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Antropologia filosofica del cuidado


Enviado por   •  30 de Octubre de 2015  •  Resúmenes  •  1.557 Palabras (7 Páginas)  •  2.836 Visitas

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FILOSOFÍA Y ENFERMERÍA

UNIDAD 6. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA DEL CUIDADO

ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: LA PERSONA HUMANA COMO SUJETO DE CUIDADO

Introducción:

El hombre es un ser racional, conformado por cuerpo, alma y espíritu, y que pertenece al mundo material y a la naturaleza, pero que también toma conciencia de sí mismo a partir de la interacción con los otros y con el mundo, relación en la que comprende el significado de su propio yo; posee valores fundamentales como la libertad, el compromiso con el otro y el ser personal. El hombre es único e irrepetible, constituido por diversas dimensiones; por lo tanto es un ser pluridimensional que es comprendido como una totalidad.

Las dimensiones del hombre son: la physis o dimensión corpórea (referente al cuerpo físico), la psyché o dimensión simbólica (referente al lenguaje y la cultura) y el espíritu o dimensión trascendente del hombre (se refiere a la finitud y soledad en la que reflexiona sobre la muerte en la búsqueda del sentido de la vida); dimensiones que se unifican para considerar al hombre entero. El hombre por ser una totalidad, posee de conciencia en sí mismo, por ende es capaz de pensar y actuar de manera racional, así como de decidir libremente y con responsabilidad. Pero el hombre no nace siendo persona, sino se llega a ser persona al evolucionar espiritualmente.

El hombre llega a ser persona al relacionarse con el mismo, con el yo y con el tú, al ser solidario con los demás y con  la sociedad, siendo un valor para el otro, al reconocer al otro como la prolongación de mi yo. Al dialogar con el otro comprende su propia existencia, ya que comprende al otro, por tanto, el hombre es un ser en el mundo y con el mundo. La persona se caracteriza por poseer libertar, por su historicidad, tener autoconciencia, por su alteridad, por adherirse a los valores, por su mismisidad, por el amor que da y recibe, y por su  ser espiritual que trasciende. La trascendencia hace persona a la persona, y solo a través de la introspección, dentro de sí mismo, buscándose y encontrándose a sí mismo, es que la persona puede descubrir el sentido a su existencia.

Entonces, la enfermera persona comparte las mismas características del paciente persona y por lo tanto la enfermera debe reconocerse, comprender, aceptarse y actualizarse como persona, para poder encontrarse con el otro, dejando de lado momentáneamente el juicio racional sobre el otro, para comprender la experiencia como la experimenta el otro, dando acompañamiento y sentido a sus transiciones, donde ambas personas tienen una relación de cuidado y en donde la enfermera percibe al otro como Tú, constituyendo una relación de cuidado que sana por medio del amor altruista.

Relación de cuidado de persona a persona:

Durante su paso por el servicio de medicina interna, Liliana tuvo una paciente., se llama María Eugenia, tiene 67 años, padece Insuficiencia Renal Crónica en estadio V, como consecuencia de Diabetes Mellitus 2 e hipertensión; ella no aceptaba diálisis ni ningún tratamiento que prolongara su vida, permanecía internada ya que los niveles de toxicidad en su organismo eran muy altos, lo que la habían deteriorado mucho y que no se pudiera valerse por sí misma. Sus familiares acudían regularmente a la visita pero no permanecían con ella todo el día.

Una mañana al iniciar mi rutina, entre a su habitación y ocurrió lo siguiente:

Liliana:

  • Buenos días Maru, ¿cómo está hoy?... me acuerda de mi soy Liliana, su enfermera…

Señora María Eugenia:

  • Hay Liliana  buenos días… que bueno que viniste… me siento muy mal (su voz se escuchaba titubeante, se mostraba fatigada, estaba sucia y pálida)

Liliana:

  • ¿Por qué?... ¿Qué siente?...

Señora María Eugenia:

  • Me duele todo… mis piernas, mis pies, toda mi piel… ya no aguanto esta nausea, no he podido comer... es más ya ni quiero… solo si pudiera sentarme… pero todo mi cuerpo me duele… mejor sería morir (estaba llorando).

Liliana:

  • Haber platíqueme… ¿es nada más el cuerpo o que más le duele?... hay que sacar lo que uno siente, para aminorar la carga que trae el cuerpo, solo así en ocasiones se disminuye el sufrimiento…

Mientras tanto la ayudaba a sentar a la orilla de la cama, y le limpiaba la cara.

Señora María Eugenia:

  • Pero es que… ¿no tiene mucho trabajo?... se va a atrasar por mi culpa… y luego la regañan…

Liliana:

  • No se preocupe por eso, yo veo como le hago… al cabo salgo hasta al rato y todavía hay mucho tiempo, además usted es muy importante para mi… la escucho, platíqueme…

Señora María Eugenia:

  • Hay Liliana… es que siento que el pecho me va explotar… ya no quiero estar aquí, extraño mi casa, mi cama… aunque… pero allá nada más estorbo… mi hija ya no me quiere… solo me regaña… dice que todo está sucio, que nada más me quejo (lloro), y es que estas piernas ya no me sirven… soy una inútil… trato de hacer de comer, para ayudar… pero todo me sale mal… pero yo solo quiero ayudar (se llevó la mano derecha al pecho y suspiro)

Liliana:

  • Pero Maru, usted es una gran persona… le dio a su hija lo más hermoso que le pudo haber dado… la vida… con la que ha podido madurar… le dio estudios, una casa, valores, amor… usted vale mucho, solo por ser una persona… que siente, que aunque sufra no lo deja de ser… usted no es ningún estorbo… la enfermedad no desprestigia su persona…

Señora María Eugenia:

  • Si… pero es que (suspiro) tú lo dices porque no me conoces, porque si me conocieras no dirías lo mismo…

Liliana:

  • Enserio, no lo digo nada más porque si… mire… usted ha crecido, ha vivido a lado de las personas que más ha amado y que la han amado a usted… desde sus padres, las personas que más la han amado en la vida ya que le dieron la vida a la cual tiene derecho y ha tenido la libertad de desarrollarla y a pesar de todos los problemas que se le han ido presentado, usted ha salido adelante… su hija, aunque usted sienta que no la quiere, si la quiere, se lo digo porque yo también tengo a mi mama enferma al igual que usted, y a veces nosotros como hijos nos desesperamos, porque no los queramos sino porque no sabemos cómo tratar a nuestras mamitas, que siempre las hemos visto fuertes, alegres y amorosas, pero que ahora pasan por una etapa muy difícil…

Señora María Eugenia:

  • Será… no lo sé… pero yo tengo fe en Dios que me ayudara… yo solo quiero escuchar a mi hija decir que me quiere… con eso sería muy feliz… a pesar de sentir que el cuerpo se me quiebre y se desgarre…

Liliana:

  • No lo diga así (tome su mano), usted es una madre muy buena… vera que cuando su hija así será… Me hizo pensar mucho en mi mami, yo tampoco le digo muy seguido que la quiero…

Señora María Eugenia:

  • Dile que la quieres, muchas veces, porque después será muy tarde (lloro)… flores y mariachis al panteón ya ¿para qué?...

Liliana:

  • Tiene razón Maru (suspire)

Señora María Eugenia:

  • Ahora que recuerdo… si me quiere mi hija… el otro día me sentía muy mal… era un domingo… llego con pancito para cenar, yo no pude hacer de comer, como de costumbre tenía mucho dolor… me iba a levantar de la cama para preparar algo, pero ella no me dejo y me dijo “no mama, yo lo hago”, preparo huevito con jamón e hizo tortas, me la llevo a la cama, vimos una película y se quedó dormida reposada en mi regazo, me abrazo y entre sueños me dijo “te quiero mama” (lloro)…

Mientras tanto la recostaba en la cama y continuaba sosteniendo su mano y ella la apretaba, su mirada mostraba un destello de luz, su cara se ilumino y se veía feliz y me sonrió.

...

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