Ensayo Valores

Cuántas veces no hemos escuchado en la calle, en la escuela, en nuestra familia, con nuestros amigos, frases que tal vez en ese momento nos parecen tontas, sin sentido o quizás simplemente no les ponemos la atención debida, frases como: Si valoras la amistad, serás más rico que si valoras el dinero; La Constancia es la virtud por la que todas las otras dan su fruto; El respeto al derecho ajeno es la paz; La generosidad no consiste en dar mucho, sino en dar a tiempo; El amor es el valor que nos lleva a seguir los demás valores… Pero ¿Será cierto que el saber y escuchar estas palabras es suficiente para llevarlas a cabo?

Comencemos con algo simple, algo que si somos buenos católicos deberíamos conocer, la parábola del “Buen Samaritano”:

"Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos salteadores que, después de haberle despojado, le cubrieron de heridas y se marcharon, dejándolo medio muerto. Bajaba casualmente por el mismo camino un sacerdote; y, viéndole, pasó de largo. Asimismo, un levita, llegando cerca de aquel lugar, lo vio y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de camino llegó hasta él, y al verlo se movió a compasión, y acercándose vendó sus heridas echando en ellas aceite y vino; lo hizo subir sobre su propia cabalgadura, lo condujo a la posada y él mismo lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: Cuida de él, y lo que gastes de más te lo daré a mi vuelta. ¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo de aquel que cayó en manos de los salteadores? Él le dijo: El que tuvo misericordia con él. Pues anda, le dijo entonces Jesús, y haz tú lo mismo".

Aquí podemos ver cómo es que cada persona es distinta, por lo tanto los valores que posee son diferentes, ya sea por su educación, por su forma de vida, por su núcleo familiar, por sus amistades o por muchos otros motivos, sin embargo, ¿Qué hacer con una sociedad cambiante en la que cada vez es màs difícil sobrellevar los conflictos de una manera pasiva y salen a relucir los antivalores que existen en nosotros mismos? ¿Qué hacer con esas personas que dicen predicar el bien, los valores, los buenos actos, el ser un “buen samaritano” pero que en la realidad son las personas que menos ponen en práctica lo que predican? Y quizás lo más importante ¿Enseñar los valores o predicar con el ejemplo?

Para empezar habrá que definir qué es un valor, cosa nada simple ya que al parecer cada persona tiene su propio concepto o hacen que el mismo se vuelva ambiguo.

Los valores son esas cosas que todo el mundo sabe que existen, pero siempre olvidan. Algunos nombrarán a los valores como cualidades del hombre, otros como buenas conductas, creencias, convicciones, sentimientos, cuestión de educación, etc. Sin embargo, (nótese que me refiero al individuo como “hombre”) el conocer los valores no te hace un ser humano.

Parte de la humanidad del individuo es lo que se genera, la consecuencia, de conocer los valores y no solo eso, sino el ponerlos en práctica.

Veámoslo desde éste ángulo: Las personas que “enseñan” los valores (si es que se enseñan) es fácil que den las bases teóricas de todo ello, sin embargo en un alumno de educación básica, específicamente en educación primaria, si el valor que se enseña no se ve en quién lo enseña o no es puesto en práctica no se puede tomar en serio; es como hablarle a alguien del mar sabiendo que nunca va a conocerlo.

Ser honrado, honesto, tolerante, sincero, respetuoso, etc. No es cuestión de conocer significado y significante de aquello que se dice, ni de saberlo sin ponerlo en práctica. Volviendo a las cuestiones religiosas, es admirable y al mismo tiempo decepcionante que personas que prácticamente han pasado su vida predicando una “palabra” de amor, paz entre las razas, justicia, tolerancia, respeto y demás, sean las que menos tengan presente de lo que de verdad trata todo aquello que predican con tanta “fe” y que sean los primeros en hacer todo aquello que supuestamente critican.

Desde que los niños se encuentran en su primera infancia se les hace una idea predeterminada de lo que es bueno o malo, de lo que está bien y lo que está mal. Ellos saben que si hacen algo malo se los llevará el policía porque es una persona que se encarga de preservar la ley, por lo tanto, toda aquella persona que tenga alguna relación con el gobierno para ellos va a ser buena.

Estas bases que se nos enseñan desde pequeños son relativamente creadas en el núcleo familiar, sin embargo éste núcleo ha cambiado desde las épocas de nuestros abuelos y de nuestros padres hasta ahora. Las antiguas familias, constituidas con papá, mamá, hermanos e incluso abuelos, tíos y primos, era muy conservadora, tenía los valores un poco más sólidos, había una cohesión más fuerte entre los miembros de la familia por lo cual cuando se presentaba alguna situación, ésta era discutida por toda la familia y así se decidía qué hacer.

Para nuestros padres el núcleo familiar se volvió más pequeño, para ellos la familia se reducía a padre, madre e hijos. Éste tipo de familia era más “controlada” por el padre quien era el que hacía cumplir las reglas y los valores,casi siempre con golpes de por medio, y las madres eran las que los promovían de manera más vívida. En esta época comenzó la decadencia de los valores por las revoluciones y movimientos sociales ya que el hombre empezó a buscar más su comodidad y el perseguir sus intereses que el bien común. Los valores quedaron de lado para dar paso a una sociedad más “libre” pero más egoísta.

Hoy en día hay una variedad muy grande de familias, ahora las familias compuestas son las más comunes, o las familias de madres solteras. Esto genera que el padre o la madre se enfoquen más en otras cosas como el trabajo y el conseguir un buen empleo para poder sustentar los gastos de la casa que en educar a sus hijos y mucho menos en inculcarles valores. Dejan todo el asunto valorala un lado y esperan que la educación formal se encargue de todo esto.

Para un maestro es difícil el trabajar con un niño que no ha sido sumergido en el

...