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Relacion Alumno Maestro


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2011  •  482 Palabras (2 Páginas)  •  1.059 Visitas

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LA RELACION ALUMNO-MAESTRO

El dialogo educativo presenta un carácter asimétrico, puesto que el dialogo asimétrico supondría un progreso paralelo de los interlocutores en el descubrimiento de un hecho, en la elaboración de un conocimiento, un paso simultaneo de etapas, gracias al apoyo recíproco.

A grandes rasgos se puede resumir en dos esquemas: la patología del dialogo asimétrico: o bien la función y el fin están mal asumidos, la frecuente en nuestra época. Padres inmaduros, maestros incompetentes están abrumados por las tareas y reaccionan con la negligencia que se quiere indulgente, la huida que se quiere estratégica, la ineficiencia agresiva o desordenada.

O bien el medio se toma como fin el actor se toma por el papel que interpreta y no puede llegar a asumir el último acto. Deleitándose en la autoridad, resiste al desarrollo de la historia a que debe poner fin, se complace en los rigores de su rol que debería desempeñar en la estricta medida de la necesidad del otro.

En el dialogo, el educador necesita centrarse en el niño o el adolescente, aceptando las limitaciones de su propia posición.

El error del educador seria negarse a asumir su función o desnaturalizarla por exceso de poder o prolongarla cuando ya no es útil. Porque su acción es temporal; El niño, el adolescente, sigue su camino.

El segundo caso de la asimetría del dialogo educativo proviene de la dimensión temporal. Esta escapa al alumno, incluso si tienes un conocimiento parcial del fin a alcanzar y si tiene conciencia del carácter provisional de su sujeción.

El educador detenta la significación de conjunto y domina el desarrollo del dialogo pedagógico; el alumno no busca el sentido de su acción, relacionando el presente con los momentos pasados.

El educador sitúa al alumno con relación a los objetivos e intenta captar, más allá del niño que tiene ante él, al adulto que este puede llegar a ser.

El dialogo en la situación pedagógica presenta un carácter asimétrico, que resulta de la naturaleza de las funciones asumidas por cada uno de los interlocutores y de la dimensión temporal abierta hacia el futuro; el enseñante desencadena el proceso educativo y actúa según la percepción que tiene del porvenir del alumno. Aun cuando tenga por objetivo emancipar al niño y ayudarle a construir su itinerario personal, sigue siendo el protagonista de la situación.

En el dialogo en formación de los adultos, el formador guía la evolución de grupo en formación y, a medida que transcurre la sesión, el experimente a su vez una influencia que entraña su propia evolución. Por el intercambio, el dialogo educativo se convierte entonces en el medio de una evolución conjunta. El enseñante que se dirige a niños jóvenes adolescentes conoce también ese tipo de evolución personal cuando sobreviven incidentes en

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