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Gioconda Espina - Gayle Rubin, La más Buscada


Enviado por   •  21 de Diciembre de 2012  •  4.560 Palabras (19 Páginas)  •  491 Visitas

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Gioconda Espina - Gayle Rubin, la más buscada

Gayle Rubin, antropóloga cultural, profesora de la Universidad de Michigan en la actualidad, recibió el 2006 una notoriedad indeseada cuando David Horowitz (ultraderechista que en su juventud fue un activo colaborador de las Panteras Negras) la incluyó en su libro Los 101 profesores más peligrosos de EEUU. Ese que fue pensado como estigma sería para algunos y algunas de las aquí presentes –me incluyo- un verdadero honor. Seguramente así fue también para ella, que venía de ser atacada, particularmente desde 1978, por todos los flancos que defienden lo que se llama la moral y las buenas costumbres sexuales que deben conservarse a cualquier precio.

La verdad es que desde 1975, Año Internacional de la Mujer, Gayle Rubin ha alcanzado la mayor notoriedad deseada por una académica y activista feminista. Rubin ha sido estudiada, discutida, refutada pero sobre todo apoyada, por sus contribuciones teóricas, que van desde la definición del que llamó sistema sexo-género hasta la razón primera por la que se le cita permanentemente en todos los textos de teoría feminista de inspiración marxista, freudolacaniana o levistraussiana y es que Rubin, como hiciera un año antes Juliet Mitchell (Psicoanálisis y feminismo. Freud, Reich, Laing y las mujeres, 1974) propuso en 1975, en el ensayo Tráfico de mujeres, la necesidad de profundizar las propuestas de Engels, Freud, Lacan y Levi Strauss para fortalecer la teoría feminista y el activismo. No creo que haya un texto más citado por las teóricas feministas de todas las tendencias que Tráfico de Mujeres, sólo superado por El segundo sexo, de Simone de Beauvoir (1949). Veamos brevemente algunos puntos propuestos el año 75 por quien luego fundara, el 78, el primer grupo feminista lésbico sadomasoquista, Samois (disuelto el 83), esa que de 1992 al 2000 formó parte de la directiva del Museo y Archivos de la Cultura Leather y que en el 94 se doctorara con una tesis sobre “los reyes del valle”, esto es, los leather de San Francisco. Por las tres informaciones que acabo de resumir en las últimas líneas creo que quedan más o menos claras para el auditorio por qué ningún texto posterior al del 75 es citado, ni siquiera de pasada por las teóricas feministas de la igualdad y de la diferencia, heteros y lesbianas; en cambio, el ensayo de Rubin de 1984, al que vamos a referirnos más adelante, es el más citado por los y las teóricas queer, sexo diversas, lgttib o como cada uno de ustedes prefiera.

Lo que escribió Rubin el 75 y no cesa de citarse en la teoría feminista de cualquier tendencia es lo que sigue.

Que El origen de la propiedad privada, la familia y el Estado de Engels (1884) sin dejar de ser un texto “penetrante” también es “frustrante”: la mejor idea que podemos extraer del texto es que “las relaciones de sexualidad pueden y deben diferenciarse de las relaciones de producción” (Rubin, 1975: 102) y que, así como toda sociedad tiene alguna forma de actividad económica organizada, también tiene un sistema de sexo/género, al que define como “el conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana y en el cual se satisfacen esas necesidades humanas transformadas” (Ibid: 97).

Prefiere este concepto a los más usados modo de reproducción y patriarcado que han propuesto otras teóricas porque,

En el primer caso (modo de reproducción), se opone al modo de producción económica, con lo que se vuelve a dejar a las mujeres en la esfera de la sexualidad, cuando –en realidad—los dos modos producen y reproducen.

En el segundo caso (patriarcado), el término oculta otras aristas, pues hay que diferenciar “la capacidad y la necesidad humana de crear un mundo sexual y los modelos opresivos en que se han organizado los mundos sexuales. El término patriarcado los subsume”, mientras que el término que propone indica que en el mundo sexual la opresión no es inevitable, sino que es un producto de las relaciones sociales específicas que lo organizan (Ibid: 105). El patriarcado es apenas una forma específica de la denominación masculina y por eso el uso del término debe limitarse, añade.

Nosotras, reconociendo lo que dice, preferimos seguir usando el concepto de patriarcado para mejor entendernos, lo cual parece que ha sido la opinión mayoritaria, pues la propuesta de Rubin no terminó de calar y ella misma dejó de usarla. Como explica en 1984, al contrario de lo que proponía el 75, ahora no propone analizar el sistema sexo/género porque le parece “que es esencial analizar separadamente género y sexualidad, si es que se desea reflejar con mayor fidelidad sus existencias distintas” (Rubin, 1984/1989: 54).

De esta manera, sigue, se separa de gran parte del pensamiento feminista que “trata a la sexualidad como simple derivación del género” (Id), como ha hecho Catherine MacKinnon, autora del esfuerzo teórico más explícito en ese sentido, y otras teóricas que deliberadamente usan sexo y género como sinónimos para fortalecer su tesis. Algunas lesbianas feministas piensan igual que esas autoras, obviando que las lesbianas no sólo son oprimidas por ser mujeres sino que son “oprimidas en su calidad de homosexuales y pervertidas (advertencia: Rubin usa los términos “pervertidas” y “desviadas” para abreviar todas las orientaciones sexuales estigmatizadas), debido a la estratificación sexual, no de género” (Id). Una deriva de este giro conceptual de Rubin ha sido que un sector de la academia se haya empeñado en crear -desde mitad de los 89 en las universidades- Estudios sobre las Sexualidades y no en subsumir el estudio de la sexualidad en los estudios de la mujer, de género, queer o lgttbi, propuesta que hasta donde sé no ha tocado nuestras costas.

Lo que Rubin propone desde el año 75 es continuar el proyecto que Engels abandonó, pero continuarlo en el método y no en los resultados, para lo cual es de gran ayuda el texto de Levi Strauss que también revisó Mitchell un año antes, Las estructuras elementales del parentesco, dedicado a Lewis Henry Morgan, el antropólogo que también analizó Engels en El origen..

En el último capítulo se refiere al intercambio de mujeres por los hombres (“tráfico de mujeres”) agregando que no está diciendo que nunca haya habido tráfico de hombres por ser negros, indígenas, gladiadores o siervos, sino que destaca que las mujeres no sólo han sido traficadas por todas las razones que lo han sido los hombres sino también por el sólo hecho de ser mujeres, como reproductoras, como vientres y pechos. Cuando se intercambia a las mujeres los sistemas de parentesco no sólo intercambian mujeres sino también “acceso

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