Yo pensé que el grito de la independencia, era una señora que se llamaba Independencia

Yo pensé que el grito de la independencia, era una señora que se llamaba Independencia, que tenía un uñero y se lo habían pisado y pegó un grito tan grande que todo el mundo lo recordó como el grito de Independencia… pero ¡qué va! Eso no fue así, resulta que lo que hoy se conoce como Colombia, antes se llamaba el Reino de la Nueva Granada.

Era un colonia de España, o sea, que los españoles mandaban acá. Allá en España estaba el rey  y acá en el Reino de la Nueva Granada estaba el virrey y los gobernadores, pero todos tenían que ser españoles… los criollos, o sea, los de acá no podían pertenecer al gobierno y eso a ellos los tenía incómodos, porque acá ya había gente estudiosa y preparada para estar en el gobierno.

Y ahí comenzó la discordia: los criollos empezaron a aborrecer a los españoles y los españoles empezaron a aborrecer a los criollos. Así que fue el 20 de julio del año de 1810, en que todo sucedió.

En Santa Fe, lo que hoy se conoce como Bogotá. -Ajá, ¿y por qué ese día? Porque ese día era viernes y todos los viernes eran días de mercado, o sea que toda la gente bajaba a la plaza a comprar las cosas, y estaban en las carretillas vendiendo: plátano amarillo y verde, la cebolla, el tomate, el pescado y todo el mundo estaba comprando, entonces ellos aprovecharon el poco de gente para formar el alboroto.

Entre los criollos estaban los notables, era un grupo de personas que eran estudiosas, inteligentes y tenían platica. Estaba el Sabio Caldas, Jorge Tadeo Lozano, el señor Villavicencio, los hermanos Morales, entre otros. Ellos inventaron un plan para hacer coger rabia a los españoles.

Por ahí cerquita vivía don José González Llorente, era un español que tenía un almacén para las cosas de la casa, vendía floreros, vasijas, manteles, termos pal café y un poco de cosas más.                                   Y cuando don José Llorente, vio que venían los hermanos Morales, dijo: Uh, carajo, ahí viene la perrata. Entonces uno de los hermanos Morales le pidió a Llorente que le prestara un florero para decorar la mesa del banquete que iban a hacer en la casa del señor Villavicencio, y Llorente le dijo: “Ni prestado, ni vendido, ábranse del parche porque yo de criollos no gusto”.

Entonces a los Morales le cayó la gota fría, y salieron a la calle y empezaron a gritar: “Abajo los chapetones, no nos quisieron prestar florero, abajo los españoles”, y empezó a llegar el poco de gente, llegaron los mototaxistas, los carretilleros y empezaron a decir: “¡Qué se vayan los españoles, que se vayan, que se vayan!” Entonces los notables, aprovechando la revuelta, salieron a buscar un internet para imprimir el acta de independencia, y como se acordaron de que en esos tiempos no existía el internet, lo hicieron a mano y lo firmaron entre toditos.

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