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Comunicarse, saber hablar y escribir


Enviado por   •  16 de Octubre de 2015  •  Ensayos  •  4.439 Palabras (18 Páginas)  •  195 Visitas

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     La habilidad de presentar argumentos, rebatir otros, convencer a los demás de algún punto de vista, es lo que desde tiempos inmemoriales se ha llamado “el arte de hablar”. Rebuscar términos, agrupar frases elegantes y agradables al escucha, bombardear de argumentos valederos y tajantes, en fin, utilizar el lenguaje hablado con un fin especifico ante una audiencia determinada, eso, es saber hablar. Pero saber hablar no es sólo eso, saber hablar implica muchas otras cosas más. Saber hablar significa ser capaz de enfrentarse verbalmente no sólo ante un público en particular, poco activo que espera ser recipiente de los argumentos y la información que vas a vaciar en ellos, también es enfrentarse a cualquier público, a uno que esté dispuesto a interactuar, a rebatir sus ideas, a discutir tus argumentos, a exponer los tuyos, y en medio esa rebatiña ser capaz de darle primacía a los tuyos, para terminar convenciéndolo (al menos a la mayoría) de que tus ideas son las correctas.

   

      Para lograr ese cometido hacen falta otras cosas, como: usar las normas gramaticales, para hablar bien es absolutamente imprescindible utilizar las normas de la gramática, que son producto del devenir histórico del lenguaje y que han definido las reglas de lo que debe o no debe hacerse a la hora de hablar, si bien , al planificar el lenguaje oral el tiempo es ínfimo, lo que produce un control mínimo sobre lo que se va a decir, aparte de que ésto se altera con frecuencia y el vocabulario tiende a ser menos preciso, sin embargo también se tiene la ventaja de que al tener un error, tenemos la posibilidad de corregirlo, al presentarse la ambigüedad o la mala interpretación de nuestro mensaje. También es de suma importancia ajustar nuestro discurso a la audiencia, es decir, al contexto dónde se está dando lugar la comunicación

     Se debe analizar la situación en general, el entorno socio-cultural, el saber compartido del auditorio que nos escucha. Es tan importante, tanto una cosa, como la otra, pues el balance entre estas características es lo que nos va a permitir hablar bien y tener una conexión con el auditorio o público, en cuestión, por lo que debemos estar conscientes de que no se trata de hablar siempre del mismo modo, si no que, al contrario es sumamente importante conocer quiénes son nuestros oyentes o interlocutores, atender a sus reacciones. Es por ello que para hablar bien hay una palabra clave: escuchar. El mejor hablante es quien sabe escuchar, quien sabe prestar atención al otro, quien está atento a las reacciones de sus interlocutores, quien comprueba si la conexión se mantiene a través de las múltiples señales verbales o no (gestos, posición de los brazos, sonidos, una mirada, entre otras.).

     Atendiendo todas y cada una de estas recomendaciones, seguramente tendremos una segura conexión con nuestro auditorio y estaremos realmente dentro del umbral de quienes “hablan bien”, pero para sellar esta experiencia y quedarnos definitivamente dentro de ese rango , todas estas recomendaciones van sometidas a las convenciones sociales, por lo que debemos hacer empatía con quienes estamos hablando, no imponernos, al contrario debemos ofrecer opciones, ser amables, cooperar y ser corteses con quienes nos oyen para lograr esa interacción que nos permita entrar y si podemos hasta cambiar su forma de pensar.

     Una vez comprendidas y puestas en práctica las claves para hablar bien, debemos conocer las claves que nos van a permitir producir un discurso limpio y excelente, el cual nos va a permitir desarrollar el potencial de nuestras ideas. Es claro que las grandes palabras, rebuscadas, altisonantes, excesivas, largas e innecesarias, lejos de mejorar el discurso, lo empañan, de tal manera que las audiencias terminan sin entender absolutamente nada, por lo tanto para crear un discurso, claro, coherente es necesario nosotros, como hablantes, facilitemos la comprensión, entonces debemos ordenar el discurso, colocando las ideas en orden y correspondencia necesaria para que nuestros interlocutores la vayan recibiendo y entendiendo de manera lógica y en el orden de importancia correcto, de esta manera las ideas se conectan de tal forma que nuestro discurso se convierte en la forma exacta de entenderlas porque las presentamos en un orden jerárquico que facilita todo el proceso.

      Este orden debe ir de la mano con otras características no menos importantes, como la voz: el tono de voz debe ser adecuado al lugar y la convocatoria de público que tengamos en ese momento, el ritmo: que no es más que la velocidad a la que se dicen las palabras, la cual debe ser estable, ni muy rápido ni muy lento, para poder hacerte entender y la entonación: que son los cambios que pasan de un tono a otro bruscamente mientras hablamos y que le dan cuerpo al discurso, permitiendo a la audiencia engancharse a lo que estamos diciendo. Teniendo la atención necesaria a todos estos elementos, podemos asegurar un discurso exitoso, porque no sólo estar basado en los argumentos, sino que están expuestos en una ejecución coherente, limpia, con buena dicción, entonación y ritmo apropiado, lo que nos va a permitir comunicarnos plenamente, no sólo con lo que decimos, si no con lo que gesticulamos e incluso con lo que no decimos, dando a nuestra audiencia una experiencia completa.

      Sin embargo, todo esto siempre va a depender del genero discursivo que utilicemos, por lo tanto debemos estar muy consciente de cuál será la finalidad del discurso, cuantas personas hay en la audiencia, el ámbito donde vamos a dar el discurso, entre los mas utilizados están la conferencia y la charla, en la mayoría de los casos son una exposición que se realiza durante un tiempo especifico y ante un público numeroso que exige una cuidadosa preparación, pues el conferencista debe aportar información de interés, un punto d vista novedoso y claro, ser coherente en la estructura de su presentación, tener las ideas claras antes de comenzar y de ser posible informarse del tipo de público que va a asistir, extenderse en el tema sólo lo estrictamente necesario, calcular bien el tiempo de exposición y los contenidos para no aburrir a la audiencia y no lea o al menos que no parezca que lee.

     En cuanto a los exámenes, igual predomina la intención expositiva, pero en este caso el objetivo es demostrar que sabemos y dominamos el tema en cuestión, en los exámenes la audiencia es conocedora del tema, así que es necesario buscar la manera de presentarlo de manera que les parezca novedosa, y por último tenemos la defensa de proyectos donde se agrupan algunas de las modalidades discursivas, las cuales tienen en común la argumentación a favor o en contra de una idea en especifico, los que las diferencia es el ámbito donde tienen lugar: Académico (tesis, proyectos), Jurídico (juicio oral), Político (mitin) o Religioso (sermones); para este tipo de presentación es indispensable que quien lo presente emane firmeza y seguridad, que crea plenamente en lo que está defendiendo.

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