Celos.

¿Qué les pasa a esas fanáticas del yaoi? Primero me piden que me acerque y abrace al Alejandro para que griten y suspiren como las idiotas que son, pero ahora lo único que hacen es ver al Alejandro con el Álvaro ¡CON EL ALVARO! Se supone que lo emparejaban conmigo, no con él.

-Aww! Ay! Que hermoso-si, esos son otros gritos y sonidos de ellas, como si vieran algo tierno-

Me gire y hay estaba el Álvaro apoyado en la espalda de él Alejandro, de él chico que emparejaban solo CONMIGO. No es que me guste, solo que… que… yo solo puedo abrazarlo y tocarlo, nadie más, absolutamente nadie más, puede hacerlo además de mi.

Estábamos en clase de gimnasia y teníamos tiempo libre. Yo estaba como a 15 metros de esas niñas raras, pero lograba escuchar su conversación, decían cosas como “Ay! Y cuando el Álvaro abrazo al Ale”, “Y cuando se sentaron juntos” Me irritaba escucharlas hablar de ellos dos, como si fuera el tema más importante del cual poder hablar, así que me acerque a reclamarles un poco.

-Pueden hacerme el favor de dejar de hablar de él Alejandro con él Álvaro!-exclame, con mi tono un tanto enfadado, ni no hubiera tanta gente a mi alrededor les habría gritado-

-¿Qué tiene, Felipe?-me replico una de ellas, la más baja-

-Esta celoso-todas rieron ante el comentario de la más alta entre las tres chicas pero yo…no estaba celoso, no podía estar celoso o tal vez…-

-¿Te gusta el Ale?-me pregunto la tercera chica, de cabello corto, yo quede en shock ante la pregunta, no podía, en realidad, no sabia que contestar-

-No digan… tonteras-me fui, no me arriesgaría a que siguieran interrogándome de esa manera-

-Entonces para que pregunta-replico una de ellas, no supe distinguir la voz-

Tan pronto como me aleje, escuche como chillaban, me giré y volví a ver de nuevo el par, me iba a marchar pero la pregunta de una de ellas volvió a ocupar mi mente “¿Te gusta el Ale?” Y si quizás… tan solo quizás… eso era real y yo solo lo estaba escondiendo por mi estúpido orgullo. Reflexione unos segundos que me parecieron completamente eternos…

Mierda, como fui tan idiota.

Me acerque a ellos y me lleve a Alejandro hasta nuestro salón de clases, que se encontraba completamente

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