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Una iglesia que no funciona de acuerdo a los dones del Espíritu Santo, no vive para servir. Una iglesia que realmente vive “en Cristo”, sirve. Todos los que estamos aquí


Enviado por   •  16 de Marzo de 2017  •  Informes  •  1.200 Palabras (5 Páginas)  •  259 Visitas

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[pic 1]Dimensiones del servicio según dones[pic 2]

        Una iglesia que no funciona de acuerdo a los dones del Espíritu Santo, no vive para servir. Una iglesia que realmente vive “en Cristo”, sirve. Todos los que estamos aquí, estábamos muertos en nuestros delitos y pecados. Pero hoy celebramos que “en Cristo”, el Padre nos dio vida y su Espíritu nos transforma día a día, para hacernos “provechosos” para el entorno en que vivamos.

        “La iglesia servidora” es el tema que nos ocupará en adelante, sobre la base de una genuina conversión y el discipulado centrado en Jesús y la familia. El propósito será lograr que todos los miembros de la iglesia de Jesucristo, conozcan sus dones, para que con ese conocimiento que no debemos ignorar (1 Co 12:1 Ro 11:25), le sirvamos con una conducta cristiana en crecimiento.

        El capítulo 12 de romanos nos presenta tres dimensiones para el servicio según dones del Espíritu. El corazón de este capítulo es la medida de fe que Dios repartió a cada uno, eso es, lo que a cada uno se le dio en cuanto a los carismas. Hoy vamos a conducir nuestra reflexión de este capítulo observando las tres dimensiones en las cuales tenemos que manifestar un crecimiento espiritual: aun la vida personal, eclesial y social.   ¿Cuáles son las tres dimensiones que debemos cuidar para servir según nuestros dones?

La dimensión personal. (1-3)

Los cristianos nos consagramos personalmente, si es que queremos desarrollar un “espíritu de siervo”.  Para desarrollar ese carácter de siervo necesitamos, individualmente, “por sí mismos”…

  1. Reconocer las misericordias de Dios (v 1). Solo cuando valoramos el poder del  evangelio, al Salvador que nos salvó de la condenación, nos dotó de su Santo Espíritu y nos llamó para servir a la justicia, es que podemos presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo como un culto inteligente.
  2. Mantenerse en una constante transformación (v 2). No podemos seguir siendo los mismos, necesitamos asumir la mente de Cristo en una renovación de nuestra forma de pensar para discernir lo que Dios espera de cada uno de nosotros.
  3. Tener un concepto moderado de sí mismo (v 3).  Si tuviéramos un elevado concepto de sí mismos, nunca podríamos bajarnos del pedestal del egoísmo para servir a otros. Igualmente, si tuviéramos un bajo concepto de sí mismos, no podríamos dejar los escrúpulos que nos impiden dejarnos ayudar por otros. La cordura o moderación con que debemos valorarnos, no depende de lo que la gente diga de nosotros, ni siquiera lo que nosotros pensemos que somos, sino la “medida de fe que Dios repartió a cada uno”.  En otras palabras, para servirnos unos a otros, necesitamos poner nuestros dones al servicio de los otros.

La dimensión eclesial. (4-13)

Los cristianos vivimos como iglesia. No se trata solo de “pertenecer a la iglesia”, como si esta fuese una institución o sociedad humana. Se trata de “ser iglesia” o sea “ser el cuerpo de Cristo” que exhiba las virtudes de una “nueva humanidad” regenerada por el Espíritu Santo y capacitada para vivir en comunidad. Para el efecto ha sido dotada de los dones que son la medida de fe que Dios ha dado a cada persona”. Para ser iglesia al servicio de Dios y los hombres requiere…

  1. Discernir el cuerpo de Cristo que es la iglesia (vv 4-5).  En este capítulo Pablo usa el cuerpo físico (v 1) para enseñar metafóricamente el significado del cuerpo místico de Cristo, en su diversidad de órganos “siendo muchos” y en su unidad cristológica: “somos uno en Cristo”.

  1. Conocer los dones que el Espíritu repartió a cada uno (vv6-8). Aunque en la enseñanza paulina sabemos que hay una diversidad de dones (1 Co 12:4-6), que pueden ser “carismas” (dones motivacionales del Espíritu), “diaconías” (dones ministeriales establecidos por Cristo) y “energemas” (operaciones del Dios Padre Creador a través de personas), en este pasaje tenemos siete dones motivacionales, que son carismas que actúan del interior de la persona hacia el exterior para hacer algo sobrenaturalmente a partir de las capacidades naturales. Estos son: profecía, servicio, enseñanza, exhortación, repartir, presidir y misericordia.

  1. Practicar el mutualismo cristiano (vv 9-13). Los siete carismas, descritos en v 6-8, han de desarrollarse en una doble vía: “los unos a los otros” en una preocupación mutualista. Tanto el amar, el honrar, preferir, servir, recibir, etc. Son acciones mutualistas, es decir, acciones que debemos hacer para los demás, con la bendición de recibir también.

Dimensión Social del  Servicio 12:14-21

Los dones que el Espíritu Santo ha dado a los regenerados, los nacidos de nuevo, no son para provecho exclusivo y egoísta de los creyentes en el contexto de “su iglesia”. Estos son útiles para nuestro contacto con el mundo, es decir, en nuestras relaciones con “todos los hombres”, como reitera Pablo en Romanos 12:17 y 18. En esta nueva sección, a través de varios imperativos, la Palabra nos demanda una actitud pacificadora en la sociedad. ¿Cómo podemos aplicar los dones del Espíritu en nuestra relación con los “no creyentes”?

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