ADMINISTRACIÓN EDUCATIVA

EQUIDAD Y CALIDAD EN LA EDUCACION

La realidad nacional es el de la gran desigualdad que caracteriza a nuestra nación. La educación no es la excepción en este panorama: los resultados de las evaluaciones nacionales e internacionales apuntan en igual dirección: la de la abismal diferencia que hay entre los niveles de aprendizaje que alcanzan los alumnos provenientes de medios más o menos acomodados, que asisten también a escuelas diferentemente dotadas.

La problemática de la desigualdad en general, y de la desigualdad educativa en particular, es extremadamente compleja. Así lo muestra la recurrencia de los diagnósticos al respecto, pese a la existencia de esfuerzos importantes, desarrollados durante muchos años, para eliminar o, al menos, para reducir de manera significativa esas desigualdades.

La profundidad de las desigualdades puede apreciarse en los poco satisfactorios resultados de los esfuerzos por suprimirlas, de la que da cuenta la cita siguiente, de uno de los pioneros de la sociología de la educación: El hecho esencial de la historia educativa del siglo XX es que las políticas igualitarias han fracasado. (Halsey, 1972)

Como muestran los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas, hoy no basta ya que los países ofrezcan educación elemental a todos sus niños; es necesario, por una parte, que la escolaridad se extienda a la enseñanza media y no basta aumentar la educación en cantidad, sino que es indispensable mejorar también en calidad.

Después de conseguir que todos los niños accedan a la escuela, surge el tema de los niveles de aprendizaje o, en forma simplificada, de la calidad: no basta que los alumnos terminen cierto grado o nivel escolar, si lo hacen sin haber alcanzado los objetivos que establecen los planes y programas de estudio.

Calidad y equidad según las evaluaciones internacionales

Las evaluaciones muestran una relación entre calidad y equidad: si sectores importantes de la población de un país tienen bajos niveles educativos, el nivel promedio de sus alumnos no podrá ser muy alto, aunque los estudiantes de los segmentos privilegiados tengan resultados sobresalientes. Esta fue la lección de las pruebas de la IEA para los Estados Unidos.

El análisis de los resultados de los Estados Unidos en las pruebas TIMSS de 1999 confirma la idea ya expresada sobre la relación entre calidad y equidad: si una parte importante del alumnado de un sistema educativo tiene bajos resultados, el nivel promedio del conjunto de los estudiantes del país no puede ser alto, aunque otra parte tenga resultados elevados.

Reducir las diferencias no es fácil, como se ha apuntado: el peso de las desigualdades del entorno familiar y social de los alumnos es muy grande, y a él se añaden las diferencias que hay en cuanto a la dotación de recursos de las escuelas.

Dadas las desigualdades familiares, la equidad no se conseguirá tampoco igualando las condiciones de la educación a la que tienen acceso todos los niños; para compensar las desigualdades del entorno serán necesarios esfuerzos de discriminación positiva, que ofrezcan mejores apoyos a los alumnos que más los necesiten. Estos esfuerzos no deben limitarse a los programas compensatorios tradicionales; aunque este tipo de programas tiene virtudes, no consigue modificar la situación fundamental de inequidad, ya mencionada, que consiste en que los servicios educativos a los que pueden acceder los alumnos de medios más pobres tienen también las mayores carencias.

Esta situación se explica en parte por la dificultad objetiva de ofrecer

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