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Demonología


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2014  •  1.900 Palabras (8 Páginas)  •  368 Visitas

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DEMONOLOGÍA:

La Demonología (del griego δαίμων, Daimon) es la rama de la teología y de la mitología que se encarga del estudio sistemático de los demonios y sus relaciones, haciendo alusión a sus orígenes y naturaleza.

La demonología confecciona listados que intentan nombrar y establecer una jerarquía de espíritus maléficos. Así, la demonología sería el opuesto de la angelología, que intenta recopilar la misma información al respecto de los buenos espíritus. En el cristianismo, los demonios son ángeles caídos, así que se puede considerar la demonología como una rama de la angelología.

Los demonios, cuando se le considera como espíritus, pueden pertenecer a cualquiera de las clases de espíritus reconocidos por el animismo primitivo, es decir, pueden ser humanos o no humanos, almas o espíritus separables desencarnados que nunca han vivido en un cuerpo. A este respecto podríamos distinguir varios tipos de demonios:

Ángeles caídos en desgracia según la tradición judeocristiana.

Almas humanas consideradas como genios o familiares.

Aquellos que reciben un culto (culto a los antepasados).

Fantasmas y otros aparecidos de carácter maligno.

La creencia en los demonios se remonta muchos milenios. Ya desde el Zoroastrismo, se enseña que hay 3.333 demonios, algunas de ellos con responsabilidades específicas en asuntos oscuros como la guerra, el hambre, las enfermedades, etc. La mayoría de las grandes religiones de la humanidad hacen referencia en mayor o menor medida de la existencia de los demonios.

ED Y LORRAINE WARREN, DEMONÓLOGOS

Ed Warren (7 de septiembre de 1926 - 23 de agosto de 2006) fue un notable demonólogo, autor y escritor. Su mujer, Lorraine Warren (31 de enero de 1927 - ) es una clarividente profesional y médium que trabajaba junto a su marido

Ed y Lorraine Warren, eran un matrimonio que se dedicaron a casos paranormales en los Estados Unidos. Muchos eran totalmente ciertos. Y de estos uno fue el más sobrecogedor. Recientemente han estrenado una película sobre él. Lo llamaron “Expediente Warren”.

Se conocieron a los 16 años. Se casaron. Tuvieron un bebé. Aparentemente un matrimonio normal. Pero su afición era un poco infrecuente, se dedicaban a “Cazar demonios”.

Ellos no empleaban términos como “actividad paranormal”. Usaban términos como “infestación diabólica”, “monstruosidades de la noche”.

Antes de casarse Ed tuvo que ir a luchar a la Segunda Guerra Mundial. Durante su travesía por el Atlántico norte, el barco se hundió. Sobrevivió. Y a los que lo conseguían les daban un permiso de 30 días. Ed volvió a Connecticut y decidió casarse con Lorraine. Se fue a la guerra y volvió sano y salvo.

Tuvieron una hija a la que llamaron Judy. Ed decidió que quería ser artista. Le gustaba especialmente pintar casas. Casas encantadas.

– ¿Pintar casas encantadas? –le espetó Lorraine.

Ed sabía que existían las casas encantadas por un motivo muy sencillo que había olvidado contar a Lorraine durante todas sus noches de verano tirados bajo la luna masticando hierba y contando estrellas: había crecido en una.

El señor Warren contó en varias entrevistas que a las dos o tres de la mañana, durante su infancia, cuando ya toda la familia dormía, las puertas de su armario se abrían y de él surgían luces flotantes con rostros que lo miraban. El más habitual era el de una anciana cabreada. Y la habitación se enfriaba, y oía susurros, y al minuto estaba durmiendo en la cama de sus padres, parapetado entre las sábanas.

Había crecido sin entender qué era aquello y creyó conveniente dedicar su vida adulta a encontrar una explicación.

Pero eso a Lorraine no la pilló por sorpresa. De hecho, es muy posible que mirase al pobre Ed de modo condescendiente mientras él le revelaba con aire grandilocuente que había visto fantasmas: resulta que Lorraine podía hablar con ellos. Era médium.

Los dos se morían de ganas de pasar el resto de sus vidas juntos e investigando casas encantadas. Aun así, a Lorraine le asaltaba la duda que nos asaltaría a cualquiera y se lo consultó a Ed.

–Por mucho que yo sienta que hay una presencia maligna en una casa, ¿cómo demonios nos van a dejar entrar?

–Tú déjame a mí.

Ed siguió pintando casas. Se sentaba frente a ellas y en su lienzo trazaba terroríficos monstruos y fantasmas que surgían de las puertas y ventanas. Después Lorraine se acercaba al dueño de la casa, que se estaba preguntando desde hacía horas qué hacían aquellos jovencitos lunáticos allí, y le ofrecía el cuadro.

–Mi marido ha pintado esto. ¡Mire lo que ha visto!

–AY, ¡DIOS MÍO!

Muchos dueños, horrorizados, dejaban que Lorraine y Ed entrasen en su casa. No les fue demasiado mal porque muy pronto, en 1952, formaron la New England Society for Psychic Research –que aún funciona, creo–. Era la primera asociación dedicada a investigar fantasmas y a buscar demonios, porque los Warren creían firmemente en los demonios (él, de hecho, aparecía en su carta de presentación como demonólogo).

Todo les fue muy bien investigando unas vocecitas en el salón por aquí y a una niña muerta que buscaba la luz por allá. Hasta el 13 de noviembre de 1974. Ese día la madre de Ed Warren se murió. Llevaba 22 años sobrellevando un cáncer que se suponía terminal y tras cuyo diagnóstico le habían dado seis meses de vida, pero que (según Lorraine) soportó durante más de dos décadas gracias a los rezos de su hijo y su nuera.

• EL CASO AMITYVILLE

Según Ed y Lorraine el certificado de defunción de la señora marcaba como hora de su muerte las tres y cuarto de la madrugada. Resulta que ese mismo día y a esa misma hora, en una casa de un condado de Nueva York, un chalado asesinó a los seis miembros de su familia con un rifle.

Pero todo esto no lo supieron Ed y Lorraine hasta que trece meses después los nuevos habitantes

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