Adolescentes En Situación De Riesgo

Relación existente entre la historia personal con la aparición de una situación de riesgo

Como individuos es importante reconocer que la historia personal, es decir, todos aquellos hechos que suceden a las personas en las diversas etapas de su vida ya sea en la infancia, la adolescencia o adultez y que orientan el sentido de su vida, serán determinantes para que el individuo afronte una situación de riesgo, entendiendo que nos referimos a éstas cuando hablamos de aquellas actividades de percepción y experiencia producto de hechos sentidos como probables o no, así como de acontecimientos directamente sufridos, dicho en otras palabras, una situación de riesgo serán las diversas circunstancias a las que el individuo se va a enfrentar en un medio determinado y que atentan a su integridad.

La manera en como se adquiera dicha historia personal y los elementos que influyan en ella constituirán de manera determinante la forma en como resistamos de ya sea efectiva o denegadamente a dicha situación de riesgo, es por ello que es esencial que analicemos la manera en como estos elementos la previenen o la fomentan dependiendo de cada situación.

En este punto cabe señalar que el individuo no va a formar su historia personal de manera aislada y que como seres sociales que somos por naturaleza formará parte de una construcción social en la cual van a estar presentes no solo instituciones como la familia, sino también los amigos, la escuela; en general toda la población que lo rodea.

Empezaremos analizando a la familia; siendo ésta la primera institución a la que pertenecemos y por ende es en ella donde se encuentra (la mayoría de las veces) la base de toda nuestra historia como individuos, al respecto Bruno Díaz (2001) nos menciona que el ámbito familiar puede ser construido como una fuente abundante y fértil generadora de pautas de interacción que promueve el desarrollo del individuo o bien propiciar el surgimiento de factores de riesgo.

Cuando la familia logra actuar de manera positiva tenemos que el individuo adquiere las herramientas necesarias para afrontar una situación de riesgo que se le puede presentar en otras áreas de su vida o incluso dentro de la misma familia, por ejemplo: cuando se presentan acontecimientos que rompen con la armonía existente como lo es el caso de la disolución del convenio matrimonial o conyugal. Para que la familia logre esto debe crear un ambiente de confianza en el cual el apoyo familiar, el afecto entre los integrantes de la misma, es un generador para la solución de adversidades.

Desafortunadamente no siempre es así y los niños son criados dentro de hogares disfuncionales, refiriéndome a disfuncional no únicamente a aquellas moradas en los que existe divorcio de los padres o violencia entre ellos, sino también a los núcleos en los que predomina un descuido de los padres hacia los hijos, donde la disciplina y la supervisión de éstos no es la más adecuada. Todo ello confluye para que los individuos desde pequeños vayan siendo vulnerables a los factores de riesgo. En estas situaciones el niño convertido en adolescente puede mostrar dos actitudes características: la de sumisión y la de violencia. En la primera que se menciona, el sujeto va a tratar de pasar desapercibido y obedecer todas las reglas que se le indiquen por parte de los adultos, muchos creeríamos que son los que podrían ser los menos vulnerables a caer en una situación de riesgo, sin embargo esto no es así, ya que este tipo de personas son especialmente sensibles al medio que les envuelve e influenciables por el grupo de pares que les rodea, que sin vigilancia de los padres constituyen un riesgo latente en el individuo. En el segundo caso que menciono (violencia), existe conductas que muestran un riesgo potencial más visible que el anterior y es donde la mayoría de los investigadores en conductas antisociales prestan mayor interés. Cuando el joven manifiesta actitudes agresivas es muy recurrente que se agrupe con individuos con las mismas conductas antisociales que él, son más propensos a caer en vicios como la drogadicción, el alcoholismo, así como conductas delictivas altamente agresivas.

Los principales riesgos se deriven de la mala calidad de la relación padres-hijos que acarrea un estilo hostil coercitivo de crianza más que de la crianza misma […] Los niños victimas de abusos tienen al parecer más probabilidades que los demás de reaccionar a la dificultades con la agresión.( Rutter, 2000)

En ambos casos que se mencionan (desarrollo adecuado o inadecuado del niño en el núcleo familiar) es importante señalar que está comprobado que como individuos tendemos a repetir los mismos patrones que observamos dentro del núcleo familiar, ya sea que este ejemplo sea positivo o negativo tal y como se explicaba en los párrafos anteriores. Es por ello que es de vital importancia que al tratar de encontrar una solución o llevar a cabo acciones de prevención en un alumno en situación de riesgo es nuestra obligación empezar analizando el ambiente familiar en el cual

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