Ensayo Sobre Historia Del Lugar Donde Vive

Ensayo sobre historia del lugar donde vive

Por tradición, del pueblo surgen los nombres de los lugares con motivo de algo referente que esté a la vista, y eso sucedió con “Las Gaviotas”, que con el tiempo se convirtió en colonia.

La Historia

En los tiempos que los buques de la marina mercante venían del viejo continente, llegaban consigo las gaviotas, y como dichas embarcaciones atracaban frente a nuestra ciudad de Villahermosa, al anochecer las gaviotas se refugiaban en los árboles de la ribera derecha del río Grijalva. Al día siguiente algunas permanecían en ese lugar, motivando que tomara el nombre de “las gaviotas” como referencia cuando alguien preguntaba por el domicilio de algún vecino, y con el tiempo ese lugar adoptó ese nombre como se conoce hasta la fecha.

Gaviotas comienza donde termina Torno Largo, comunidad famosa por la elaboración de dulce de conserva y totoposte. Entre sus personajes más destacados estaban el alfarero don Pancho Oteo, quien fabricó cantidades asombrosas de teja criolla para techar las casas que con ese sistema hacían placentera la estancia, dada la alta temperatura de nuestro trópico húmedo. Desde luego que se usaba también la teja francesa o comúnmente llamada teja extranjera. Por cierto, en la actualidad todavía existen muchas casas techadas con ambas tejas y las construcciones modernas tienen en sus fachadas un toque arquitectónico utilizando, ya sea la francesa o la criolla.

Menciono a otros dos habitantes de importancia en Las Gaviotas dado que prestaban sus servicios como remeros: Cheo Rojas, del Paso del Macuilis e Isabelino de la Cruz, del Paso del Duende, mote que el mismo pueblo le acomodó por ser persona de baja estatura y portar un chontal de ala amplia similar al personaje de fantasía.

Trabajaban los dos las veinticuatro horas del día sobre el río Grijalva, ya que a partir de las nueve de la noche se quedaban a dormir en los cayucos y ahí los trasnochadores, por cuestión laboral o por andar de parranda, les solicitaban el servicio. Cruzaban a un pasajero y se quedaban en ese lado; si había otro en la margen donde había salido, éste le gritaba “pasajerooooo”.

También destaca de “Las Gaviotas” las instalaciones de los talleres de reparaciones de barcos, lanchas y chalanes, conocido como El Astillero de la COOTIP (Cooperativa de Transporte de la Industria Platanera) prestadora de servicios a la Confederación de las Uniones de Productores de Plátano Tabasco, la Unión Ganadera y Petróleos Mexicanos. La dinámica en estos talleres se generaba por medio de calderas y que los fogoneros aprovechaban para accionar un potente silbato, el cual operaban para dar a conocer horas clave del día, como eran las siguientes: siete, doce, quince y diecisiete, horario establecido como jornadas laborales a distintos trabajadores y al mismo pueblo para dar a conocer la hora de ese día. Por eso decía la gente: “Ya pitó el Astillero, ya son las …”.

Además, en esta comunidad existían varias propiedades dedicadas a la ganadería, como potreros y algunos pequeños ranchos, por mencionar los de don Pepe Ardines y de don Amador Izundegui Cahero, próspero comerciante cuya tienda estaba ubicada en la calle Reforma, donde actualmente se encuentra una coctelería.

En ese rancho, don Amador mandó a construir una manga para el manejo del ganado. Otro detalle de ese rumbo todavía existe: un rancho (que está después del complejo viviendístico popular, por el puente Grijalva uno), de la familia cuyo jefe era don Manuel Gutiérrez. Por cierto un hijo de esa familia es el notable doctor Manuel Gutiérrez Flores, en cuyo rancho habían árboles de manga, que en esa época existía, fruto más sabroso que el mango, por ello a dicho lugar lo conocían para ir a buscar “manga”; y con el detalle de la manga ganadera se fortaleció la expresión popular para que a dicho lugar se le conociera como “la manga” y a la fecha se le identifica a este lugar de esta forma de manera oficial.

Del Baúl…

En temporada de calor, que en nuestra tierra es intenso, los villahermosinos de todos los estratos nos confundíamos en el “playón”, en la margen derecha del río Grijalva, refrescándonos desde las tres de la tarde diariamente quienes teníamos el tiempo disponible, porque en esa época se trabajaba de lunes a sábado, por un día de descanso.

Para ubicar al playón, éste quedaba frente a donde hoy se ubica el teatro “Esperanza Iris”, y entre los asistentes llegaban el compositor Manuel Pérez Merino y la comerciante Brillante Elías, quien por su belleza y habilidad en el nado era conocida como la sirena tabasqueña. Ambos ya finados.

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