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TERAPIA CONDUCTUAL


Enviado por   •  8 de Octubre de 2012  •  2.025 Palabras (9 Páginas)  •  2.948 Visitas

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TERAPIA CONDUCTUAL

O terapia del comportamiento. Inspirada en los métodos y conceptos fundamentales del conductismo, intenta describir, explicar y modificar los trastornos del comportamiento. Esta terapia considera que los trastornos psicológicos hay que interpretarlos como trastornos conductuales, y que éstos son consecuencia del aprendizaje de hábitos perjudiciales o desajustados. La terapia consistirá en enseñar al paciente a emitir respuestas adaptativas ante los estímulos que les provocan respuestas inadaptadas, bien sea con un desaprendizaje o extinción de la conducta inadecuada, bien sea aprendiendo un comportamiento más adecuado. La terapia conductual ha desarrollado múltiples técnicas terapéuticas, entre las que destacan la desensibilización sistemática, las técnicas aversivas, la terapia implosiva y las técnicas operantes.

TERAPIA CONDUCTISTA

Cambiar conductas mediante recompensas

¿Qué es?

Cada vez que celebramos las bromas de un amigo, castigamos a un niño travieso o damos un premio al que se ha portado bien, estamos practicando una forma espontánea de terapia conductista. Son muchas las situaciones de la vida diaria en que aprobamos las conductas que nos parecen deseables y reprobamos las indeseables.

De la misma manera, los terapeutas conductistas se valen de un sistema de recompensas (y a veces castigos) para ayudar al paciente a abandonar hábitos inaceptables o que son una amenaza para sí mismo o para los demás, como el tabaquismo, el alcoholismo, la conducta violenta o ciertas formas de temor irracional.

La terapia se basa en el principio de que las malas conductas, sea cual sea su origen, se adquieren como resultado de un aprendizaje. Los niños, por ejemplo, pueden aprender a portarse indebidamente si sus padres y maestros “premian” el mal comportamiento concediéndole demasiada atención. Por su parte, un adolescente puede caer en el consumo excesivo de bebidas alcohólicas para obtener la aceptación de otros jóvenes (que también beben en exceso).

Otro ejemplo de conducta alterada es el de las personas que padecen estrés pos-traumático, un conjunto de reacciones emocionales prolongadas que puede sobrevenir como consecuencia de haber vivido acontecimientos impresionantes.

En cualquier caso, la terapia conductista se propone desarraigar los hábitos nocivos y el comportamiento indeseable adiestrando al paciente a sustituirlos por reacciones más constructivas.

Utilidad

El tratamiento está orientado a la solución de problemas específicos como tabaquismo, alcoholismo, comportamiento obsesivo-compulsivo, fobias, temores y trastornos infantiles de la conducta como la enuresis y ciertas formas de comportamiento antisocial.

Como sucede con casi todas las formas de psicoterapia, la eficacia del adiestramiento conductista depende de dos condiciones fundamentales: el terapeuta debe inspirar absoluta confianza y el paciente debe tener el deseo genuino de superar su problema.

¿Cómo es una consulta?

La terapia conductista sólo debe ser aplicada por un psicólogo clínico o un psicoterapeuta competente. Después de preguntar al paciente cuál es la conducta que quiere modificar, cuándo empezó a manifestarse y qué consecuencias tiene para sí mismo y para los demás, el terapeuta elegirá la técnica apropiada de adiestramiento. Por regla general, el tratamiento se distribuye en sesiones semanales y tiene una duración total de tres meses.

Los casos de fobias y temores suelen tratarse con una técnica conocida como desensibilización sistemática: el paciente comienza por practicar ciertos ejercicios de relajación mientras imagina las situaciones que le causan temor; una vez que logra mantener la calma, se le hace afrontar gradualmente las mismas situaciones, pero en la vida real, sin olvidar la práctica de la relajación. Con el tiempo, esta última llega a aprenderse tan bien que se convierte en una reacción espontánea, y los temores o fobias quedan superados.

Un método más rápido para tratar ciertas fobias es la exposición forzada o confrontación directa, que consiste en obligar al paciente a afrontar la situación que teme; pasada la reacción inicial, y una vez que éste se da cuenta de que no sufre ningún daño, su miedo se desvanece y se impone el dominio racional. Muchas personas han aprendido a tolerar de este modo insectos, alturas, espacios cerrados y muchos otros motivos de fobia.

En el caso del alcoholismo suele utilizarse la terapia por aversión, uno de cuyos recursos más eficaces es la administración regulada de disulfiram, medicamento que produce náuseas, malestar general y otras reacciones físicas adversas cuando se com-bina con bebidas alcohólicas; en consecuencia, el enfermo tarde o temprano acaba por adquirir aversión al alcohol (y en ocasiones al simple olor del mismo). Una técnica menos radical de deshabituación, empleada para combatir todo tipo de adicciones, es la aversión imaginativa, que consiste en asociar mentalmente la sustancia a la que se es adicto con algún recuerdo o sensación desagradable.

El punto de vista ortodoxo

La terapia conductista está respaldada por investigaciones científicas sobre el proceso de aprendizaje, y muchos médicos reconocen su eficacia para combatir trastornos específicos de la conducta, que se beneficiarían poco con un tratamiento exclusivamente medicamentoso.

Principios de la terapia conductista

A finales del siglo pasado, el fisiólogo ruso Iván Pavlov (1849-1936) cobró fama al lograr que un perro salivara cada vez que oía una campana cuyo sonido había aprendido a asociar con la llegada de su alimento. Pavlov llamó reflejo condicionado a este proceso, y lo aplicó al estudio del aprendizaje en el hombre. A principios de nuestro siglo, el psicólogo estadounidense John B. Watson expuso el conductismo, doctrina psicológica que descarta los conceptos de mente y conciencia, y sólo da validez a la conducta observable del individuo. Muchos de los principios expuestos por ambos cien-tíficos constituyen los fundamentos de la terapia conductista moderna.

Después de la Segunda Guerra Mundial, otro psicólogo estadounidense, B. F. Skinner, formuló el concepto de reforzamiento, mecanismo por el cual una recompensa o experiencia agradable que el individuo asocia con determinada conducta aumenta las probabilidades de que ésta se repita. Por ejemplo, la agorafobia puede reforzarse en una persona por el alivio que ésta experimenta si se queda en su casa; con el tiempo, la persona puede acabar por no salir en absoluto.

La solución de Skinner a este problema consiste en asociar la falta de ganas de salir con una experiencia desagradable, a la vez que se asocia el hecho de salir con una recompensa. Este método aún se emplea para ayudar a superar otros problemas similares.

Aunque Skinner llegó al extremo de proponer que el conductismo debía usarse para ejercer control sobre todas las conductas humanas y crear así una sociedad perfecta dirigida por psicólogos, la mayoría de los seguidores de la doctrina no lo tomaron en serio, y hoy sus técnicas se limitan a tratamientos individuales aplicados con el consentimiento del paciente.

Conductismo

Definición y concepción básica ¿qué es el conductismo?

No hay unanimidad de criterios al denominar al conductismo o a la terapia conductista. En general no se la considera una escuela psicológica sino más bien como una orientación clínica, que se enriquece con otras concepciones. La historia de esta terapia ha evolucionado bastante por lo que hoy sería difícil que una persona se autodefina como un conductista puro o clásico. Por esta razón otros autores no conductistas llaman a los continuadores de los lineamientos conductistas como “neo-conductistas”, pero esto tampoco satisface a los protagonistas.

Cuando se habla de conductismo aparece una referencia a palabras tales como “estímulo” “respuesta” “refuerzo”, “aprendizaje” lo que suele dar la idea de un esquema de razonamiento acotado y calculador. Pero ese tipo de palabras se convierten en un metalenguaje científico sumamente útil para comprender la psicología. Actualmente nadie acotaría la terapéutica solamente esos ordenadores teóricos, hasta los clínicos que se definen como conductistas usan esos elementos como punto de partida, pero nunca se pierde de vista la importancia interpersonal entre el paciente y el terapeuta, ni la vida interior de un ser humano, ni otros elementos, técnicas, teorías, inventivas que sirven para la tarea terapéutica. En este sentido, en los comienzos del conductismo se desechaba lo cognitivo, pero actualmente se acepta su importancia y se intenta modificar la rotulación cognitiva (expectativas, creencias actitudes) para reestructurar las creencias irracionales del cliente buscando romper los marcos de referencia que pueden ser desadaptativos.

Frente a determinados estímulos, se puede mostrar un repertorio conductual adecuado pero puede responderse erróneamente a otros. Un ejemplo común al respecto es cuando un padre entrena sin quererlo a su hijo en algún tipo de estímulo discriminatorio inadecuado, por ejemplo cuando afirma sobre su hijo que este solo le hace caso cuando se le grita. En este proceso, aunque las respuestas estén bien aprendidas, suelen ser desadaptativas. Para modificarlas se elabora un plan con respuestas potenciales ante un problema dado. Ocurre que el hábito que se quiere cambiar, es una conducta que en determinados casos se convierte o se constituye directamente como desadaptativa.

Es importante estructurar la terapia con el cliente, describir el modo de aprendizaje social de la conducta desadaptativa, explicar en que consiste el tratamiento, cuales son las etapas etc.

El objetivo se convierte en la modificación de las conductas, y es clave determinar claramente este y otros objetivos, es decir cuales son las conductas desadaptativas que deben modificarse.

En primer lugar se prepara al cliente sobre los lineamientos de un tratamiento, luego se seleccionan situaciones conflictivas que se deben cambiar en las cuales se evidencia la problemática a tratar, para esto primero se llega a imaginar situaciones interpersonales en el consultorio, luego a simular estas circunstancias probando una modificatoria de la conducta propiamente dicha, para poder lograr paulatinamente el desempeño de nuevas conductas frente a situaciones reales. Más tarde se insistirá en la llamada “exposición en vivo”, que es la exposición gradual a situaciones análogas a las que fueron tratadas durante la desensibilización imaginaria. Se busca así un nuevo desempeño frente a un nuevo rol en situaciones reales, al seguir con éxito una pauta formulada en el consultorio, pero ahora ensayada en vivo.

Hay que tener en cuenta que en las conductas aparecen refuerzos, que es cuando un acontecimiento acrecienta la posibilidad de la conducta a la que sigue. Hay refuerzos positivos y negativos (si disminuye la probabilidad de la conductas que continúa). En el consultorio se pautan cuales son los refuerzos positivos y cuales los negativos, como llegar a condicionar mediante estos refuerzos la evitación de conductas desadaptativas y el fomento de otras que no lo son.

Es común que los clientes se manejen dentro de un contexto de “autoconcepto negativo”, lo que constituye una actitud negativa respecto a la propia conducta. Por ello se debe trabajar en la eficacia de las conductas de interrelación del cliente. En este sentido la falta de asertividad, suele implicar un déficit conductual adecuado, por lo que se utilizan técnicas para fomentarla, y crear un marco social más favorable.

Es claro que el terapeuta influye de manera significativa durante las sesiones de terapia, se pasa de operar en primer lugar en un ambiente controlado (por ejemplo el consultorio) para llegar a una aplicabilidad significativa en la vida del cliente, mediante un condicionamiento operante en el ámbito interpersonal.

Una de las técnicas empleadas es la utilización de metodologías de relajación. Esta actitud se basa en la concepción que los pensamientos y sentimientos tienen una localización en lo muscular. Por lo tanto el entrenamiento de la relajación reduce la ansiedad. Se persigue así la llamada “desencibilización sistemática” para reducir la ansiedad injustificada ante ciertas situaciones, con la consigna de relajarse ante la aparición de tensión.

La terapia conductista se centra en el presente del sujeto, aunque no niega el pasado ni lo descarta, pero considera que ese pasado no continúa siendo activo en el presente de un paciente, aunque reconoce la importancia de las experiencias de aprendizaje previas.

Por el contrario de escuelas como las de C. Rogers, que plantean el autocontrol y la “no dirección” del cliente, el conductismo cree que si alguien requiere ayuda es porque necesita intervenciones terapéuticas dirigidas y sistemáticas, que deberán realizarse basadas en la inventiva profesional.

Concepto de caja negra

la lectura pragmática de Watzlawick et al. (1965) da lugar, paradójicamente, a una versión interaccional de la "caja negra" del conductismo. De hecho, el grupo de Palo Alto reivindica explícitamente el concepto de caja negra y afirman que: Si bien es cierto que algunas relaciones permiten hacer deducciones con respecto a lo que "realmente" sucede en el interior de la caja, tal conocimiento no resulta esencial para estudiar la función del aparato dentro del sistema más amplio del que forma parte (Watzlawick et al., 1965, p. 44).

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