Consumidor

EMPLAZAMIENTO DE LA PUBLICIDAD, EN UNA SOCIEDAD CONSUMISTA POR NATURALEZA

La ciudad ha sido por varios años el escenario más vivo y quizá el mas adecuado que han encontrado las grandes marcas para emplazar sus avisos y vender de una forma mas sencilla pero en mayor cantidad. Metérsele por los ojos a un ciudadano que cada día se convierte en mero consumidor olvidando sus tradiciones, sus posturas frente a la sociedad, sus pensamientos, perdiendo su memoria de ciudadano. Ya solo hay publicidades que los obligan a pensar y elegir que producto o servicio es el mas adecuado para su vida, pero ya no su vida de cultura de ciudad, sino su vida de consumo a las que la sociedad los ha obligado a vivir por el simple hecho de no quedarse atrás.

Parques, plazas, calles que en su momento fueron considerados patrimonios culturales y quizá nacionales, los lugares que narraron la historia de una cultura, de una forma de vida hoy solo cuentan al nuevo ciudadano la forma de comprar, de usar un nuevo producto o servicio.

Sustentar lo anterior apoyándose en lo siguiente: “Es en la ciudad donde surge un nuevo modo de vida en que el consumo adquiere progresivamente mayor importancia, alentado por una publicidad que, a finales del XIX, ya ha conquistado la calle con el cartel comercial, precedente de la publicidad exterior actual” (PACHECO RUEDA, MARTA. 111)1.

Citar estas palabras para comprobar una vez mas que la ciudad se ha prestado para este nuevo surgimiento de un consumo desenfrenado que han propiciado las marcas y grandes empresas para conseguir más rápidamente consumidores netamente activos, capaces de decidir que producto usar y comprar, muchas veces sin importar si esta a su alcance educativo, social y lo más importante aún su alcance económico.

La ciudad sufre cambios fuertes, los lugares dejan de narrar historias pintorescas y tradicionales para mostrar una marca, que ofrece un producto o un servicio que tiene el único fin de suplir necesidades del consumidor; muchas de estas necesidades no son esenciales para vivir, solo que la marca se ha encargado de que el que la consuma sienta la necesidad de adquirir dicho producto o servicio.

La redistribución visual de la ciudad es la que propicia en el ciudadano mas que la necesidad de comprar y usa algo, un deseo de tener ciertos productos, porque le han hecho creer que el solo poseer ciertas cosas lo hace más parte de una sociedad consumista por naturaleza; donde ya no importa lo que puedas ser sino lo que puedas tener.

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