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¿ALUMNAS DEL INEM? NO, HIJAS DEL SISTEMA


Enviado por   •  30 de Marzo de 2018  •  Ensayo  •  2.035 Palabras (9 Páginas)  •  129 Visitas

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¿ALUMNAS DEL INEM?  NO, HIJAS DEL SISTEMA. Ensayo educativo.

                                                        Por: Luis Guillermo Zapata C. Maestro

Es casi imposible convertirse en una persona educada en un país que ve con desconfianza a las personas con mente independiente.”

En los últimos días he podido presenciar desconcertado y decepcionado, la manera como  más de medio país se ha sacudido, rasgado las vestiduras de manera airada, iracunda. Incluso, algunos, irresponsablemente se ha venido lanza en ristre contra el INEM, José Félíx de Restrepo, a raíz de los grotescos y amarillistas sucesos acaecidos en  días recientes en las afueras  de la sede de la institución educativa,  por parte de un grupo de niñas estudiantes. Sucesos que no merecen la pena ser recordados, para no dar rienda a la curiosidad  que alimenta nuestras ansias morbosas. Hechos como ese son los que generan las más altas muestras de la visceralidad, de la extraña sensibilidad que manifestamos la mayoría de los colombianos frente a distintos hechos violentos. Porque como somos un país que vive la cultura de la imagen, reaccionamos de esta forma movidos por la televisión y la prensa escrita, que conocen de nuestras debilidades analíticas y nuestra anemia imagino-lectora. Y por eso todos los aconteceres y sucesos nos los sirven en bandeja: por los ojos. Nada alimenta y perturba más la curiosidad y el morbo de los colombianos que la violencia transmitida en imágenes. Alquilan balcón para no perder detalles de los sucesos altamente agresivos

Han sido múltiples, masivas, las voces de rechazo por este incidente, las protestas airadas, las voces iracundas, porque esta sociedad visceral se descompuso, convulsionó, se descuadernó, ante las imágenes de salvajismo y ante  la barbarie que los medios masivos y las redes sociales compartieron, de manera casi simultánea con los hechos. Por pocos minutos no lo pasaron en vivo, como los partidos de fútbol. El otro circo que nos entretiene para no pensar. Todo el mundo clama justicia y penas severas contra las agresoras y contra el Inem. La diferencia entre este y otros  dramas de nuestra vida, es que los demás no tuvieron tanta difusión audiovisual.

Claro, es que es muy fácil ver las tijeras, el puñal en manos de las niñas. Es muy fácil escuchar los vituperios, las palabrotas, los gritos de los niños y niñas espectadores azuzando, animando el combate. Lo que no es fácil ver es la historia, la trágica, la vergonzante, la triste, la irrepetible historia de un pueblo llamado Colombia, que estas pobres muchachas cargan sobre sus hombros, desde el momento en que nacen. En cada uno de estos violentos capítulos se escriben cada día las páginas de nuestra historia, sin que los colombianos tengamos la capacidad de leer y entender la dimensión de tan singular ejemplo.  Estas niñas y muchas otras son “hijas” de esta violencia institucional, que durante casi 2 siglos nos ha dado a conocer ante el mundo.

Pero, déjenme recordarles que no es el INEM el espacio promotor de la violencia, allí estudian jóvenes de todos los rincones de Medellín, el centro educativo reúne todos los estratos socio-económicos de la ciudad y del mismo departamento. A la hora de compartir responsabilidades y méritos, yo miraría otros escenarios, otros agentes, otros referentes sociales que propician, que desencadenan este tipo de sucesos que llenan, que agolpan los espacios de las redes sociales.

 Incluso, me atrevería a afirmar que la causa de este tipo de incidentes, de situaciones violentas como esta, está en nuestra dolorosa historia. Desde que abren sus ojos a la luz, al mundo exterior, nuestros niños y jóvenes han hecho de la violencia su paisaje más conocido. Casi que podría decirse que nuestros hijos nacen “emparentados” con la violencia, una violencia tan familiar como el tío o el pariente más cercano. La violencia intrafamiliar, la violencia sexual, la violencia escolar, la violencia social, la violencia política, la violencia de género; hacen parte de nuestra sui generis y nada envidiable idiosincrasia. Y lo peor: los niños y jóvenes son espectadores en unos casos y protagonista en otros. Y todas estas “enseñanzas”, todas estas lecciones de vida  van estructurando un carácter ídem.

La niña que cortó el cabello y apuñaló a su compañera también es víctima, ella representa esa gran franja de exclusión, representa a todas las personas que crecieron viendo como matar, como agredir, es la mejor respuesta a cualquier diferencia personal, ella creció viendo cómo un país votaba diciéndole NO A LA PAZ, después de una guerra de más de 50 años y más de 500 mil muertos. Niñas como estas viven obsesionadas y actúan en su vida personal como haciendo casting para llegar a la Casa Estudio de R.C.N. o al Desafío de Caracol. Sueñan con que en una de esas garroteras que se forman de manera silvestre, se aparezca Jorge Enrique Abello o Andrea Serna, para incluirlas en el reparto de los nauseabundos, de los impresentables canales.

Transitamos, nos movemos en un sistema educativo que estimula y promueve la competencia, que hace ver al otro compañero como el obstáculo a vencer, utilizando cualquier medio Un sistema educativo en el que la violencia en el aula puede provenir de los más insospechados actores, aún de los mismos formadores. Esos profesores que en cada oportunidad “clasifican”, estigmatizan, discriminan, hacen escarnio público,  a los muchachos, a través de su sistema de “puestos en el grupo”, hablan a las claras de cómo funciona nuestro sistema. Un sistema que estimula, que incita el individualismo. Los muchachos no hacen trabajos en equipo sino trabajos de equipo. En el primero, todos participan del proceso. En el segundo cada uno aporta, de manera individual, al trabajo, sin saber cómo los otros cumplieron “con su parte”.

Muchas instituciones educativas son de fachada, de solo imagen, porque en el ejercicio educativo y formativo dejan ver muchas incoherencias y hasta contradicciones. El ejemplo más claro se ve en la nada innovadora y poco pedagógica evaluación del comportamiento escolar Los textos sobre la misión, la visión y la filosofía de las I. E. son verdaderos monumentos a la pertinencia, oportunidad y humanidad, pero riñen con el ejercicio, con el quehacer educativo que se vive dentro de las instituciones.  La famosa “integralidad” de los educandos queda en entredicho y en tela de juicio cuando se evalúan los resultados de los ciclos escolares y uno ve como aquellos niños y jóvenes que preservaron, mantuvieron un desempeño intachable, un rendimiento ideal, producto de su esfuerzo, y combinando lo académico con lo comportamental; reciben los mismos estímulos que aquellos que llegan incluso al ejercicio de la delincuencia dentro de la institución y que aquellos que sin compromiso ni esfuerzo llegaron al BÁSICO, utilizando diversas herramientas y estrategias.

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