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La Familia Y Su Nucleo


Enviado por   •  26 de Marzo de 2015  •  1.083 Palabras (5 Páginas)  •  145 Visitas

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Cómo temer a Dios sin tener miedo

"¡Temed a Dios, y dadle gloria!" (Apocalipsis 14:7)

Cuando Dios nos creó, también incorporó en nuestro organismo un sistema de alarma para protegernos del peligro y el dolor. Uno de los sensores primarios de este sistema es la emoción de miedo, que funciona como una luz de advertencia similar a las luces del tablero de un automóvil.

Lamentablemente, un enemigo ha dañado este sistema de alarma interno, por lo cual muchas personas son incapaces de distinguir los “buenos temores” (miedos sanos) de los “malos temores” (miedos malsanos).

Cuando nuestro sistema de alarma suena constantemente, perdemos la habilidad de filtrar las falsas alarmas. Satanás saca provecho de este funcionamiento defectuoso, procurando mantenernos aprisionados por medio de distorsiones de nuestro sentido de la realidad y haciéndonos sufrir temores falsos: ansiedad, nerviosismo, aprehensión, preocupación, desánimo, susto, pavor, pánico o terror. No es de sorprenderse que en más de 300 lugares la Biblia nos dice: “No temas”. Pero, ¿cómo debemos entender los mandatos bíblicos de “temer a Dios” y a la vez “no temer”? Repasemos lo que nos dice el Señor en su Palabra para resolver esta paradoja.

El “temor de Dios” es un temor saludable

Considera los siguientes pasajes de las Escrituras:

• (Jeremías 32:40, 41).

• (Deuteronomio 5:29).

• (Salmo 34:4, 9,11).

• (Éxodo 20:20).

Reflexiona también sobre estos textos:

• (2 Corintios 7:1).

• (Hebreos 10:31).

• (2 Corintios 5:11).

Viviendo con una paradoja

¿Es posible vivir en una paradoja en la cual dos afirmaciones que aparentemente se excluyen son ambas verdad?

“La tragedia de la fe moderna es que ya no somos capaces de sentir terror. No tememos a Dios, ni a Jesús, ni al Espíritu Santo. Como resultado, nos hemos quedado con un evangelio centrado en necesidades personales que atrae a miles de personas... pero que no transforma a nadie.... Creo que la iglesia debe convertirse nuevamente en un lugar en el que experimentamos terror; un lugar donde Dios continuamente tenga que decirnos ‘No temas’; un lugar donde nuestra relación con Dios no sea una simple creencia, doctrina o teología, sino que sea la presencia ardiente de Dios en nuestras vidas. Sugiero que el Dios domesticado y ‘relevante’ vuelva a ser el Dios cuya sola presencia hace pedazos nuestro ego, incinera nuestro pecado hasta convertirlo en cenizas y nos despoja dejándonos desnudos, para revelar la persona real que somos en nuestro interior.... La iglesia necesita convertirse en un lugar gloriosamente peligroso donde nada está seguro en la presencia de Dios, excepto nosotros. Nada, incluyendo nuestros planes, nuestra agenda, nuestras prioridades, nuestra política, nuestro dinero, nuestra seguridad, nuestra comodidad, nuestras posesiones, nuestras necesidades.... Nuestro mundo anhela observar a gente cuyo Dios es grande y santo; aterrador y tierno como el nuestro; un Dios cuyo amor nos lleva atemorizados a sus brazos fuertes y poderosos, donde él pueda susurrarnos las estremecedoras palabras: ‘Te amo’”. 2

El temor a Dios es una parte integral de la gracia de Dios “Fue la gracia la que le enseñó a mi corazón a temer, y también la gracia la que alivió mi temor”.

El “temor a Dios” nos protege de temores enfermizos

Es natural que disminuyamos la velocidad de nuestro vehículo cuando observamos un terrible accidente en la carretera. Pero no era el plan

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