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Los Salmos


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2012  •  1.870 Palabras (8 Páginas)  •  643 Visitas

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Los Salmos

1. Acerca del autor y de la fecha en que fueron escritos

Es muy probable que el libro de los Salmos sea el más conocido del Antiguo Testamento. Es una colección de 150 poemas o canciones de varios autores que está dividida en cinco libros (como el Pentateuco).

David escribió 73 Salmos los cuales hallamos principalmente en los libros primero, segundo y quinto. Doce Salmos llevan el nombre de Asaf, director del coro del templo de David (1.º Crónicas 16:7; 2.º Crónicas 29:30). Diez Salmos fueron escritos por los hijos de Coré (Salmos 42; 44; 49;84; 87), dos por Salomón (Salmos 72 y 127), uno por Moisés (Salmo 90), uno por Etán (Salmo 89) y uno por Hemán (Salmo 88). Los restantes 50 Salmos no exhiben el nombre de su autor.

En el Nuevo Testamento se le atribuye a David la autoría de los siguientes Salmos: Salmo 2 (Hechos 4:25) y Salmo 95 (Hebreos 4:7). Si sumamos estos dos Salmos a los 73 que llevan el nombre de David, obtenemos un total de 75 Salmos, lo que significa que él escribió exactamente la mitad del total de 150.

David realmente tenía capacidad para hacer esto. Era un formidable poeta, tocaba instrumentos musicales y cantaba (1.º Samuel 16:18; 2.º Samuel 23:1). Estaba lleno del Espíritu de Dios (1.º Samuel 16:13; 2.º Samuel 23:2) y a lo largo de su vida de fe había pasado por muchas experiencias junto a Dios. Muchas porciones de las Escrituras nos enseñan que David verdaderamente fue muy activo en cuanto a la poesía y la música (ver 1.º Samuel 18:10; 2.º Samuel 1:17-18; 6:5; 1.º Crónicas 6:31; 16:7; 25:1; 2.º Crónicas 7:6; 29:30; Esdras 3:10; Nehemías 12:24, 36, 45; Amós 6:5).

Algunas veces, David menciona en el encabezado del Salmo la razón por la cual lo ha compuesto: Salmos 3, 7, 18, 34, 51, 54, 57, 59, 60, 63, 142. También hallamos uno de estos encabezados en 2.º Samuel 22. En este capítulo leemos, palabra por palabra, un paralelo casi exacto del Salmo 18.

El Salmo 90 es probablemente el más antiguo: “Oración de Moisés, varón de Dios”. Moisés vivió en el siglo XV a. C. Sin embargo, la mayoría de los Salmos fueron compuestos en la época en la que David introdujo el canto en el templo (1.º Crónicas 25). En el tiempo de Ezequías ya se mencionaba este hecho (“conforme al mandamiento de David”, 2.º Crónicas 29: 25-30) y también se citaban los Salmos de David y de Asaf. Por lo tanto, los Salmos ya habían sido reunidos en una suerte de colección. Los últimos Salmos fueron escritos en la época de Esdras (siglo V a.C.). El Salmo 137 se refiere claramente a la cautividad babilónica. Según algunos investigadores, fue Esdras, sacerdote y escriba, quien completó la colección final de los Salmos (Esdras 3:10).

2. El propósito del libro

a) Propósito general

El libro de los Salmos es el primero y principal de la tercera parte de la Biblia hebrea, la que se denomina “los escritos” (del hebreo ketubim). La expresión “salmos” que leemos en Lucas 24:44, probablemente se refiera a toda esta tercera parte del Antiguo Testamento. La palabra hebrea es tehillim, es decir alabanzas (del hebreo hillil, que significa alabanza; compárese con la palabra hallelujah). La palabra salmo, que designa una alabanza particular, tiene su origen en el griego y significa canto con acompañamiento instrumental o ejecución de instrumento de cuerdas.

Los Salmos hablan al lector de la Biblia de una manera muy particular, porque los sentimientos de aquellos hombres que temían a Dios son expresados, ya sea en oraciones, confesiones, alabanzas o expresiones de dolor, más abundantemente que en otros libros de las Escrituras. El lector de la Biblia podrá verse reflejado en muchas de estas circunstancias, por lo que será especialmente atraído y enseñado por los Salmos.

b) Carácter profético de los Salmos

Sin embargo, lo que hemos visto en el punto anterior no agota el mensaje sustancial de los Salmos, puesto que los salmistas no sólo describen sus propios sentimientos. El Espíritu de Cristo ha trabajado en ellos, ha compartido con ellos tristezas y gozo y ha estado en ellos (léase Isaías 63:9; 1.ª Pedro 1:11). Este es el motivo por el cual hallamos a Cristo en todos los Salmos, y no sólo en los Salmos mesiánicos, de los que podemos considerar los siguientes: 16, 22, 24, 40, 68 y 118. Los Salmos mesiánicos se refieren a Cristo muy puntualmente. No obstante, en el Nuevo Testamento hallamos menciones de Salmos que también se refieren al Señor, y que no son mesiánicos. Debemos mencionar muy especialmente los siguientes:

• Salmo 2: 7: “Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy” (Hechos 13:33).

• Salmo 8:6: “Todo lo sujetaste bajo sus pies” (Hebreos 2: 6-10).

• Salmo 41:9: “El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar” (Juan 13:18).

• Salmo 45:6: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo” (Hebreos 1:8).

• Salmo 110:1: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha…” (Mateo 22:44).

Podríamos agregar muchas otras referencias. Casi la mitad de todas las citas mesiánicas provienen de los Salmos. Si contemplamos el vínculo espiritual que había entre Cristo y los creyentes israelitas que escribieron los Salmos, entonces podremos percibir el carácter claramente profético de estos últimos. El Espíritu de Cristo estaba compenetrado con las experiencias y los sentimientos de aquellos creyentes israelitas. Los sentimientos y sufrimientos del Señor, como hombre verdadero y perfecto, son descritos de una forma muy conmovedora, pues ellos son una prueba del interés que Él tenía en su pueblo terrenal.

El carácter profético de los Salmos puede observarse en la descripción de la historia del remanente judío de los últimos días. Pero, recordemos,

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