que como su nombre lo indica, relacionaba el aspecto educativo con el higiénico. Debían practicarse ejercicios físicos que desarrollan cada uno de los sentidos y cada una de las facultades y el método objetivo utilizado en las materias de enseñanza también estimulaban sobre todo los sentidos.

En diciembre de 1889 se inauguro el Primer Congreso de Instrucción Pública y continúo durante los primeros tres meses del año siguiente. Ese progreso tiene que descansar sobre la escuela, fundarse en la instrucción popular, pero en la escuela nacional, en la instrucción homogénea dada a todos, y en toda la extensión de la republica, al mismo tiempo, en la misma forma, según un mismo sistema y bajo las mismas inspiraciones patrióticas que deban caracterizar la enseñanza oficial.

Los puntos principales que se sometieron a las deliberación del Congreso, cuya comisión sobre la enseñanza elemental obligatoria estuvo dirigida por Enrique Rébsamen, fueron la instrucción primaria laica, obligatoria y gratuita, puntos que habían quedado plasmados en la ley de 1888, pero también se discutió sobre las materias, los métodos de enseñanza y otros temas. Fueron doce las comisiones que se formaron para discutir los varios problemas de la educación nacional: nueve de ellas deliberaron sobre la instrucción primaria, una sobre las escuelas normales y dos sobre la preparatoria y la profesional.

El primer punto que trato el Congreso de Instrucción Pública de 1889 fue el de la uniformidad. “el mayor problema de la unificación nacional era el problema mismo de nuestra independencia y nuestro porvenir”. Una vez concluido el tema de la uniformidad, el Congreso procedió a discutir el lacismo, que fue entendido en conclusión como “el sinónimo de neutral, nunca como antirreligioso o sectario”.

Según Gregorio Torres Quintero, famoso por su método para enseñar a leer y a escribir, la escuela laica era “la conquista social más gloriosa” del siglo XIX. La mayoría de los congresistas apoyaron el criterio de Miguel Serrano y de Ramón Manterola quienes sostenían que el Estado debía respetar la libertad de conciencia y la libertad de cultos y, por tanto, fuera de las escuelas oficiales, también la decisión de los padres sobre la educación de los hijos.

Por otra parte, se sugirió por primera vez en el país la necesidad de que los niños tuvieran la opción de ir a la escuela de los cuatro a los seis años. La escuela de párvulos se destinaba entonces a “favorecer el desenvolvimiento físico, intelectual y moral” de los niños. Estas escuelas debían estar dirigidas exclusivamente por mujeres, quienes supervisarían la enseñanza de juegos libres y gimnásticos, dones de Fröbel, trabajos manuales y jardinería, conversaciones maternales y canto. Uno de los temas que se sometieron a discusión durante el Segundo Congreso fue el libro de texto como requisito para algunas de las materias de enseñanza elemental obligatoria.

La obra más importante del Segundo Congreso fue, a decir de Justo Sierra, la organización de la preparatoria. Se decidió ante todo, adoptar el método científico con total exclusión de “todo elemento teórico metafísico”. Se adopto en el plan de estudios la jerarquía comtiana concebida por Barreda en la ley juarista de 1867, a cuya cabeza estaba la lógica porque sistematizaba y generalizaba los procedimientos empleados en las ciencias.

Decía Sierra: ignora lo que es ser mexicano, no participa de la conciencia nacional: el asilamiento, la miseria de las necesidades y de los medios de vida, el predominio de la superstición y del alcoholismo, privan a un inmerso grupo de nuestros ciudadanos en teoría de todo contacto con el alma nacional.

Convocaba

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