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Mineralogía


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2012  •  532 Palabras (3 Páginas)  •  392 Visitas

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contaste que el padre de Silvio, sin estar aún corrupto, al inmortal reino llegó, y lo hizo en

cuerpo y alma.

Pero si el adversario del pecado le hizo el favor, pensando el gran efecto que de aquello saldría, el

qué y el cuál, no le parece indigno al hombre sabio; pues fue de la alma Roma y de su imperio

escogido por padre en el Empíreo.

La cual y el cual, a decir la verdad, como el lugar sagrado fue elegida, que habita el sucesor del

mayor Pedro.

En el viaje por el cual le alabas escuchó cosas que fueron motivo de su triunfo y del manto de los

papas.

Alli fue luego el Vaso de Elección, para llevar conforto a aquella fe que de la salvación es el

principio.

Mas yo, ¿por qué he de ir? ¿quién me lo otorga? Yo no soy Pablo ni tampoco Eneas: y ni yo ni los

otros me creen digno.

Pues temo, si me entrego a ese viaje, que ese camino sea una locura; eres sabio; ya entiendes lo

que callo. » Y cual quien ya no quiere lo que quiso cambiando el parecer por otro nuevo, y deja a un

lado aquello que ha empezado, así hice yo en aquella cuesta oscura: porque, al pensarlo, abandoné

la empresa que tan aprisa había comenzado.

«Si he comprendido bien lo que me has dicho -respondió del magnánimo la sombra la cobardía te

ha atacado el alma; la cual estorba al hombre muchas veces, y de empresas honradas le desvía,

cual reses que ven cosas en la sombra.

A fin de que te libres de este miedo, te diré por qué vine y qué entendí desde el punto en que lástima

te tuve.

Me hallaba entre las almas suspendidas y me llamó una dama santa y bella, de forma que a sus

órdenes me puse.

Brillaban sus pupilas más que estrellas; y a hablarme comenzó, clara y suave, angélica voz, en este

modo: “Alma cortés de Mantua, de la cual aún en el mundo dura la memoria, y ha de durar a lo largo

del tiempo: mi amigo, pero no de la ventura, tal obstáculo encuentra en su camino por la montaña,

que asustado vuelve: y temo que se encuentre tan perdido que tarde me haya dispuesto al socorro,

según lo que escuché de él en el cielo.

Ve pues, y con palabras elocuentes, y cuanto en su remedio necesite, ayúdale, y consuélame con

ello.

Yo, Beatriz, soy quien te hace caminar; vengo del sitio al que volver deseo; amor me mueve, amor

me lleva a hablarte.

Cuando vuelva a presencia de mi Dueño le hablaré bien de ti frecuentemente.

” Entonces se calló y yo le repuse: “Oh dama de virtud por quien supera tan sólo el hombre cuanto se

contiene con bajo el cielo de esfera más pequeña, de tal modo me agrada lo que mandas, que

obedecer, si fuera ya, es ya tarde; no tienes más que abrirme tu deseo.

Mas dime la razón que no te impide descender

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