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Factores que intervienen en la madurez para el aprendizaje


Enviado por   •  24 de Octubre de 2012  •  2.664 Palabras (11 Páginas)  •  683 Visitas

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Factores que intervienen en la madurez para el aprendizaje

Factores Biológicos:

Aunque los términos maduración, aprendizaje lenguaje, formación de conceptos, se usan para describir la experiencia y la conducta de los niños, a medida que pasa el tiempo adquieren una mayor exactitud.

Igual ocurre con los factores biológicos, psicológicos y sociales; lo anterior refleja que no se llega a una clara definición del ser humano y a comprender el desarrollo del niño, sino a través del tiempo, es por ello que se presenta esta información, la cual ampliada por tus lecturas complementarias, te darán herramientas para que se facilite la comprensión.

En primer lugar se hará referencia al factor biológico:

Piaget al respecto dice: “El pensamiento es una función biológica en la cual el funcionamiento intelectual es cuestión de integración adaptativa entre el organismo y el medio”.

Es difícil encontrar una parte del sistema nervioso central que no pueda tener ninguna relación con la comunicación o el lenguaje. Aún la médula espinal que pareciera no tener relación con esta función esencial, también hace un aporte muy importante como es el informar a la corteza cerebral sobre la existencia de la postura y movimiento de las extremidades de otras partes del cuerpo, lo cual nos permite disponer de todo un cuerpo para la función de la correspondencia, signos y símbolos.

Al hacer referencia al lenguaje, se hace como una función adquirida y dependiente en su mayor parte del desarrollo cultural del medio ambiente y su influencia sobre el individuo. Decir lenguaje, es decir una de las formas más puras de la cultura, durante milenios se ha tratado de explicar este proceso, y lo que al respecto es terminante, es que la adquisición del lenguaje sólo es posible cuando la evolución neurológica y psicológica ha alcanzado determinados niveles, sin estos niveles el medio cultural jamás logra formar el lenguaje.

Aún periféricamente el lenguaje se establece biológicamente sobre órganos que tienen otras funciones: la respiración, masticación, deglución, audición y visión son de vital importancia (la boca, faringe, laringe, oídos, ojos). De lo contrario podemos concluir que desde el punto de vista de los factores biológicos (sistema nervioso central) el lenguaje se presenta como una pseudo-función.

El niño, al igual que otros organismos vivos tienen un ciclo definido, nacen, se desarrollan, mueren y al pasar por las diferentes fases evolutivas se modifican sus formas de interacción, el ambiente va estimulando y ampliando las posibilidades. Al estudiar al niño, hay que destacar las situaciones de mayor o menor madurez del organismo para poder entender la realización de las ciertas actividades frente al ambiente, un ejemplo de ello, es la edad prenatal, al observar la lactancia las excitaciones y respuestas que tiene el organismo ante este fenómeno dan paso a nuevas situaciones, en este caso, se le dará paso a la fase de locomoción.

Estas secuencias no dependen del ejercicio o del entrenamiento, se dan por diferenciación estructural o por maduración, que hace posible la manifestación de esas funciones en plazos regulares. Un niño que ha sido sometido demasiado pronto a una actividad para la que no está apto todavía, puede perder su natural entusiasmo hacia ella y cuando lo logre no tendrá el mismo efecto.

Aunque no podemos obviar que lo anterior depende especialmente del sistema nervioso central, éste adolece de limitaciones establecidas por la propia naturaleza biológica, la cual determina el desarrollo. De allí que un niño en condiciones normales y aunque muestre aptitudes intelectuales muy desarrolladas, no podría resolver las dificultades, como leer, escribir, sino ha alcanzado la madurez necesaria para ello.

Factores Fisiológicos:

En el caso de la lectoescritura es necesario contar con una integridad visual, auditiva y motora, funciones primordiales para leer y escribir.

Dentro del apartado de los factores fisiológicos que contribuyen y posibilitan la maduración, preocuparon desde hace tiempo las posibles diferencias debidas al sexo.

La precocidad madurativa de las niñas respecto a los niños, detectadas por algunas investigaciones descritas, se fundamenta en una mejor disposición femenina para la dominancia del hemisferio izquierdo y en el hecho de que la lectura realizada por ese hemisferio se hace con menos errores y más comprensivamente que con el derecho. Esta hipótesis no demostrada aún relaciona la variable sexo con la dominancia cerebral y la lateralización y se apoya en que las mujeres están más intensamente lateralizadas que los hombres (71 por 100 mujeres, 48 por 100 varones, BUFFERRY, 1975).

Neurológicamente no está demostrada la localización de un centro de control cerebral de la lectura y parece poco probable que exista ese lugar común. Sin embargo, no parece existir ninguna duda respecto de la existencia de zonas de lenguaje en el hemisferio izquierdo del cerebro y de su implicación en el aprendizaje de la lectura.

Una correcta lateralización o, como mínimo, un grado significativo de preferencia por uno de los lados, ha sido reclamado como prerrequisito indispensable para un buen aprendizaje de la lectura. Este argumento se basa en la constatación de que las dificultades en la lectura aparecen más frecuentemente en los individuos que presentan inseguridad en la orientación o arbitrariedad en cuanto a los movimientos oculares de rastreo, y el hecho de que esta situación está ligada a una indiferenciación hemisférica cerebral. En esta situación, ambos hemisferios se interfieren e impiden construir un esquema unívoco de abordar el análisis de las relaciones espaciales y la direccionalidad de los movimientos.

En toda clase de actividad codificada -convencional- pueden aparecer entonces trastornos debidos a la insuficiente jerarquización cerebral, manifestándose consecuentemente en la lectura, el deletreo, la escritura, etcétera, y adoptando comúnmente formas de inversión, transposición, omisión. La visión, juntamente con la audición está también comprometida en el acto lector. Los defectos visuales, así como las hipoacusias, pueden condicionar el aprendizaje de la lectura. Parece que en general, y respecto a la visión, hay poca relación entre los defectos visuales y la capacidad de leer, únicamente tienen cierta incidencia la falta de agudeza visual para ver de cerca y el equilibrio muscular deficiente en el ojo.

Durante el acto lector los movimientos oculares son discontinuos e irregulares.

Las impresiones visuales llegan al cerebro

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