Canciones Infantiles

EL MANZANO SABIO

El único camino que llevaba al pueblo atravesaba una extensa pradera en cuyo centro se hallaba un árbol de manzanas, solitario, majestuoso, generoso. Sobre su amplio y retorcido tronco, las ramas semejaban manos que se dirigían al cielo, tal vez, ofreciendo su rojísimo fruto.

Una mañana un caminante cansado y hambriento se recostó en el árbol que compadecido dejó caer una grande y jugosa manzana, el hombre dando gracias se la comió.

El árbol era muy feliz de poder servir a los seres humanos y a los demás seres de la naturaleza. Su corazón gozaba con los cantos de los pájaros que juguetones revoloteaban en su cabeza. Era un árbol especial y también podía sentir las emociones de las personas.

Otro día, bajo el incandescente sol de verano un viajero renegaba de su suerte, buscando un reparo se posó a la sombra del manzano. Estaba enfadado y se lamentaba de lo mucho que aún tenía que caminar para llegar al pueblo. Lleno de rabia dio un punta pie al árbol exigiéndole algunas manzanas. Volvió a patearlo esperando que cayeran algunas manzanas.

El árbol estaba triste pero decidió darle una lección y dejó caer una manzana verde que el hombre devoró con avidez, pronto le comenzó un fuerte dolor de estómago. Un niño que pasaba por ahí se puso a la sombra del árbol y lleno de alegría exclamó:

- ¡Gracias arbolito por ser tan bueno y generoso! Nos regalas tu sombra y frescura que bajo este sol es una bendición.

El árbol que lo había escuchado todo y sabiendo que el niño hablaba con sinceridad dejó caer una manzana que el niño comió con mucha alegría. El hombre lo observaba detenidamente, creyendo que las manzanas no eran buenas, esperaba el momento en que comenzara a llorar de dolor de estómago. El niño lleno de satisfacción recitó las gracias al árbol cantando:

- ¡Gracias arbolito que me regalas generoso tu buen fruto, que en mi boca es un manjar y en mi estómago un sano alimento! ¡Gracias arbolito!

El hombre estaba sorprendido y se puso a pensar, pronto se dio cuenta de que su actitud había sido muy negativa. Arrepentido dijo como el niño:

- Gracias arbolito por tu sombra, perdóname por haberte tratado muy mal. Tengo un poco de hambre pero no quiero comer más manzanas porque están ácidas y hacen doler el estómago.

El árbol que había entendido todo, dejó caer una manzana sanadora y el hombre la recogió y se la comió, estaba dulce y muy jugosa e inmediatamente le desapareció el dolor de estómago. El hombre sintió verdadero agradecimiento al árbol de manzanas y también sintió dolor en su corazón por haberlo golpeado. Agachó la cabeza y recogió su bolsa para marcharse cuando el árbol que estaba llorando de alegría dejó caer una lluvia de manzanas nutrientes y sanadoras.

El niño y el hombre llenaron sus bolsas de manzanas, luego de abrazar y dar un sonoro beso de agradecimiento al árbol siguieron su camino. El árbol mágicoque los vio alejarse tranquilamente, sintió alegría en su corazón y volvió a ser feliz por poder servir a las personas pero más aún por haber visto la transformación del caminante.

- “Yo quería darte una lección y tu me la has dado a mí, dijo el árbol. He aprendido que no hay nada más lindo que el reconocer una actitud equivocada y corregirse. Este es el tipo de acción que me gusta más, ahora mis manzanas serán más dulces y jugosas¨.

Y así aprendieron todos, el caminante que ya nunca más trató mal a ningún ser de la naturaleza y el árbol que creció aún más en amor, paciencia y sabiduría.

Colorín colorado el cuento está terminado.

FIN

EL PRINCIPE Y LA ROSA ROJA

Había una vez un joven príncipe que era muy gruñón, gritaba e insultaba a las personas, y por tanto tenía pocos amigos.

Una noche cuando él estaba solo en su habitación, se le apareció un hombre sabio y le entregó unas semillas en las manos diciéndole:

- En tus manos entrego estas semillas, tú eres el responsable de saber qué quieres sembrar en tu vida.

El príncipe gruñón muy sorprendido, abrió las manos, empuñó las semillas, y minutos después, se quedó dormido.

Al día siguiente se le ocurrió la idea de aprovechar el comienzo de la primavera, se fue al jardín del palacio y sembró las semillas que le había entregado el hombre sabio. Luego pasaron unos días y en su jardín comenzaron a crecer unas rosas feas, marchitas y sin olor fragante.

El príncipe gruñón veía que las rosas de su jardín eran marchitas y pensó que la culpa la tenía el hombre sabio por no entregarle las buenas semillas. Así que siguió con su mala conducta y con su egocentrismo.

Una tarde, el príncipe gruñón caminaba por la calle de la ciudad y le llamó la atención que la mayoría de las rosas que veía en la calle eran de lindos colores y de fragantes olores Se marchó al castillo y entró en su habitación muy pensativo. Minutos después se le apareció nuevamente el hombre sabio diciéndole:

- Tu corazón es un jardín, y es ahí, donde debes decidir cuáles son las cosas que quieres sembrar.

El príncipe gruñón reflexionó toda la noche con las palabras del hombre sabio. Así que al día siguiente comenzó a ser amable con los demás, a ayudar a las personas y a tratarlas con amor.

Una mañana entró en el jardín del castillo y sorpresivamente descubrió que todas las rosas estaban muy coloridas y destilaban un olor muy agradable.

El príncipe sonrió de felicidad y comenzó a caminar hacia ellas; pero vio algo extraño, una hermosa rosa roja temblaba de frio por las gotitas de aguas del rocío de la mañana. El príncipe de acercó, se agachó y la abrigó con sus manos.

En ese instante la rosa roja se convirtió en una hermosa mujer. El príncipe muy feliz la observó y ambos se abrazaron, se enamoraron y después de un tiempo se casaron y fueron muy felices.

Al final el príncipe comprendió, que es mejor cultivar cosas bonitas en el jardín del corazón.

UN HADA LLAMADA ESTRELLA

En una casona ubicada en las afueras de la ciudad vivía una niña llamada Estrella. Su mamá le había puesto ese nombre porque un día se convertiría en un hada y le

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