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Malestar en la cultura


Enviado por   •  1 de Marzo de 2019  •  Ensayo  •  1.327 Palabras (6 Páginas)  •  82 Visitas

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Malestar en la Cultura

En su escrito, malestar en la cultura, el fundador del psicoanálisis Sigmund Freud entabla una discusión sobre el fenómeno religioso, que es la base de la configuración de una sociedad, de una civilización, exige que todos los miembros de esta sociedad sean regulados de una misma manera, y de esto se encarga la religión, bajo estas dos connotaciones: amar al prójimo como a sí mismo  y no mataras, es preciso reconocer en los seres humanos muy amplias dosis de agresividad.  Es preciso señalar  que si la cultura quiere mantenerse en pie, no tiene otro remedio que limitar las disposiciones agresivas del individuo. Freud, al destacar el sentimiento de culpabilidad como el problema más elemental para erigir la cultura, señalando que el precio pagado por el progreso de la cultura sea la perdida de la felicidad por aumento del sentimiento de culpabilidad, el cual se entiende por una necesidad inconsciente de castigo. El sentimiento de culpabilidad no es en el fondo sino una variante topográfica de la angustia, y que en sus fases siguientes coincide por completo con el miedo al súper-yo (Freud, 2011).

se tratara de explicar brevemente las instancias correspondientes como: el ello, yo y súper yo, la primera de estas estructuras representa la masa de contenidos psíquicos del ser humano, las cuales están presentes desde el día en que es arrojado a la vida y no tiene alguna influencia externa del medio y el contexto educativo. El ello está plagado de energía pura, el ser humano esta destinado a vivirse bajo el yugo de esta energía, que más allá de controlarlas, ellas controlan al hombre.

El Súper-yo es la parte más estricta de este tridente, es el vigilante moral que se encarga de hacer valer la ley, es decir, es una amalgama de valores, prohibiciones, normas de se seguridad y códigos de comportamiento que impiden la satisfacción de los placer inmediatos. La cual actúa como una voz interior, conciencia moral sin la posibilidad que exista apelación alguna acerca de estas leyes morales.

Por último se encuentra el yo que es la parte más superficial y consciente, es el punto medio y mediador de las dos anteriores instancias. El yo se debe de enfrentar  a las leyes y necesidades impuestas por el ambiente y controlar las pulsiones del ello. El Yo tiene la obligación de conocer y describir  el mundo mediante el leguaje, percepción, atención, además de desarrollar el principio de realidad.

El yo en conjunto con el cuerpo es el síntoma y la metáfora de todas esas pulsiones y discursos que atraviesan al ser humano, es decir, para poder vivir y desarrollarse en sociedad es necesario despojarnos de esos deseos y  pulsiones. El hombre se debe de sentir culpable por el simple acto de pensar en acciones placenteras que  transgredan la moral y sean vistos como pecados. Se entiende con esto que se sacrifica la supuesta libertad y felicidad para erigir la cultura, es ahí donde se generan más que personalidades se gestan estados de psicosis.

 El sentimiento de culpabilidad enraizado por la cultura no se percibe como tal, sino que permanece inconsciente en gran parte o hasta que se exprese como un malestar, un descontento que se trata de atribuir a otras motivaciones. En el caso de las religiones jamás han dejado de reconocer la importancia del sentimiento de culpabilidad para la misma cultura, denominándolo pecado y pretendiendo librar de él a la humanidad.

En este escrito se tratara de hallar cierta semejanza con la construcción de la sociedad mexicana, lo cual nos remonta al año de 1519, cuando Cortés arribo a las tierras de Tabasco, donde los naturales hicieron la guerra y al ser vencidos por los españoles, no hicieron nada más que hacer las paces, mediante un intercambio de especies, metales preciosos, etc. Pero esto no era nada se compara con la entrega simbólica de mujeres llamadas tececiguatas de entre las cuales estaba la que hoy conocemos como la Malinche, posteriormente se le conoció como doña Marina, quien simbólicamente vendrá a ser nuestra madre, con este el primer intercambio carnal, simbólico y material de vírgenes por madres entre españoles e indígenas. Tanto unos como otros fueron símbolos protectores y maternales, todas fueron seducidas y violadas. Tanto traiciono la Malinche a su pueblo como la Virgen al suyo, pues los dos entregaron su originalidad la cual  quedó mancillada: la primera dio inicio a la dinastía de los mestizos, la segunda renació como como Virgen india y morena (Bartra, 2013).

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