DON BOSCO

en 1845, un enorme caserón antiguo fue modificado para ser convertido en una ‘prisión de chicos’ llamada La Generala, este se hallaba ubicado en la carretera entre Turín y Stupigini, contaba con celdas personales y talleres de carpintería, ebanistería, zapatería, etc.; contaba también con una iglesia y aulas para la educación elemental. La población juvenil que albergaba superaba las 300 personas, entre chicos problemáticos, chicos huérfanos cuya edad fluctuaba entre los 8 y 18 años.

En un inicio este era dirigido por los religiosos de la Sociedad de San Pedro ad Vincula, pero antes de 1854 los religiosos fueron despedidos y suplantados por seglares, los cuales se comportaban más como carceleros, que como instructores.

Don Bosco, frecuentaba mucho esa prisión y era amigo de los muchachos, él se entristecía por las situaciones que pasaban. Don Bosco realizaba con los prisioneros Ejercicios Espirituales y de reflexión, y quedo complacido y satisfecho con los resultados de los muchachos, así que decidió sacarlos de allí y llevarlos a un paseo, pero esta no era un empresa fácil, al inicio el Director de la prisión se mostró sorprendido y se negó rotundamente al argumentar que los muchachos podrían escapar, Don Bosco fue a hablar con el ministro del interior Urbano Ratazzi el cual era admirador y amigo de Don Bosco, pero también un solemne anticlerical; el santo varón le solicito permiso para los muchachos de la prisión y en cuanto el ministro le pregunto cuántos policías necesitaban él dijo que ninguno, ya que si algún muchacho escapase, él ocuparía su lugar, entre divertido y asombrado el ministro acepto la petición de Don Bosco.

Don Bosco volvió con los muchachos y les contó las buenas nuevas sobre el paseo a Stupinigi, y les pidió que le dieran su palabra de que ninguno intentaría huir, lo cual fue aceptado por todos los jóvenes. Fue un día maravilloso con juegos, saltos, gritos, chapuzones con una misa y comunión. Regresaron a la puesta del sol y al momento del ingreso los contaron minuciosamente y no faltaba ninguno.

Muchas veces pidieron a Don Bosco que explicara su manera de educar a los chicos. Don Bosco solamente se encogía de hombros y decía “Los quiero eso es todo”, ya que ni él mismo lo sabía, solo seguía las inspiraciones que le daba el Señor.

Pero los que estaban cercanos a él, al oír algunas de sus expresiones entendían de golpe su manera de educar:

“Dulzura en todo, y la capilla abierta en todo momento”

“Si los humillamos con palabras, porque somos superiores nos hacemos ridículos”

“Los jóvenes no solamente deben ser amados, sino que deben darse cuenta de que se los ama”

“Se cazan más moscas

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