ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Carta Abierta De Jesus


Enviado por   •  8 de Junio de 2013  •  1.268 Palabras (6 Páginas)  •  409 Visitas

Página 1 de 6

Estimada,

Cerrá los ojos. Cerrá los ojos y buscá el primer recuerdo que hay en tu memoria. El primer momento. Cuatro, cinco años. Con tu delantal de jardín. Tus dos colitas. Tu mamá acompañándote hasta la puerta. Costaba soltarle la mano. Costaba dejarla ir.

Ya el primer recuerdo que tenemos en nuestra memoria, es uno que implicaba aprender a dejar ir. A soltar. A despedirse.

Pero después estábamos ahí. En la puerta de algo nuevo. Dando el primer paso. Subiendo el primer escalón. Solitas.

Tu primera amiga, te acordás? La primer hermana que elegiste. Con la que intercambiabas las figuritas. Con la que te peleabas por quien iba a ser Burbuja o Cenicienta.

Tus primeros recuerdos. Tus primeros momentos. Con toda una vida por delante. Recién empezando el camino. Tomando las primeras decisiones.

La vida siempre nos invitaba a amar, sin avisarnos que a veces amar tanto, podía llegar a doler. Que el corazón iba a querer salirse de tu cuerpo de tanto dolor.

Desde que somos chiquitas que siempre le tuvimos miedo al "nunca más". Creíamos que volvernos de la playa esa mañana para almorzar, significaba no volver a la tarde y no poder seguir haciendo castillos de arena o saltando las olas del mar con papá. Creíamos que soltarle la mano a mamá antes de entrar al jardín significaba no volver a verla por mucho tiempo.

Y después, cuando crecimos, confiábamos demasiado en el "para siempre". Nos pasamos al otro extremo. Nos olvidamos del miedo al "nunca mas" y dábamos todo por sentado. Dimos la vida por sentado. Prometimos demasiados "para siempre". Nos guardamos nuestro orgullo. No pedimos perdón. No agradecimos.

Nos olvidamos de abrazar a mamá antes de salir de casa. Nos olvidamos de acariciar a nuestra perrita cuando llegábamos. Nos olvidamos de llamar a nuestro abuelo por el cumpleaños y de recordarle a nuestra abuela que tan rica estaba la comida de esa noche.

Nos olvidamos de repetirle a esa amiga cuan arrepentidas estábamos. Nos olvidamos de escuchar a la que se sentaba atrás de todo y escondía atrás de su malhumor, una cruz demasiado pesada para sus brazos.

Nos olvidamos de decirle cuanto lo amábamos. De no esperar tanto y animarnos a dar un poquito mas. Nos olvidamos de entregarnos, de regalar todo lo que llevamos adentro.

Fuimos de a poquito armando un caparazón para protegernos. Para cuidarnos de los demás, cuando en realidad, los demás necesitaban que los cuidemos un poquito más.

Nos guardamos todo. Dijimos mucho de lo que pensábamos y poco de lo que sentíamos. Hicimos mucho de lo que quisimos y poco de lo que necesitábamos.

Creíamos que de esta forma, estábamos evitando caernos. Decepcionarnos. Sufrir. Y en realidad, estábamos haciendo todo lo contrario.

Confiamos demasiado en el "para siempre". ¿Para qué hacerlo hoy, si puedo hacerlo mañana? ¿Para qué decírselo hoy, si no le va a cambiar en nada?

Nos acostumbramos a la rutina y no al cambio. Y cuando la vida cambia, nos decepcionamos. Nos creímos algo que sabíamos que no era real, y cuando la vida nos lo demuestra, le echamos la culpa a Dios, cuando fue Dios el único que nos demostró que todo cambia y que aunque nos creamos dueños del destino y del futuro, nada sabemos y nada planeamos por nuestra propia cuenta.

Pensalo por un ratito. ¿Qué va a pasar mañana? Te vas a despertar, vas a desayunar, vas a ir a la facultad, al colegio. Vas a saludar a tu mamá y pedirle algo de plata. Vas a tomarte el tren o el colectivo. Vas a ir escuchando música para después escuchar una clase. Vas a volver a tu casa. Vas a comer y a dormir una siesta. Vas a usar tu blackberry

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (7.3 Kb)  
Leer 5 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com