El problema de México

¿Qué pasa en la sociedad?

Análisis ciudadano

Publicada: 11 septiembre 2011

Nuestra sociedad sufre una preocupante carencia de valores; de ahí nacen la exageración en el elogio y la comparación desmesurada con los aciertos de otras naciones, nuestra propensión a la apatía y al desinterés por las causas colectivas desembocan en la exaltación irracional de lo banal, impidiéndonos asumir compromisos justo cuando nos debería convocar la legítima ambición de tener un Estado fuerte y garante del desarrollo económico, político y social.

Cualquier individuo que sobresale un poco de nuestra insoportable medianía, sobre todo si es gracias a sus influencias dentro del mundo político y oficial, se convierte en un ejemplo social de superación.

Nuestros héroes, los verdaderos y no los que nos impone la palabrería hueca y malintencionada de los libros de texto, de pronto quedan equiparados con un individuo menor y casi inevitablemente corrupto. El dinero mal habido sirve para comprar voluntades e imponer su poderío, y a su lado, íntimamente ligado con el, los poderes públicos se mantienen dispuestos a acatar las órdenes del poderoso.

La mordida que nos hace corruptos a todos tiene una escala cuantitativa sin límites: Desde los pocos pesos que tenemos que darle a los franeleros hasta los millones que amordazan la voluntad de nuestros representantes.

Mientras tanto, los ciudadanos, tal vez fingiendo no comprender lo que nos pasa, seguimos preguntando cuándo llegará el día en que nuestra vida social se desarrolle honestamente... por desgracia tal, como van las cosas, parece que nunca.- Mérida, Yucatán.

Para cambiar a México

El columnista huésped

Para lograr el movimiento y la libertad social -ese estado productivo de las cosas en que nada tiene un orden estático- se requiere el don de la crítica y la osadía de opinar sobre lo que ocurre a nuestro alrededor.

Pero resultaría infructífero hacerlo si uno no está participando materialmente, es decir, haciendo ese "algo" -ente abstracto cuya definición está muchas veces supeditada a la conciencia personal- que nos toca hacer en la sociedad o que probablemente nada ni nadie nos ha hecho creer que nos corresponde a nosotros hacerlo, pero que hemos decidido adoptarlo como responsabilidad propia por temor a que nadie más lo haga.

Sin embargo, para hacer esto primero debemos marcarnos objetivos y prioridades. Para lograrlo, necesitaremos aventurarnos a romper esquemas y ejercer el arte del pensar. Pero no puede uno osarse a pensar sólo en el aislamiento. Es necesario debatir, actividad que nos

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